domingo, 23 de abril de 2017

Pilas secas. Por Enrique Guillermo Avogadro

Resultado de imagen para enrique guillermo avogadro“Cuando estén secas las pilas de todos los timbres que vos apretás,
buscando un pecho fraterno para morir abrazao...”
Enrique Santos Discépolo

Esta columna también hubiera podido llamarse “La soledad de los perfectos”, y seguramente así sería si la hubiera escrito el “pelotudo” (Cristina dixit) de nuestro gran mayordomo, Oscar Parrilli, que no se puso colorado al afirmar que a Maduro no se lo critica por lo que hace mal sino por lo que hace bien. ¡Qué demostración de inteligencia y solidaridad!
Pero, en el fondo, es razonable que este rastrero personaje se comporte así, pues el régimen que fundara el extinto Hugo Chávez tiene muchos puntos en común con el que aquí protagonizaron los Kirchner y que, por esos milagros que a veces ocurren en la historia de los pueblos, fuera desalojado del poder en diciembre de 2015. El original colectivero caribeño encabeza una organización ilícita, sumamente torpe e ignorante, que ha esquilmado a su país hasta la extenuación, lo ha transformado en uno de los más violentos del mundo y lo ha llevado liderar por mucho los rankings de inflación mundiales, carece de estadísticas fiables y la prensa libre ha sido blanco de agresiones y clausuras, amén de haber destruido la industria del petróleo, mientras flota literalmente sobre un mar de oro negro.
Nicolás Maduro, al mejor estilo de sus ídolos, los gerontes cubanos, está dispuesto a someter a su país a un baño de sangre con tal de conservar el poder, que le da acceso a un latrocinio similar aún mayor que el nuestro y al monumental negocio del narcotráfico; dice mucho que su Vicepresidente sea Tarek El Aissami, procesado por ese delito en los Estados Unidos, donde sus bienes han sido embargados. Desde que comenzó abril, han muerto ya 21 venezolanos de manos de las milicias y paramilitares chavistas, que disparan indiscriminadamente contra las gigantescas manifestaciones opositoras que se suceden en todas las ciudades del país.
Para lograr permanecer, conserva el apoyo de los militares, pese a que éstos se encuentren divididos en tres facciones: los nacionalistas marxistas, los pro-cubanos y los traficantes de drogas; todos ellos tienen mucho que perder y sin duda lo defenderán hasta las últimas consecuencias. Pero, por la ignorancia en que intencionalmente los mantienen, también cuenta con el soporte -como aquí sucede aún en algunos sectores del Conurbano- de los más pobres, los habitantes de las gigantescas villas de emergencia que han ocupado Caracas y sus alrededores, que se encuentran en una situación alimentaria y sanitaria terminal.
La trágica situación de Venezuela, un verdadero genocidio por el hambre y la carencia de remedios que aflige a su población, marca el fin del prolongado cono de sombra en que el populismo corrupto y saqueador ha sumido a nuestro continente en este siglo. Ya cayó en Brasil, en Argentina y en Perú, parece consumirse en Bolivia y fue necesario un monumental fraude para perpetuarlo en Ecuador, mientras la mugre ha comenzado a mojar sus pies en los países considerados modélicos, como Chile y Uruguay.
La pregunta que todos nos hacemos es cuánto podrá durar este criminal “socialismo del siglo XXI”, que ya no encuentra timbre alguno que tocar, pues todos sus aliados –incluidos Irán y Rusia, por conveniencia- han dejado de atenderle el teléfono. Porque ese siniestro cocktail tiene una consecuencia inmediata para los analistas y politólogos: nadie puede predecir cuándo y, sobre todo, cómo terminará la crisis venezolana. Porque allí no bastará con que Maduro deje el trono y, por eso, tampoco resulta posible ofrecerle un puente de plata e impunidad para que huya, porque sus cómplices, y son muchos, no lo permitirían ya que quedarían sin cobertura ni refugio, sometidos a la justicia internacional que ya los busca.
Dio, francamente, vergüenza ajena que esta semana nuestro ex Honorable Congreso se viera impedido de emitir una simple declaración de condena al régimen de Maduro por la oposición del más recalcitrante kirchnerismo, que demostró una vez más cuánto le importan los verdaderos derechos humanos. Ya que el gobierno de Cambiemos ha demostrado poseer una enorme sensibilidad social, que lo ha llevado a repartir subsidios y prebendas a manos llenas, y a conservar en sus puestos públicos a tantos quintacolumnistas, sugiero que –por única vez- destine fondos para que los seguidores del Frente para la Qué?, Quebracho, MST y Polo Obrero emigren a Venezuela o Cuba, esos paraísos terrenales que tanto alaban en sus manifestaciones públicas mientras exhiben carteles y banderas con la imagen del asesinoChe Guevara.
Anoche, cuando la ex Presidente visitaba en Río Gallegos a la gran cuñada Alicia, que encabeza el feudo de Santa Cruz, una enfurecida multitud intentó ingresar y, cuando fue reprimida con violencia, apedreó la residencia en que ambas se encontraban. La Provincia no paga los sueldos de los miles de empleados estatales, sus maestros no han dado un solo día de clases en el año, los jubilados provinciales no cobran sus magros estipendios y los hospitales carecen hasta de los elementos mínimos, mientras la Justicia está paralizada; todo un edén, por obra y gracia de los ladrones kirchneristas que lo gobernaron durante los últimos veinticinco años.
Ahora Cristina está haciendo las valijas, a la espera de la autorización que ha pedido al Juez Bonadío (su colega Ercolini ya la ha otorgado) para viajar a Atenas, Bruselas y Oxford (no a la Universidad). Notable privilegio para alguien que se encuentra tres veces procesada por delitos no excarcelables y que demuestra que la famosa igualdad ante la ley es, en la Argentina, sólo una broma de mal gusto. Porque, mientras eso sucede, los órganos de prensa de los que aún dispone -como Página 12, C5N o Radio 10, por poner sólo tres ejemplos- y los ex organismos de derechos humanos, ya confesadamente convertidos en movimientos políticos para apoyarla, se rasgan las vestiduras ante una sentencia de la Corte Suprema de Justicia que concedió la prisión domiciliaria a un militar de ochenta y cinco años, casi ciego y sordo, con enfermedades complicadísimas.
En esa materia, la de los presos políticos, aún existen cientos de situaciones particulares que claman al cielo; cuatrocientos –cincuenta desde el 10 de diciembre de 2015- han muerto en cautiverio por falta de adecuada atención médica, y muchos de los sobrevivientes se encuentran en la cárcel con prisiones preventivas por períodos que exceden, por años, el máximo permitido por la ley, pese a que obviamente no pueden alterar las pruebas (en la mayoría de los casos, inexistentes o fraguadas) de las investigaciones ni existe peligro de fuga, dada la edad –promedio: 76 años- con que cuentan y el precario estado de salud que padecen.
Elevo mis plegarias por el sacrificado pueblo venezolano, como también lo hago por el cubano, mientras ruego que mis pronósticos de fin de ciclo se cumplan en toda América.
Bs.As., 22 Abr 17
Enrique Guillermo Avogadro -Abogado

ENVIADO POR SU AUTOR

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