Si usted mete una rana viva en una olla con agua hirviendo, con toda certeza el anfibio saldrá de inmediato. El mero contacto con la abrasadora superficie del agua hará que la rana perciba el peligro y salte del recipiente.
Pero hay diferencias enormes en el resultado final del experimento si usted prueba una variante. Llene la misma olla con agua fría y arroje el batracio -que sentirá a gusto, incluso. Luego, encienda la hornalla y suba gradualmente el fuego.
A medida que la temperatura del agua va aumentando, la rana se va acostumbrando a la tibieza del ambiente. Pero cuando quiere reaccionar ya es demasiado tarde, bien porque está agotada o porque ya no tiene la voluntad de escapar.
La rana termina su vida entre burbujas de ebullición casi sin enterarse. ¿Y por qué? Porque se habituó a los cambios lentos pero constantes, y no se percató que el fuego no era lo más letal, sino su inmovilidad y conformismo.
¿Qué relación tiene este relato con lo que pasa con el dólar?
Veo la trágica historia de la rana hervida como una advertencia para usted y para todos los ahorristas e inversores argentinos.
La tranquilidad cambiaria no es total ni mucho menos sustentable porque el precio del dólar no refleja su escasez.
Déjeme que le explique por qué.
El cuento del dólar
Como usted sabe el dólar es la sensación térmica para el argentino. Entre las preocupaciones más habituales, el valor de la divisa -o el bajo precio del peso- siempre está presente.
Pero hace bastante tiempo que la brújula no es el tipo de cambio oficial. La variable que viene indicando el norte es el dólar blue -y en menor medida, el contado con liquidación-.
Estas fueron las válvulas de escape de la ebullición de expectativas de devaluación hasta hace poco.
El punto más álgido se hizo presente a fines del pasado mes de septiembre. El billete blue llegó a venderse a casi $ 16, ampliando la brecha con el dólar oficial hasta 89%.
En tanto, los inversores que, ávidos de dólares, compraban acciones y bonos en la Bolsa hicieron que el contado con liquidación tocara los $ 15,20.
Este panorama cambió radicalmente en octubre con la asunción de Alejandro Vanoli como Presidente del Banco Central, quien actuó sobre el mercado cambiario con puño de hierro. Sus objetivos puntuales fueron los negocios de la City porteña y la Bolsa.
Pasando por alto los detalles de su modus operandi, los resultados de la nueva gestión están a la vista. Hoy el dólar blue está apenas por encima de los $ 13 y la brecha se abatió hasta el 50%. Paralelamente, el dólar Bolsa se derrumbó hasta $ 12,20.
De esta manera, la sensación térmica del dólar dio un respiro. La alerta roja quedó atrás. Al menos, hasta ahora…
Miremos debajo de la alfombra
Hay muchos indicios de que los dólares que tiene el Banco Central son escasos y menos eficaces de lo que se cree.
Según los últimos datos, al 31 de enero las reservas internacionales sumaban US$ 31.452 millones. A pesar de no ser un número espectacular, a fin de 2014 fue suficiente para cortar con tres años consecutivos de pérdidas de reservas.
Pero si miramos en detalle cómo está conformado ese stock, la realidad no es tan agradable. Para saber cuántos dólares tiene el Banco Central para usar inmediatamente hay que descontar los encajes en dólares de los bancos (US$ 8.197 millones), los swaps con China (US$ 2.713 millones), los Derechos Especiales de Giro o DEG (US$ 2.848 millones) y la deuda por importaciones aprobadas (US$ 5.000 millones).
En definitiva, las reservas netas son US$ 12.694 millones. Esto representa un poder de fuego mucho menor para proteger el valor de la moneda, afrontar pagos de deuda y permitir el ingreso de importaciones.
Precisamente en este último aspecto comercial es donde se ve otra bandera roja. El Banco Central no vendió un solo dólar a importadores durante los últimos 3 días de la semana pasada, a pesar de que eran compras ya aprobadas.
A pesar del stock total de reservas, tampoco parece haber dólares disponibles para las empresas estatales. Por ejemplo, la semana pasada YPF tuvo que salir a los mercados internacionales a buscar financiamiento. La petrolera aceptó pagar 9% anual en dólares para obtener “sólo” US$ 500 millones en el exterior.
En cambio, los esfuerzos monetarios parecen más vinculados a esconder esta realidad de escasez bajo la alfombra. Y el mecanismo usado es un “enroque” en la demanda de dólares para silenciar la melodía de las cotizaciones paralelas.
En este sentido, se prioriza la demanda de dólares del público para ahorro y turismo en detrimento de las necesidades de importadores y empresas.
En todo 2014, según datos de la AFIP, las operaciones cambiarias para ahorro y turismo totalizaron US$ 3.456 millones. Para poner la cifra en perspectiva, equivale a un poco más de la mitad del superávit comercial del año pasado -que lejos de aliviar el cuadro, fue el menor resultado desde 2001-.
En lo que va de 2015, en tanto, se drenaron más de US$ 741 M con el aval de la AFIP.
Como resultado, vemos importadores y empresas estatales muy necesitados de divisas mientras que el BCRA y la AFIP permiten engrosar el colchón de los ahorristas.
Y en simultáneo, esta demanda “satisfecha” que tiene el guiño de la AFIP le quita presión al mercado paralelo. Pero el límite de esto es el crecimiento sostenido que viene teniendo la demanda de dólares, en todas sus formas.
Estos son algunos de los factores que silenciosamente sacan el dólar de las tapas de los diarios. Pero las señales de alarmas ya se empiezan a ver.
No sea rana: busque alternativas
La “pax cambiaria” lograda no está destinada a durar para siempre. La idea del Gobierno es extenderla hasta fin de año, pero la carga es demasiado pesada como para que se cumpla ese objetivo.
La película será la misma que se repitió varias veces en la historia: un salto desproporcionado del tipo de cambio para corregir el atraso cambiario y traer dólares comerciales, encareciendo importaciones y abaratando exportaciones.
Y este escenario se agrava por la ausencia de dólares financieros, excepto por los efímeros swaps chinos -vencen a un año- y otros préstamos de corto plazo.
El final es harto conocido por todos. Pero lo que nadie sabe es la duración de la película. Como decimos en economía “conocemos la tendencia, pero no el timing”.
No obstante, la anticipación es la clave y la mejor elección es buscar dólares de forma ilimitada.
Sí, como leyó. Se pueden conseguir billetes ilimitados y sin necesidad de pedirle permiso a la AFIP. Y la Bolsa es el medio indicado.
Existen activos que permiten dolarizar el capital y que, además, ofrecen un plus adicional. De esta forma, si elige este camino usted no sólo estará cubierto frente una devaluación sino que podrá obtener un beneficio extra muy atractivo.
Habiendo tomado conciencia del peligro que acecha, tanto el ahorrista incipiente como el inversor avanzado debe actuar ahora. El acceso a dólares para ahorro y turismo es sólo un placebo a cuentagotas.
El riesgo de no buscar activos “a prueba de devaluación” es demasiado elevado, tanto que podría conducir al destino fatal de la rana silenciosamente hervida.
Un saludo.
Por una nueva inversión exitosa, Nery Persichini
Pero hay diferencias enormes en el resultado final del experimento si usted prueba una variante. Llene la misma olla con agua fría y arroje el batracio -que sentirá a gusto, incluso. Luego, encienda la hornalla y suba gradualmente el fuego.
A medida que la temperatura del agua va aumentando, la rana se va acostumbrando a la tibieza del ambiente. Pero cuando quiere reaccionar ya es demasiado tarde, bien porque está agotada o porque ya no tiene la voluntad de escapar.
La rana termina su vida entre burbujas de ebullición casi sin enterarse. ¿Y por qué? Porque se habituó a los cambios lentos pero constantes, y no se percató que el fuego no era lo más letal, sino su inmovilidad y conformismo.
¿Qué relación tiene este relato con lo que pasa con el dólar?
Veo la trágica historia de la rana hervida como una advertencia para usted y para todos los ahorristas e inversores argentinos.
La tranquilidad cambiaria no es total ni mucho menos sustentable porque el precio del dólar no refleja su escasez.
Déjeme que le explique por qué.
El cuento del dólar
Como usted sabe el dólar es la sensación térmica para el argentino. Entre las preocupaciones más habituales, el valor de la divisa -o el bajo precio del peso- siempre está presente.
Pero hace bastante tiempo que la brújula no es el tipo de cambio oficial. La variable que viene indicando el norte es el dólar blue -y en menor medida, el contado con liquidación-.
Estas fueron las válvulas de escape de la ebullición de expectativas de devaluación hasta hace poco.
El punto más álgido se hizo presente a fines del pasado mes de septiembre. El billete blue llegó a venderse a casi $ 16, ampliando la brecha con el dólar oficial hasta 89%.
En tanto, los inversores que, ávidos de dólares, compraban acciones y bonos en la Bolsa hicieron que el contado con liquidación tocara los $ 15,20.
Este panorama cambió radicalmente en octubre con la asunción de Alejandro Vanoli como Presidente del Banco Central, quien actuó sobre el mercado cambiario con puño de hierro. Sus objetivos puntuales fueron los negocios de la City porteña y la Bolsa.
Pasando por alto los detalles de su modus operandi, los resultados de la nueva gestión están a la vista. Hoy el dólar blue está apenas por encima de los $ 13 y la brecha se abatió hasta el 50%. Paralelamente, el dólar Bolsa se derrumbó hasta $ 12,20.
De esta manera, la sensación térmica del dólar dio un respiro. La alerta roja quedó atrás. Al menos, hasta ahora…
Miremos debajo de la alfombra
Hay muchos indicios de que los dólares que tiene el Banco Central son escasos y menos eficaces de lo que se cree.
Según los últimos datos, al 31 de enero las reservas internacionales sumaban US$ 31.452 millones. A pesar de no ser un número espectacular, a fin de 2014 fue suficiente para cortar con tres años consecutivos de pérdidas de reservas.
Pero si miramos en detalle cómo está conformado ese stock, la realidad no es tan agradable. Para saber cuántos dólares tiene el Banco Central para usar inmediatamente hay que descontar los encajes en dólares de los bancos (US$ 8.197 millones), los swaps con China (US$ 2.713 millones), los Derechos Especiales de Giro o DEG (US$ 2.848 millones) y la deuda por importaciones aprobadas (US$ 5.000 millones).
En definitiva, las reservas netas son US$ 12.694 millones. Esto representa un poder de fuego mucho menor para proteger el valor de la moneda, afrontar pagos de deuda y permitir el ingreso de importaciones.
Precisamente en este último aspecto comercial es donde se ve otra bandera roja. El Banco Central no vendió un solo dólar a importadores durante los últimos 3 días de la semana pasada, a pesar de que eran compras ya aprobadas.
A pesar del stock total de reservas, tampoco parece haber dólares disponibles para las empresas estatales. Por ejemplo, la semana pasada YPF tuvo que salir a los mercados internacionales a buscar financiamiento. La petrolera aceptó pagar 9% anual en dólares para obtener “sólo” US$ 500 millones en el exterior.
En cambio, los esfuerzos monetarios parecen más vinculados a esconder esta realidad de escasez bajo la alfombra. Y el mecanismo usado es un “enroque” en la demanda de dólares para silenciar la melodía de las cotizaciones paralelas.
En este sentido, se prioriza la demanda de dólares del público para ahorro y turismo en detrimento de las necesidades de importadores y empresas.
En todo 2014, según datos de la AFIP, las operaciones cambiarias para ahorro y turismo totalizaron US$ 3.456 millones. Para poner la cifra en perspectiva, equivale a un poco más de la mitad del superávit comercial del año pasado -que lejos de aliviar el cuadro, fue el menor resultado desde 2001-.
En lo que va de 2015, en tanto, se drenaron más de US$ 741 M con el aval de la AFIP.
Como resultado, vemos importadores y empresas estatales muy necesitados de divisas mientras que el BCRA y la AFIP permiten engrosar el colchón de los ahorristas.
Y en simultáneo, esta demanda “satisfecha” que tiene el guiño de la AFIP le quita presión al mercado paralelo. Pero el límite de esto es el crecimiento sostenido que viene teniendo la demanda de dólares, en todas sus formas.
Estos son algunos de los factores que silenciosamente sacan el dólar de las tapas de los diarios. Pero las señales de alarmas ya se empiezan a ver.
No sea rana: busque alternativas
La “pax cambiaria” lograda no está destinada a durar para siempre. La idea del Gobierno es extenderla hasta fin de año, pero la carga es demasiado pesada como para que se cumpla ese objetivo.
La película será la misma que se repitió varias veces en la historia: un salto desproporcionado del tipo de cambio para corregir el atraso cambiario y traer dólares comerciales, encareciendo importaciones y abaratando exportaciones.
Y este escenario se agrava por la ausencia de dólares financieros, excepto por los efímeros swaps chinos -vencen a un año- y otros préstamos de corto plazo.
El final es harto conocido por todos. Pero lo que nadie sabe es la duración de la película. Como decimos en economía “conocemos la tendencia, pero no el timing”.
No obstante, la anticipación es la clave y la mejor elección es buscar dólares de forma ilimitada.
Sí, como leyó. Se pueden conseguir billetes ilimitados y sin necesidad de pedirle permiso a la AFIP. Y la Bolsa es el medio indicado.
Existen activos que permiten dolarizar el capital y que, además, ofrecen un plus adicional. De esta forma, si elige este camino usted no sólo estará cubierto frente una devaluación sino que podrá obtener un beneficio extra muy atractivo.
Habiendo tomado conciencia del peligro que acecha, tanto el ahorrista incipiente como el inversor avanzado debe actuar ahora. El acceso a dólares para ahorro y turismo es sólo un placebo a cuentagotas.
El riesgo de no buscar activos “a prueba de devaluación” es demasiado elevado, tanto que podría conducir al destino fatal de la rana silenciosamente hervida.
Un saludo.
Por una nueva inversión exitosa, Nery Persichini
FUENTE: Publicado en Inversor Global - Newsletter semanal - enviado por mail
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