La muchedumbre participante con sus reiterados aplausos, brindó un apoyo significativo a fiscales que cumplen con su deber de investigar; pero a la vez envió varios mensajes implícitos y subliminares a integrantes de los tres poderes del Estado y, también a la dirigencia política opositora. |
Por: Aldo Norberto Bonaveri
Al cumplirse 30 días de la muerte no esclarecida del fiscal Alberto Nisman, una multitudinaria concurrencia participo de la Marcha del Silencio, que en dos horas se desplazó desde el Congreso de la Nación hasta Plaza de Mayo, más precisamente donde está emplazada la fiscalía en la que cumplía sus funciones el extinto. Al unísono con el mismo propósito se produjeron manifestaciones en las ciudades más importantes del interior (Córdoba, Rosario, Mendoza y Mar del Plata, entre otras)
La intensa lluvia que se precipitó por las calles porteñas no fue impedimento para que la movilización resultara imponente; alrededor de 350.000 personas en forma ejemplar, marcharon con gran respeto y compostura clamado "¡Justicia! ¡Justicia!", e identificándose con "¡Argentina! ¡Argentina!", sin insignias partidarias, guarnecidos por paraguas, los que a la postre le otorgaron un escenario muy especial a la marcha convocada por fiscales, con el propósito de honrar la memoria del colega interfecto.
Es indudable que la muchedumbre participante con sus reiterados aplausos, brindó un apoyo significativo a fiscales que cumplen con su deber de investigar; pero a la vez envió varios mensajes implícitos y subliminares a integrantes de los tres poderes del Estado y, también a la dirigencia política opositora, la que en un acto de responsabilidad, con bajo perfil marchó mezclada con la concurrencia, sin pretender asumir un protagonismo que no les correspondía.
Sería hipócrita no reconocer que la manifestación tenía un tinte opositor; si bien la mayoría de los participantes se movilizaron consustanciados con la convocatoria y, se expresaron en consecuencia, es axiomático que la gente gano las calles también para recusar la corrupción, la impunidad, la soberbia, la interferencia en la Justicia, etc.
El mensaje tácito a los magistrados está referido a que no claudiquen ante presiones e intereses de cualquier naturaleza. La sociedad requiere una Justicia independiente, con jueces y fiscales valientes, honestos y probos.
A los políticos opositores, les están advirtiendo que la gravedad de la hora actual no tolera confrontaciones inútiles. La prioridad del colectivo no es imponer proyectos personales o partidarios, para eso están las PASO, que posibilitan dirimir preferencias. Ese es el concepto que impera mayoritariamente, en los dos tercios de los argentinos, que aspiran a un cambio de rumbo para el país.
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