Por
el Dr. Jorge Enrique Yunes (*)
Irrumpió en
la escena política nacional como un ladrón en la noche. Nadie lo esperaba.
Ninguno lo podía haber previsto. Ni el mismísimo Benjamín Solari Parravicini lo
pronosticó. Pero la realidad es esta. Sin anestesia alguna. Como cantara El
Nano, “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.-
La frágil
salud de la Presidenta ha mantenido en vilo a todo el País desde hace unos
pocos días. Oficialistas y opositores. Todos pendientes de su intervención
quirúrgica y de su buen desenlace y pronóstico.-
Es clásico en
nuestro País, típicamente presidencialista, que todo gire alrededor de la
primera mandataria, máxime con su impronta exageradamente personalista a la que
nos tiene tan “acostumbrados”, tanto que la ha llevado a manifestar
hace poco ante el periodista Jorge Rial, que en realidad no confía en ninguno
de sus colaboradores.-
No es momento
de evaluar las “bondades” o no de esta administración, pero sí creo
necesario resaltar que tanto personalismo nos perjudica como Nación. Digo esto
porque a la hora de la verdad estos mandatarios terminan siendo prácticamente
irremplazables, insustituibles, sin que estos calificativos impliquen
reconocerle virtud alguna. Solo es un dato objetivo de la realidad como para
llegar a entender la situación que vive actualmente el País.-
El temido
reemplazo finalmente tuvo que hacerse cargo pese a la disconformidad manifiesta
del líder de La Cámpora, Máximo Kirchner y del Secretario Legal y Técnico, el
maoísta Carlos Alberto Zannini, así como de tantos otros referentes del arco
político todo.-
Analizando
someramente el pedigrí de Amado Boudou, todos concluimos que resulta
verdaderamente impresentable. Pero la dama de negro lo eligió como su Vice y
ahora no hay retorno alguno posible, y aunque el hombre de refresco resulte más
peligroso que mono con navaja, institucionalmente debe ser así.-
Solo nos
resta elevar al cielo una plegaria para pedir la pronta recuperación de la
Presidenta, no porque compartamos su soberbia y altanería en su estilo de
gobierno, no porque humanitaria y cristianamente no se lo merezca, sino porque
al menos resulta previsible su conducta y a partir de allí el Pueblo podrá
continuar jugando legítimamente sus propias cartas.-
“Rey
que disimula delitos en su ministro, hácese partícipe de ellos, y la culpa
ajena la hace propia”. Quevedo.-
(*)
Dr. Jorge Enrique Yunes; Abogado; Doctorado en Ciencias Jurídicas y Sociales;
Analista Político; Investigador; Rosario, Provincia de
Santa Fe, República Argentina; jeayunes@yahoo.com.ar Twitter @Dr_Jorge_Yunes http://www.miradoranalitico.ENVIADO POR SU AUTOR
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