viernes, 22 de junio de 2012

Los beneficios que se inflan terminan siendo un costo
Cronista.com
Hernán de Goñi Subdirector Periodístico 
Cuando un zapato aprieta, la solución no es andar descalzo. La reacción que provoca el aumento de la presión tributaria suele ser la búsqueda de un alivio inmediato, sin importar si logra a través de un cambio equilibrado. 
Hugo Moyano eligió, una vez más, usar la falta de actualización del Impuesto a las Ganancias como ariete contra el Gobierno, a sabiendas de que su reclamo es apoyado tanto por la mayoría del mundo sindical (padecer este gravamen es casi un sinónimo de éxito, porque implica transformarse en uno de los sectores que conquistan ingresos nominales altos, como camioneros y petroleros) como por la clase media asalariada.
El problema es que el Estado hoy no tiene margen para resignar recaudación. Con la economía en baja, solo las cargas impositivas y previsionales atadas al salario muestran resistencia a la baja.
Si el Gobierno hubiese mantenido actualizado tanto el mínimo no imponible como las deducciones de Ganancias, como aconseja el sentido común, hoy Moyano tendría menos poder de daño. Esquivar una reforma tributaria racional puede ayudar a generar réditos políticos o electorales de corto plazo. Lo mismo sucede con la indexación de las paritarias. La conclusión es que, tarde o temprano, los beneficios nacidos de una distorsión se transforman en costo. 
FUENTE:Publicado en www.cronista.com 

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