martes, 25 de abril de 2017

63% del aumento de impuestos al consumo es por ingresos brutos

El Impuesto sobre los Ingresos Brutos es un tributo muy rudimentario con impactos altamente distorsivos sobre la producción. Que haya sido el impuesto que más creció en el marco de un fuerte crecimiento de la presión tributaria realza la inquietud. Por eso, uno de los ejes centrales de la reforma tributaria debe ser la sustitución de Ingresos Brutos por un tributo más amigable con la inversión y la generación de empleos, como es el IVA.
La atribución que se tomó el gobierno de la provincia de La Pampa de eximir del impuesto a las ganancias a sus empleados públicos, además de ser un acto reñido con la legalidad, pone en evidencia la degradación institucional que prevalece en la administración impositiva. No se trata de un hecho aislado sino de un nuevo eslabón dentro de una cadena de decisiones que lleva a que el sistema tributario sea cada vez más injusto y se constituya en unos de los principales factores que desalientan la inversión y la generación de empleos de calidad. El fenómeno tiene varias facetas. Dentro de ellas, una de las más importantes es la forma en que se han ido conformando los impuestos al consumo.
Como ocurre en la mayoría de los países, el pilar del impuesto a los consumos es el IVA. Pero una particularidad del caso argentino es que el IVA opera de manera superpuesta con el Impuesto a los Ingresos Brutos que administran las provincias. Este impuesto le genera a las provincias aproximadamente el 75% de sus ingresos propios.
Datos del Ministerio de Hacienda permiten observar la evolución de ambos impuestos al consumo. Según esta fuente, entre los años 2006 y 2016 se observa que:
La recaudación del IVA pasó de 6,6% a 7,4% del PBI, es decir, aumentó en 0,8 puntos porcentuales del PBI.
La recaudación del Impuesto a los Ingresos Brutos de todas las provincias pasó de 2,6% a 4,0% del PBI, o sea, aumentó en 1,4 puntos porcentuales del PBI.
Esto significa que del total del incremento de ambos impuestos al consumo, el 63% lo explica el incremento de Ingresos Brutos.
Estos datos muestran que en el marco de un fuerte aumento en la presión tributaria al consumo, el incremento de Ingresos Brutos fue mayor que el del IVA. El aumento obedece a que en la última década se ampliaron los sectores a los que se les aplica el impuesto a los Ingresos Brutos y se aumentaron considerablemente las alícuotas.
Un fenómeno más dañino aún es el uso abusivo de las retenciones y percepciones. A través de este mecanismo el contribuyente adelanta el pago del impuesto cada vez que realiza determinadas operaciones, como movimientos bancarios, compras a proveedores importantes, ventas con tarjeta, etc. Esto, además de aumentar exponencialmente la complejidad administrativa de las operaciones comerciales, lleva a que se generen saldos a favor que, al acumularse de manera indefinida, terminan generando una presión efectiva del impuesto a los Ingresos Brutos muy superior a la que señala su alícuota nominal.
Los impuestos al consumo son criticados por sus impactos regresivos ya que no discriminan en su incidencia según el nivel de ingreso de las personas. Por eso en los países más progresistas el énfasis se coloca en el impuesto a las ganancias limitando los impuestos al consumo. Pero, además, los impactos económicos y sociales varían considerablemente según el tipo de impuesto al consumo que se aplique. En este sentido, el IVA es una alternativa más conveniente que el Impuesto a los Ingresos Brutos ya que este último tiene impactos piramidales debido a que se acumula en la sucesión de etapas de comercialización de un producto. Las distorsiones se multiplican cuando las retenciones y percepciones de Ingresos Brutos perjudican a los contribuyentes más formales, como por ejemplo aquellos que venden con tarjeta de crédito o débito en lugar de efectivo.
Para concretar la aspiración de iniciar un proceso de crecimiento con inclusión social es imprescindible reformar el sistema impositivo. El nivel de descomposición es tan alto que no alcanza con reformas puntuales. Se necesita un enfoque integral más allá de que seguramente la instrumentación tendrá que ser gradual. Dentro de este proceso uno de los componentes más importantes es la eliminación del Impuesto a los Ingresos Brutos. Esto agrega complejidad política porque involucra a las provincias y exige buscar fuentes de financiamiento alternativas. Un mecanismo plausible podría ser agregar una sobre-alícuota al IVA y distribuirla según el valor agregado generado por cada provincia de forma tal de compensar la pérdida de recaudación por la eliminación de Ingresos Brutos.
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ENVIADO POR IDESA

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