jueves, 3 de diciembre de 2015

Avaricia y poder, sin remordimientos

Por el Dr Aníbal Hardy
Las estadísticas y la realidad demuestran que el número de psicópatas ha crecido, siendo el tipo más habitual y peligroso, el que está integrado especialmente en la clase política, al frente de empresas o en cargos de responsabilidad en los más diversos ámbitos. Su maña para mentir, manipular y desfigurar los hechos y su falta total de remordimientos, les facilitan arribar hasta los cargos más encumbrados a cualquier precio, aplicando un maquiavelismo total. No existe un procedimiento para curarlos porque no hay nada que curar, ellos están perfectos, y se sienten perfectos. Nunca podrán sentir empatía, ponerse en el lugar de otra persona, tener sentimientos hacia alguien. Ni siquiera por los seres más próximos, padres, hermanos, cónyuges, hijos, y menos los ciudadanos...
El mayor experto en psicópatas criminales del mundo, el doctor Robert Hare, llegó a la triste conclusión que muchos psicópatas dirigen los destinos del mundo. Con esto se puede comprender un poco, el actual rumbo de los sucesos históricos en el contexto mundial y el sombrío futuro que se pronostica para la civilización presente. Con pesimismo se ha llegado a la conclusión que la sociedad no puede defenderse de los psicópatas, ya que son ellos los que crean las reglas y dictan los principios. Se puede aseverar que en los ámbitos de la política, la economía y las finanzas, hay proporcionalmente más psicópatas que entre el resto de la población normal y que cientos de dirigentes de todos los niveles dentro de aquellos círculos son claramente psicópatas y muchos de ellos deberían estar encarcelados.
Las políticas llevadas a cabo en los últimos años, que han dejado como consecuencia a millones de personas en la indignidad, en la miseria y que están destruyendo la supervivencia del mundo, han sido viables porque los que han tenido a su cargo delinearlas e implementarlas por seres que no sienten, y que entienden que lo que hacen es lo normal y justo, que no miden las consecuencias de sus actos ni el sufrimiento que causan, careciendo totalmente de remordimientos. Están en la política o en los negocios. Están en todas partes, son personas que saben controlar a los demás y aparentan ser muy buenos. Tienen carisma y son líderes, pero con un carisma sin conciencia.
El tipo de fraude por empresarios de la construcción, suele aparecer asociado generalmente con el fin de una burbuja. Cuando ella estalla, las pérdidas se acumulan y se vuelve cada vez más difícil disimularlas. Deja de ser posible seguir usando dinero fresco de nuevas emisiones para pagar dividendos o intereses; la contabilidad creativa puede permitir ganar tiempo pero la hora de la verdad finalmente llega…
Los ciudadanos argentinos observan impertérritos como la paranoia de los máximos gobernantes nacionales, hacen declinar las condiciones de vida de los habitantes, con un total desprecio a los más elementales derechos de los ciudadanos, solo para satisfacer intereses propios. Exacerban disputas ideológicas y venganzas particulares, todo acompañado de un odio visceral contra aquellos que no compartan sus dislates o que el dinero no pueda comprar, haciendo resaltar el componente psicopático de sus personalidades. Hacen un uso descarado de los medios de información del Estado, inventando una patética defensa de sus perversas gestiones, casi siempre extendidas en el tiempo. Por suerte, también en estos casos la burbuja explotará, y la verdad también marcará su final, porque sus ambiciones ya exceden los límites de la cordura.
Abogado - desde Formosa
ENVIADO POR SU AUTOR

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