jueves, 16 de febrero de 2017

La tecnología crea más empleo del que destruye. Por Ivan Carrino

Los seres humanos tenemos una personalidad dual. Por un lado, nos fascinan los avances tecnológicos y nos agolpamos en la puerta de las “Tiendas Apple” cuando la marca de la manzanita presenta sus nuevos teléfonos inteligentes.
Por otro lado, nos asustamos enormemente con las consecuencias que la tecnología puede tener en el nivel de empleo, ya que muchos avances tecnológicos, especialmente los aplicados a la producción, apuntan precisamente a sustituir mano de obra humana por máquinas y robots.
Ahora bien, ¿tenemos motivos para asustarnos? Si uno realiza una mirada superficial sobre el asunto, entonces concluirá rápidamente que sí. Cuando un robot o una máquina automatizada pueden realizar el mismo trabajo que realizaba un obrero en una fábrica pero en menos tiempo y por menos dinero, la amenaza se vuelve evidente.
Sin embargo, lo que este análisis superficial deja de lado es todo el empleo que se generará en otros sectores producto de la mejora de la productividad y la caída de los precios de los bienes de consumo.
El razonamiento es sencillo: si la caída en los costos se persigue para reducir los precios, entonces los consumidores dispondrán de mayores ingresos reales, que podrán gastar en nuevos bienes y servicios. Esos bienes y servicios deberán ser producidos por terceras personas, creando nueva demanda de trabajo.
Lo que te cuento hasta acá no es un mero ejercicio teórico. En un estudio realizado por Ian Stewart, Debapratim De y Alex Cole, de la consultora Deloitte, se prueba con datos esta teoría.
Para los economistas de la consultora, el discurso actual sobre la tecnología está “sesgado hacia los efectos destructivos que el cambio tecnológico tiene debido a la relativa dificultad para predecir su efecto creador sobre los puestos de trabajo”. Sin embargo, la tecnología ha creado empleo en términos netos por los últimos 144 años.
Los autores examinaron datos del censo de Inglaterra y Gales desde 1871 hasta el año 2014. Los resultados mostraron un marcado descenso en algunos tipos de trabajo, pero un aumento significativo en otros que más que compensó la baja en los sectores afectados.
El ejemplo más paradigmático es el de los trabajadores agrícolas. En 1871, el 6,6% de la fuerza de trabajo estaba abocada a tareas agrícolas. En 2014, ese porcentaje bajó a 0,2%, una reducción del 95%.
Otro caso es el de los trabajadores involucrados en lavanderías. En 1901, 200.000 personas sobre una población de 32,5 millones se ocupaban de lavar la ropa de los ingleses. En 2011, solo 35.000 sobre una población de 56,1 millones realizaban el mismo trabajo.
¿A dónde fueron a parar los afectados por el “desempleo tecnológico”?
Aun cuando la tecnología destruye algunos trabajos, es creadora neta de empleo. Por un lado, porque el sector que produce las innovaciones tecnológicas está permanentemente demandando trabajadores que ayuden en esta tarea. Pero hay otro efecto derivado del avance tecnológico que afecta positivamente el empleo: es que los precios bajos resultado de la tecnología estimulan la demanda de nuevos sectores y nuevos bienes y servicios.
Así, los contadores, que en 1871, eran 9.832, se multiplicaron por 22, y en 2011 totalizaron 215.678. Algo similar sucedió con las enfermeras profesionales (se multiplicaron por 26), el personal de bares (se multiplicó por 4 desde 1951) y los peluqueros: en 1871 había un peluquero por cada 1.793 ciudadanos; hoy esa relación es 1 a 287.
Como afirman los autores, la tecnología crea empleo en servicios especializados (como contadores, profesionales de marketing, médicos y educadores) y también en aquellos sectores que no buscan atender las necesidades básicas de la población (bares, peluquerías y gimnasios, por ejemplo).
Es decir, con la tecnología, la división del trabajo se profundiza, crece la especialización y mejoran los niveles de vida. Y todo esto con mayores niveles de empleo.
En un análisis de datos más recientes, el mismo estudio muestra cómo fue cambiando la estructura del empleo en Inglaterra:

Como se observa, si bien los trabajos manufactureros son cada vez menos, hubo un impresionante crecimiento en el sector servicios que más que compensó la caída. Entre 1992 y 2014, en medio de una verdadera revolución tecnológica, la cantidad de puestos de trabajo creció en nada menos que 5,8 millones.
La tecnología refleja el deseo del hombre de hacer la vida más fácil. Así, nos libera de realizar tareas que no nos gustan, y nos fuerza a enfocarnos en las nuevas demandas de los consumidores.
Por los últimos 144 años de historia, además, ha sido creadora neta de empleo, y no hay motivos teóricos ni empíricos que nos hagan pensar que esta tendencia va a empezar a cambiar justo ahora.
Más que temerle, a la tecnología hay que agradecerle. Si no fuera por ella, estaríamos todavía trabajando la tierra y con una expectativa de vida de, como mucho, 40 años.
Saludos,
Iván Carrino - Para El Inversor Diario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ARCHIVOS DE TEMAS DEL BLOG

Buscar articulos