sábado, 2 de mayo de 2015

El estilo feudal y felonías

Por el Dr. Aníbal Hardy
En repetidas oportunidades, la oposición formoseña repite como una muleta en sus discursos, frases en la que catalogan al gobierno local de estilo feudal, haciendo revivir una vieja leyenda negra, desconociendo la esencia del mismo y las cargas que existían entre los señores y sus vasallos recíprocamente. Contrariamente a lo que suele creerse, como consecuencia de los ataques como “gobiernos feudales”, en el feudalismo medieval era característico el trato de hombre a hombre, tesitura que implica a todas luces un magnífico homenaje a la persona humana. En efecto, por una parte los señores tenían el deber de amparar a sus vasallos y de hacer justicia, que implicaba responsabilidades muy exigentes; y sus poderes no eran en absoluto ilimitados, exigiéndoseles incluso mucho más equidad y rectitud moral que a los otros miembros de la sociedad. La Edad Media, en rigor, no llegó a elaborar con precisión jurídica la noción abstracta del Estado como unidad, atendiendo sólo a los vínculos concretos y de carácter personal; y así acudió a la relación de juramento y de fidelidad, de fe y de honor, entre señores y vasallos. Por otro lado, como el señor se comprometía proteger a sus súbditos, debía apelar a los recursos del feudo, colaboración financiera que sería como los impuestos actuales, a lo que se agregaba frecuentemente el concurso de las armas del vasallo toda vez que le fuera requerido para la defensa común contra las posibles agresiones. Y la “infidelidad”, tanto de parte del señor como de los vasallos, es decir, la traición a los compromisos contraídos, constituía un verdadero crimen: “la felonía”.
Se trataba de una sociedad fundada esencialmente sobre la fidelidad recíproca, idea sin duda audaz, por lo que, como resulta obvio, hubo arbitrariedades, felonías y perfidias. Pero es incuestionable que durante más de tres siglos, la fe y el honor constituyeron la columna vertebral de la estructura política, el verdadero estilo medieval feudal. Recién hacia el fin de la Edad Media, poco a poco la sociedad feudal comienza a declinar, y las cargas de la nobleza empezaron a disminuir paulatinamente sin que sus derechos se aminorasen, siendo en el siglo XVIII, cuando se hizo flagrante la desproporción entre los derechos de que gozaban y los deberes insignificantes que les correspondían.
Un sinnúmero de adjetivos pueden definir a la “felonía política”: Traición, deslealtad, infidelidad, canallada, perfidia, infamia, alevosía, acción inadecuada y otros. La infidelidad no tiene techo, por ello el que se mete en la arena política, estará siempre expuesto a una variedad interminable de frustraciones y desencantos, que finalmente conduce a la desazón. Para el ciudadano es muy difícil descubrir las argucias (embustes) de los políticos, ya que el ve solo rostrosy no lo que piensa, consecuentemente un rostro simpático, bien pude estar incubando una felonía. Sin embargo, todo ciudadano con vocación de servicio, debe dar la pelea allí, armándose de paciencia extrema para avanzar con sus ideales. Nuestros “verdaderos” próceres (No las gigantografías culto Pos Mortem) como el General San Martín, Manuel Belgrano, Mariano Moreno, marcaron con su impronta auténticas conductas de vida, se conducían como excelsos estadistas y su línea ética era irreprochable. Esa línea patriótica que bajaron, fue y sigue siendo conmovedora; sin embargo otros argentinos desde el poder, hicieron todo lo contrario, engañando, mintiendo al pueblo en su conjunto, cometiendo una terrible felonía política. (Un ex presidente desde Anillaco llegó a confesar descaradamente que si el decía lo que iba hacer, nadie lo votaba).
Por todo ello es que me permito rectificar a algunos mis colegas opositores, en cuanto a las referencias que hacen sobre el feudalismo, a la vez que les acerco el término felonía, que tal vez puedan utilizar en alguno de sus discursos electorales.
El pueblo argentino, mientras tanto, ansía fervientemente volver a tener alguna vez gobernantes similares a sus próceres, que los motive para afian­zar sus cono­cimientos de otros voca­blos como Honor, Nobleza, Leal­tad, Dig­ni­dad, Hom­bría de bien, Ecua­ni­mi­dad, Jus­ti­cia, Patrio­tismo, “Hones­ti­dad”, Valo­res, Prin­ci­pios…, cansado de sufrir tantas frustraciones y “afanes” malogrados, buscando despojarse mediante el voto del lastre de los conductores políticos nacionales felones.
Abogado - Desde Formosa
ENVIADO POR SU AUTOR

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