Frente a semejante infortunio a Guillermo Moreno no se le ocurre otra cosa que desfigurar el contexto ignominiosamente.
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Por: Aldo Norberto Bonaveri
El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, no pierde oportunidad en proferir barbaridades que no por recurrentes dejan de asombrar; los desatinos cobran dimensión superior y provocan mayor malestar, en tanto y en cuanto él o el gobierno que integra, son causantes de desequilibrios y distorsiones, que a la postre tuvieron incidencia en los efectos que con total desparpajo pretende manipular.
En recientes declaraciones procurando negar una realidad irrebatible disparó: “¿De qué inflación me hablan si la carne no sube hace tres años?”, naturalmente semejante aseveración no puede menos que generar repercusiones en la opinión pública, pero sobre todo fomentar la indignación del sector agropecuario. La manipulación parte de un punto que tiene cierta apariencia de verosimilitud, pero que no se compadece con la verdad y, la consecuencia de la “virtud” que intenta destacar significó un perjuicio tremendo para la ganadería, al tiempo de constituir uno de los fracasos más rotundos del Gobierno en materia de economía.
Corresponde reconocer que la carne en general es el alimento que menos ha aumentado en los últimos tres años; resultando prácticamente por estos días el elemento más accesible de la canasta familiar, registrando incrementos bastante inferior a la inflación; en el caso específico de la carne bovina, en dicho lapso el precio ha crecido alrededor del 50% versus el 90% (acumulado) del índice general. Claro está que porcentajes tomados aisladamente y descontextualizados pueden hacernos incurrir en errores de apreciación.
Cabe recordar que la carne experimentó en 2010 una recuperación explosiva de precios. Producto de las arbitrarias medidas tomadas por el Gobierno: prohibición de exportaciones en 2006, e intervenciones de distinto tipo en el mercado interno, (varias de ellas instrumentadas por el propio Guillermo Moreno.) Conclusión: La historia conocida, Argentina perdió más de 10.000.000 de cabezas de ganado bovino, ocasionó el cierre de 30 plantas frigoríficas y la pérdida de los 12.000 puesto de trabajo.
Un verdadero dislate. Como consecuencia de ello pasó lo que tenía que suceder: faltó carne para el consumo interno y ello trajo aparejado que de tener el producto más barato, pasamos a ostentar la más cara de la región. Aquella tristemente célebre aberración le costó al país la friolera de $35.000 millones.
Naturalmente con ello regresó la rentabilidad de los ganaderos, posibilitando que aquellos que pudieron (muchos que habían liquidados sus stock no pudieron recursos para retomar la actividad) recompusieran gradualmente sus rodeos. Dicho proceso no sólo se ha detenido, sino que nuevamente hemos ingresado en el tobogán regresivo; el péndulo no es consecuencia de mayores misterios, otra vez la ganadería dejó de ser conveniente y reiteradamente el Gobierno es el responsable, poniéndole obstáculos a las exportaciones. Tan incomprensibles son las políticas erráticas al respecto, al punto que por sexto año consecutivo no ha sido posible cumplir con la preciada Cuota Hiltón.
Para tener idea del craso despropósito es dable señalar que del ser 3° en el ranking de exportadores de carne bovina descendimos al 11° lugar; No sólo Brasil nos pasó por arriba, luego fueron Uruguay y Paraguay, después México y recientemente Nicaragua.
Lo que si viene ocurriendo es que durante estos tres años el productor cobra lo mismo por el kilo vivo de novillo; como no podía de ser de otra manera, con tamaño nivel de inflación la rentabilidad se licuó totalmente, los síntomas están a la vista: viene creciendo peligrosamente la faena de vientres, tal situación además de significar menos terneros para la próxima zafra, trae aparejado un excedente de carne en el mercado interno, que al estar trabada la exportación irremediablemente deriva en el achatamiento de precios,retroalimentando así la perversa historia ya conocida.
Los números son elocuentes, por este tiempo el 67% de la faena corresponde a hembras, por lo que al paso que vamos tendremos una merma suprior a 900.000 cabezas. La reactivación de las exportaciones se torna indispensable, es irracional estar actualmente alrededor de las 190.000 toneladas anuales, cuando el país ha sabido comercializar extramuros 770.000 toneladas. Allí hay parte de las necesidades inminentes de divisas que tiene el país.
La situación de la ganadería ha entrado en una pendiente realmente preocupante, los valores de los insumos se están moviendo al compás de la inflación; el retraso cambiario hace que la competitividad se haya esfumado; frente a semejante infortunio a Guillermo Moreno no se le ocurre otra cosa que desfigurar el contexto ignominiosamente.
www.pregonagropecuario.com.ar
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