La democracia nos da los políticos que tenemos y los ciudadanos
nos servimos de ellos. Hoy los medios digitales nos permite ser protagonistas,
opinar, debatir y participar en las campañas políticas, no solo desde adentro
de los partidos. Ahora también lo hacemos desde afuera, haciéndonos escuchar a
través de las redes sociales. Somos los ciudadanos del siglo XXI, activos
participantes 2.0. La era de la “democracia tecnológica”. Donde se crean páginas, se abren blogs, donde somos activos
comentaristas en los medios digitales, flexibles, abiertos, nos mantenemos informados, debatimos en
Facebook, opinamos en 140 caracteres en twitter. Algunos con alguna
especialidad y mayor conocimiento se convierten en operadores de noticias y
toman la iniciativa de participar activamente desde una sencilla página, con muy buenos columnistas
de opinión. Que aportan y enriquecen el pensamiento, sin ningún interés
económico, pero con elevado interés por ayudarnos a pensar.
Google hace posible que los ciudadanos del siglo XXI seamos activos
instrumentos de la democracia tecnológica.
Ya sea teniendo una cuenta en facebook, en twitter, en
youtube o en blogger, se puede formar parte de la platea virtual donde todos tenemos la palabra.
Gustavo Gabriel Poratti
escribió que “los ciudadanos desde sus computadoras harán llegar en tiempo real todos sus problemáticas…”. Ya que
“los ciudadanos desde internet podrán opinar sobre cualquier tema por ejemplo:
economía, medio ambiente, salud, educación, desempleo, calidad de vida.
Valiéndose de las nuevas tecnologías, los ciudadanos podrán ingresar
información, que será clasificada automáticamente por tema y zona geográfica.
También tendrá la posibilidad de
presentar deseos, hacer propuestas políticas de gobierno y hacer cualquier tipo
de reclamos.... Esta información obtenida en tiempo real, será un termómetro que mide los deseos de los ciudadanos"[1]
Sergio Sepúlvera piensa que “los ciudadanos del tercer
milenio deberán tener un buen
conocimiento y mucha práctica en proceso de gestión del conocimiento, lo cual
incluye: rediseño de procesos, elaboración de planes de sistemas de información, conocimientos sobre
plataformas tecnológicas y de
telecomunicaciones, familiaridad con
procesos de integración de sistemas
transaccionales, generación de sistemas de soporte a la decisión.
Nuestra alegoría a los ciudadanos funcionales para el tercer
milenio demanda perentoriamente un sistema de educación formal y no formal,
capaz de quebrar los paradigmas tradicionales y adentrarse en propuestas que
permitan comprobar que quienes se han comprometido a liderar los cambios sepan
propiciar la participación amplia para construir un nuevo sistema abierto,
flexible y comprensible.
Procesos continuos de aprendizajes, actualización y
modernización de habilidades y
destrezas, independientemente de la edad, o del espacio real o virtual en que
se socialice la información”[2]
No se trata de intelectualizar la política, se trata de
tener ideas, de fomentar cambios, de innovar, de ser creativos, de poner el oído
a los problemas del ciudadano. Dejar un poco de mirar espejos ajenos,
recurriendo constantemente a la crítica,
porque esto no es positivo, al contrario, es una estrategia infantil. La
solución está en presentar alternativas, y hablar con claridad.
Dice Fernando Savater “ Ignorantes no son aquellos que
desconocen datos, sino quienes no saben pensar, ni expresan lo que piensan, ni
entender un discurso, ni hacer entender sus demandas sociales o ver las demandas sociales de los
otros”. Aquellos que se dejan usar por
los políticos, que son rehenes de sus voluntades, siendo usados en cada
elección y acarreados como ganados a las escuelas, que con la boleta del
candidato colocada en el bolsillo, y unos cuantos pesos, son dejados en la
puerta del cuarto oscuro bajo la atenta vigilancia del puntero.
“Estos ignorantes creen que la política es un error, solo
para que los hijos tengan un puesto de trabajo [reciban algún plan, beneficio o
ayuda], y los demás proyectos y
problemas compartidos de la humanidad, les tienen sin cuidado” piensa Savater.
Y estos tipos de ciudadanos, en el juego de la política, son los electores más
deseados.
Es que los políticos creen que para ser un buen político hay
que saber mentir, y que para ganar
elecciones hay que prometer mucho, hacer alianzas y acuerdos. No importa si se está
capacitado o no, total la gente cree que si se candidatea es porque sabe lo que
va a hacer en caso que gane. Pero lo cierto es que no saben nada, no están
capacitados, solo se aventuran. Prometen terminar con la pobreza, con la
desocupación y la mala calidad de la educación y la salud. Viven con la mirada
puesta sobre el pasado a quien culpa de todos los males presentes. Siguen ellos
insistiendo en llenar al Estado de súper poderes y engrosar el gasto. Y no
saben que es ese estatismo, de intenso control y de exceso de gasto publico, el que va debilitando la economía y empobreciendo
a la población.
El aumento de impuestos, los gastos sociales, la emisión
monetaria y las deudas contraídas
contribuyen al aumento inflacionario, al desempleo y la crisis. En esto el
ciudadano del siglo XXI tiene su protagonismo, y ya no se deja engañar por los
índices que “dibuja” el Indec, ni por las declaraciones del ministro de
economía ni del jefe de Gabinete. Y ni mucho menos por las palabras de la
Presidente, que por cadena nacional nos dice que vivimos en el mejor de los
mundos y que somos la envidia de otros países.
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[2] “Ciudadanos funcionales para el desarrollo sostenible.
Agricultura del siglo XXI”
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