Se supone que la política es la segunda profesión más antigua de la Tierra. He llegado a la conclusión de que guarda una gran semejanza con la primera”. Ronald Reagan
La mugre alcanzó ya, públicamente, a la Presidente, que
se debate a los manotazos para evitar ser tragada por la repugnante ciénaga en
la que la corrupción de su “década ganada” la ha colocado. Alconada Mom, por
fin, ha demostrado, más allá de cualquier duda, que todos, todos son Ella. Y esa
es la razón de los desplazamientos de Righi, Rafecas, Rívolo y, ahora,
Campagnoli, de la persecución a Marijuán, de las pretensiones de “democratizar”
la Justicia y de domesticar a los medios de prensa, cuando produjeron avances
sobre los segundones de la banda delictiva que nos gobierna.
En esta semana me he preguntado muchas veces qué clase
de sociedad somos los argentinos o, al menos, en qué nos hemos convertido.
Supongo que puede haber muchas respuestas, en especial después de ver a honestos
vecinos y clientes que, hasta el día anterior, hacían sus compras en los
comercios de su barrio y, sin que mediara una causa eficiente, se dedicaron a
asaltarlos, o a los vándalos que se introdujeron en nada menos que dos mil
viviendas de Córdoba, destruyendo y robando todo a su paso.
Pero mi pregunta va más allá, y se vincula con la
tolerancia generalizada a la corrupción de Cristina Kirchner y sus cómplices y
testaferros. Porque, reconozcámoslo, aquí ni siquiera puede aplicarse la
filosófica frase brasileña: “roban, pero
hacen”. Los cortes energéticos desnudaron la depredación a que ha sido
sometida la Argentina por los Kirchner, pero los crímenes en que han incurrido
deben incluir el deterioro de toda la infraestructura nacional, es decir,
carreteras, ferrocarriles, generación, transporte y distribución de energía
eléctrica, la desaparición del autoabastecimiento de gas y petróleo, las
comunicaciones, el marcado quebranto de la educación y de la salud, la falta de
viviendas, el narcotráfico, la inseguridad cotidiana, la indefensión del país,
su aislamiento del mundo, el vaciamiento del Banco Central y de la ANSES, la
proliferación del juego, etc.
¿Por qué seguimos aceptando, calmos y en silencio, la
orgía inmunda de corrupción que el Gobierno exhibe, con desparpajo, cada día?
¿Por qué la ciudadanía no sale a la calle a buscar, casa por casa, hotel por
hotel, country por country, a los desalmados ladrones que, en pos de
enriquecerse como modernos cresos, no dudan en matar a tantos connacionales?
Porque de eso se trata; cada dinero público que se roba en las licitaciones de
rutas, usinas o represas, en el inexistente mantenimiento de los tendidos
eléctricos y ferrocarriles, en publicidad oficial, en Aerolíneas Argentinas o en
Fútbol para Todos es dinero que falta en esos caminos, en esas redes eléctricas,
en vías férreas y puertos, en los hospitales, en viviendas, en escuelas y, sobre
todo, en el sostenimiento de aquellos ciudadanos a los cuales el crecimiento del
país olvidó.
¿Por qué no nos dejamos de usar circunloquios para
ocultar, y ocultarnos, lo que sucede? Como decía Perón, “la realidad es la única verdad”, y la
verdad pura y dura es que todos, todos (Lázaro Báez, Cristóbal López,
Eskenazi’s, Ferreira, De Vido, Jaimito, Cirigliano, Boudou, sus
secretarios privados, su jardinero, sus ministros y tantos otros) son Ella
misma. Este es un régimen monárquico y absoluto, en el que sólo roba –o habla-
el que recibe autorización expresa para hacerlo. Pensar que Guita-rrita, por ejemplo, inventó el
affaire Ciccone solo, para beneficiarse en forma personal, es una estupidez sin
nombre y, como tal, carece de sentido y de lógica. O que Jaimito fuera el destinatario final de
los retornos que los concesionarios, socios del poder, entregaban antes de
recibir cada cheque de subsidios.
El mayor de todos, sin embargo y por las consecuencias
trágicas que ha producido en materia de dependencia energética, pérdida de
reservas e inflación, fue la aventura que llevó a Kirchner, para robarse YPF, a
hacer que Repsol –que accedió más que encantada- “vendiera” a la familia
Eskenazi (en realidad, a una empresa australiana cuyos dueños son desconocidos
oficialmente) el 25% de la empresa, le entregara la administración y la
depredara hasta la extenuación.
El miércoles, un Senado que hace diez años dejó de ser
honorable, aprobó el pliego del ascenso de Milani al grado de Tte. General. Para
ello, hizo oídos sordos a los reclamos en contra del CELS y de las Madres de
Plaza de Mayo de La Rioja y Tucumán, y desconoció los procesos de violación de
derechos humanos y de enriquecimiento ilícito en los que el militar está
imputado. Por pedido expreso de doña Cristina, la semana anterior el Espión había recibido el inesperado
apoyo de la inefable Hebe Bostafini
quien, como moneda de cambio por publicar en su revista la foto de ambos
prácticamente a los besos, obtuvo que el Ministerio de Justicia le sacara del
fuego presupuestario a su pseudo Universidad de las Madres y de los tribunales a
Sueños Compartidos.
Pero lo relevante fueron los senadores que votaron a
favor del cuestionado militar, que sostuvieron que debía regir el principio de
inocencia, el mismo que, durante los últimos diez años, se ha negado en forma
sistemática a aplicar a más de mil oficiales, la mayoría con una edad que supera
los setenta años, que se encuentran detenidos en cárceles comunes sin sentencia;
como prueba de ellos, hay marinos condenados sólo porque, como tenían destino
militar en Buenos Aires, dormían en la ESMA y, por ello, los jueces presumieron
que “debieron haber sabido lo que
sucedía”. También es necesario recordar que doña Cristina y la Abuelita, con la complicidad de una Juez
permeable, mantienen abierta la causa en la que se imputó a la señora de Noble
como apropiadora de sus hijos adoptivos, pese a que el ADN de éstos ya ha sido
comparado con todos los registros de los desaparecidos.
Es decir que, con el presidencial e irrestricto apoyo al
pliego del General, la Reina se quitó el último velo en el que los Kirchner se
arroparon, la hipócrita y arbitraria política de los derechos humanos, y acentuó
la desnudez que hoy sólo La Cámpora y energúmenos como D’Elía encuentran
atractiva.
Ya se había desprendido de todo signo de humanidad al
negar los crímenes de Cromagnon, de Once, de las inundaciones de La Plata o de
los saqueos, llevando su impudicia al escenario de Plaza de Mayo, bailando al
son de una murga carnavalesca, mientras catorce nuevos argentinos engrosaban el
inventario interminable de muertos –muchos no contabilizados- que hubiera
debido, más que el fallecimiento de don Néstor, enlutar al
kirchnerismo.
Ya nada queda, y la Reina está desnuda. Sin embargo,
como Atila, seguirá avanzando, haciendo daño y destruyendo lo poco que queda de
la República que supimos ser, como lo demuestra con la designación de muchos
conjueces que le responderán irrestrictamente a la hora de juzgar los delitos de
corrupción, y llevará con ella al país entero a caer a un precipicio mucho peor,
por la destrucción del tejido social y de la concordia ciudadana, a aquél que
nos tragó en el año 2001.
Que Jesucristo, Señor de la Historia, con su infinita
misericordia, nos permita evitar ese trágico sino en esta Navidad. No dudo que
SS Francisco está rogando por nosotros, pero será necesario que un milagro se
realice para que Ella reaccione y lo ayude.
BsAs, 22 Dic 13 Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
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