Por Carlos Tórtora
INFORMADOR PUBLICO

La sorpresiva renuncia de Reposo a su candidatura 48 horas después de haber protagonizado un papelón en la audiencia pública del Senado evitó no sólo una derrota en el recinto -ya que el gobierno no obtendría los dos tercios de los presentes- sino que también significó descartar el Plan B. Éste consistía en no tratar el pliego en el recinto y designar a Reposo mediante un DNU a ratificar más adelante. En este paso atrás de la presidente -una actitud nada frecuente en ella- influyeron distintos factores. Entre ellos, que Reposo se estaba convirtiendo en un símbolo para cosechar antikirchnerismo a diestra y siniestra, al punto que muchos caceroleros de ayer llevaban pancartas cuestionándolo. Un hecho inédito, porque no hay recuerdo de que ninguna manifestación se haya ocupado de un funcionario técnico como es el Procurador. En realidad, el perfil combativo de Gils Carbó coincide más con lo que el gobierno necesita que el ineficiente Reposo.
Los costos, presentes
La inteligente decisión de ordenarle a Reposo que renunciara a su postulación es un nuevo golpe político a su mentor Amado Boudou, que suma así otra descalificación. Miguel Ángel Pichetto también sale herido, porque quedó en evidencia que no alcanzaba a reunir los dos tercios. El anuncio de la senadora santafesina (PJ) Roxana Latorre en el sentido de que se abstendría en la votación fue un duro golpe para Pichetto. Latorre acompañó firmemente al oficialismo en los últimos años y, al parecer, en los últimos días habría negociado algo que la Casa Rosada no estuvo dispuesta a darle. Otro tropiezo fue que el peronista independiente pampeano Carlos Verna ya había definido que votaría contra Reposo. Después del escándalo de los supuestos sobornos en la Cámara de Diputados bonaerense por la reforma impositiva, es probable que el cristinismo haya preferido evitar algún episodio altamente conflictivo en el Senado. En términos generales, la oposición podría reivindicar como un triunfo propio el apartamiento de Reposo. Pero el dato central es que, al menos esta vez, el oficialismo encontró un límite a su avance arrollador en todos los campos. La siguiente prueba es nada menos que Hugo Moyano. Después de lo ocurrido con Reposo, si el líder camionero consigue su reelección al frente de la CGT, el gobierno cosecharía dos derrotas importantes en pocas semanas. Algo realmente inadmisible para la lógica cristinista del poder. De suceder esto, CFK no podría en modo alguno culpar a terceros por sus tropiezos. Ella acaba de castigar a Julio de Vido por sus fracasos en las políticas de transporte y energía que, a decir verdad, fueron decididas por su difunto esposo. Pero la postulación de Reposo nació de la presidente, al igual que el enfrentamiento con Moyano, al cual ella desairó en el mismo velorio de su marido.
FUENTE:Publicado en http://site.informadorpublico.com/?p=12695
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