domingo, 18 de noviembre de 2012

DescripcionEl relato y el iceberg
Adrián Freijo 
 La Argentina-ficción construida por el Gobierno hace agua por todos lados. La realidad ha superado largamente a la publicidad oficial, y ya son pocas las cosas a esconder tras el discurso.

La fragata Libertad descansa su largo sueño ghanés mientras el canciller Héctor Timmerman y su par de Defensa gritan a los cuatro vientos que “no lo van a permitir” (¿?). Por supuesto, es imposible evitar lo que ya ocurrió. El juez Griessa embarga, la Corte de Apelaciones de Nueva York deja firme esa sentencia, y el ministro Lorenzino berrea que “no lo va a permitir”. Tarde piaste; ya pasó.
Aunque los abogados que nos representan ante esa Corte esgriman la insípida defensa de pedirle al magistrado que revea su posición, cuesta imaginarse al paciente Griessa diciendo “Mm, es verdad… me equivoqué. Retiro lo dicho”, después de haberse tomado más de seis años y agotado miles de instancias para llegar a su decisión. Mucho menos que lo haga la Corte de Apelaciones. ¿Esa es toda la defensa que puede esgrimir nuestro país? Al menos pobre; por no decir ridícula.
Cristina se sube al atril –una eventual reforma constitucional debería prohibirlos- para emprenderla contra los responsables de nuestro endeudamiento que representan lo peor de la maldita década de los 90. Desde su banca oficialista en el Senado, Carlos Menem, ¿la aplaudirá? Domingo Cavallo, ¿dejará de atenderle el teléfono las tantas veces que la jefa lo llama para pedir su consejo?, ¿o le exigirá que le devuelva los seiscientos millones de dólares que él le envió... en los malditos 90?
El INDEC continúa diciendo que la inflación apenas supera el 6%, y Moreno amenaza con obligar a ser vegetarianos a todos los que no repitan a coro que la carne vale lo mismo que hace cinco años. Pero el Gobierno que cobija a ambos convalida acuerdos paritarios por arriba del 20% y ajusta sus impuestos a un promedio del 25%. Si Cristina acusa a quienes hablan de una inflación por arriba de los dos dígitos de ser destituyentes,  ¿quiere ella entonces derrocarse?
La mandataria dice, y el coro repite, que ha creado 5.000.000 de puestos de trabajo. El propio INDEC afirma que fueron 2.400.000 y que 900.000 de ellos son cargos y empleos públicos. Cae de maduro preguntarse si los 2.600.000 que faltan son excéntricos que no pasaron a cobrar, o son parte del 42% de trabajadores en negro que tiene el país. ¿O será que no existen más que en el relato? No lo sabemos… pero estar, no están.
Los bonos de la deuda cayeron en un 30% de su valor (que ya rondaba el 40% del nominal) y se convirtieron en papeles de “valor basura”, de esos que les encantan a los fondos buitre. Claro que ahora no los tienen ellos y no pueden joderse; se joden los jubilados que los atesoran como garantía de los fondos que el Estado les ha manoteado, y se joden las reserva del BCRA que los tienen como respaldo de los dólares verdaderos que el propio Gobierno manoteó de las reservas... para pagarles a los fondos buitre que se avivaron y entraron en el canje.
El valor de YPF cayó desde su nacionalización en un 70%. Hoy vale lo mismo que en 2002, plena crisis, y sólo ha conseguido unos pocos dólares a una tasa del 16%. Bolivia –presidida por el cuco socialista- acaba de cerrar una toma de crédito al 3,8%. Grecia, que ya explotó y también tuvo que defaultearse, lo hizo al 4,5%. Es claro que el mundo se mueve con un solo propósito: perjudicar al modelo nacional y popular.
Cristina construyó 2.500.000 viviendas o al menos es lo que le dice el atril lenguaraz. Porque los datos oficiales (de su propio gobierno) hablan de 1.200.000 proyectadas, 420.000 entregadas y el resto en construcción; aunque también digan que el 60% de ellas está parado con un promedio de seis a ocho meses de inacción.
Más de un millón de argentinos salen a la calle; pero lo hacen ¡justo el día en que reeligen a Obama y el Comité Central del Partido Comunista Chino se pone a elegir sucesor de la actual conducción! ¿Qué quieren?, ¿qué nos detengamos entonces en semejante minucia frente a cuestiones tan importantes para el futuro nacional? Es evidente que no entendieron nada…
Además, no tenían una consigna unificada; salvo putear en colores al Gobierno. Lo que en mi barrio significaba tener las cosas muy claras.
Garré pide disculpas por haber dicho aquello de la “sensación” de inseguridad y no encuentra mejor manera de hacerlo que afirmando estar dolida por no haber podido combatir… la “sensación” de inseguridad. Mientras esto afirmaba, al jefe de la SIDE le robaban el coche de la puerta de su casa y centenares de argentinos sufrían entraderas, salideras y asaltos. Y a la propia funcionaria, su segundo le “asaltaba” el poder.
Julio De Vido acusa un sabotaje detrás del megacorte de la semana pasada, y el oficialista dirigente lucifuercista  Lescano sale a enmendarle la plana señalando a un álamo destituyente como responsable del desmán.
Si dependemos del humor de un álamo para alumbrar a la mitad de la población del país, estamos en graves problemas. Mucho más graves que el dato que indica que las empresas concesionarias de un servicio cada vez más caro y peor, “olvidaron” invertir ciento ochenta millones de dólares en los últimos años. Y, por supuesto, de podar el álamo.
Dicen ahora que el capitán del Titanic tenía un Alzheimer no detectado y que eso fue el motivo de la tragedia. Es raro; siempre creí que, además del capitán, en un barco trabajaba otro importante número de personas a la que llaman tripulación. ¿Todos tenían Alzheimer? ¿O el enfermo era el iceberg?
No importa, con la misma patología, a Ronald Reagan no le fue tan mal en su segundo mandato; aunque después de una larga charla con su secretario de Estado, le preguntase a su amada Nancy quién era ese señor que acababa de salir.
Igual, a nosotros no nos va mucho mejor.
La única verdad
… es la realidad, decía un general paraguayo a quien el Gobierno se empecina a desconocer. Y sabía de lo que hablaba: cuando creyó que todo se resolvía apropiándose de la prensa, sólo logró regodearse en la opinión publicada. La otra, la pública, caminó rápidamente en sentido contrario.
Una lección que el Gobierno de Cristina parece empecinado en desconocer. Su pelea con el grupo Clarín consume todo a su alrededor. Esfuerzos, lealtades, institucionalidad, prestigio, horas de cadena nacional, decretos, leyes discutidas sin discusión, papelones, amenazas, mohines, histerias… todo queda destruido al paso del huracán 7D.
Enceguecida como esposa traicionada, nuestra primitiva mandataria de arrabales imaginarios ni siquiera tomó nota de que una verdadera multitud se convocó desde las redes sociales para llenar las plazas de la república reclamando, entre otras cosas, que el Gobierno se aboque a las cosas que a la gente realmente le importan, y que hoy presentan demasiadas debilidades.
¿Nadie le dice al oído que pelear por diarios y radios es hoy una antigualla? ¿Nadie se atreve a avisarle que cambiamos de siglo? Es posible: la mayoría de sus colaboradores ya están pensando en reciclarse, aunque para ello deban invertir algunos de los pesitos ganados cuando eran menemistas, duhaldistas y hasta en algunos casos… alfonsinistas.
Llegará la fecha soñada, pasará lo que tenga que pasar y el atril vibrará de gozos triunfales. O no. Pero nada de ello importará para otra cosa que no sea ver al Gobierno ocupándose de fruslerías menores que no evitarán que la vida siga adelante.
Peligro de gol
La historia le pasó la pelota al Gobierno, que se limitó a cambiarle el color, modificarle la circunferencia a su antojo, y retocar las leyes para ignorar cada vez que se le fue afuera. Tras una década de jueguito vistoso, entusiasmante pero absolutamente ineficaz,  vino la gente y le birló el balón, harta de malabares inconducentes a los que la voz de Víctor Hugo pretendía jugadas de alto riesgo. Y la gente se encamina al arco contrario, con firmeza y seguridad, clavando en el ambiente una sensación inocultable de peligro de gol. Aunque el  “ta, ta, ta...” del uruguayo aparezca ahora imperceptible.FUENTE: Publicado en NoticiasyProtagonistas

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