“¿Es un imperio aquello que allá se apaga, o sólo una luciérnaga?” Jorge Luis Borges
La decadencia argentina tenga su exponente máximo en la
clase política, en un podio compartido con quienes el destino había señalado
como dirigentes y prefirieron abdicar de sus obligaciones. Siempre he dicho que
el famoso apotegma –“cada pueblo tiene el
gobierno que se merece”- es falso, ya que la verdad dice: “cada pueblo tiene el gobierno que se le
parece”; aquí está suficientemente probado. Hace mucho tiempo, concretamente
el 6 de noviembre de 2008, publiqué una nota, “Es hora de hombres, no de
nombres” (http://tinyurl.com/lzj3huo), que hoy tiene una actualidad tal que permite
descubrir el cierto camino hacia la intrascendencia que nuestro país ha decidido
recorrer desde hace décadas; propuse allí algunos de los temas básicos que hoy,
lamentablemente, conservan total actualidad.
El triste espectáculo que ofrece la mayoría de los que
se titulan opositores al “modelo”, muchos de los cuales lo acompañaron desde la
gestión o desde las bancas parlamentarias durante los últimos diez años, es una
muestra de ello. Los gurúes marketineros los han fabricado como envases vacíos y
les prohíben expresar sus ideas –si es que las tienen- para evitar la fuga de
eventuales votantes que están dispuestos a “comprarlos” por su aspecto, por su
juventud o por su simpatía.
Todos estos pre-candidatos parecen ignorar qué contendrá
el paquete envenenado que recibirán si les toca el “gordo de Navidad” con el que
sueñan, y no consiguen ponerse de acuerdo siquiera en un manojo de políticas de
estado susceptibles de evitar los mayores daños que, inevitablemente, sufrirán
las clases menos acomodadas cuando exploten todas las bombas que el kirchnerismo
habrá dejado cuando, al fin, abandone el poder.
Hay algunos grandes temas que podrían consensuarse y
que, si lo fueran, cambiarían el futuro. Me refiero a la lucha contra el
narcotráfico, a la inseguridad, a la corrupción, a la educación, a la salud, a
la vivienda, a la redistribución federal de los ingresos públicos, a la defensa
nacional, a la infraestructura, a la energía, a la relación con el mundo, a los
subsidios fiscales y a los planes sociales, al déficit fiscal, a la boleta
única, a la reelección en los cargos, etc., y al irrestricto compromiso de
respetar la Constitución Nacional, con todo lo que ello implica. He propuesto,
en una nota del 21 de febrero de 2012, a la que titulé “La Argentina que quiero”
(http://tinyurl.com/bla4n57), soluciones para algunos de ellos pero, como siempre
sucede en nuestro país, nadie parece o quiere escuchar.
Conociendo los bueyes con los que aramos, esa actitud
generosa y positiva de los líderes políticos sólo se dará si la ciudadanía,
mayoritariamente, los obliga a adoptar conductas altruistas, esas que todos
declaman compartir. Debemos exigirles, bajo apercibimiento de repudiar con
nuestros votos sus candidaturas, que se sienten a una misma mesa y se pongan de
acuerdo en esos temas básicos, aunque mantengan sus diferencias en cuanto a la
forma de arribar a las soluciones necesarias; luego, seremos nosotros, los
ciudadanos de a pie, quienes elijamos entre los métodos propuestos.
Hoy, todos están compitiendo, muy agresivamente por
cierto, por las eventuales candidaturas para un 2015 que, en la Argentina,
significa tanto como discutir el sexo de los ángeles. En el camino hacia la
fecha prevista para la entrega del poder, el 10 de diciembre de ese año, existe
todo tipo de inminentes vallas que el país deberá saltar tan sólo para
sobrevivir; esperemos que la Presidente se encuentre en condiciones
psico-físicas de reasumir en plenitud sus funciones porque, si no fuera así,
entraríamos en un período muy complicado, por las guerras intestinas que se
desatarán entre los que aspiran a ser los herederos del
“modelo”.
La primera de esas vallas, y la más grave, como señaló
el Episcopado en su durísimo documento, es el crecimiento de todas las
actividades vinculadas al narcotráfico, que incluyen la destrucción de toda una
generación de argentinos “ni-ni” en manos del paco. La crisis moral que afecta a
toda nuestra sociedad y que viene desde las más altas esferas del Gobierno
repercute, especialmente, en las fuerzas de seguridad que deberían enfrentar
este flagelo, convirtiéndolas en presas fáciles para quienes manejan sumas de
dinero que exceden todo esfuerzo de imaginación. Cuando un gendarme o un
policía, que gana un sueldo muy bajo, es tentado por quienes manejan las rutas y
los laboratorios de la droga, los sobornos ofrecidos son de tal magnitud que
convertirían en verdaderos santos a quienes los rechazaran y, como todos
sabemos, los santos escasean en la Argentina. Por lo demás, ¿cómo pedirle ética
a un humilde servidor público cuando está al frente del Gobierno el ladrón de Guita-rrita o es Presidente de
Aerolíneas Argentinas el ladrón de Hijitus Recalde?
Si no nos ponemos de acuerdo inmediatamente en la
gravedad de este tema, más temprano que tarde nuestro país, como ya sucedió en
México y Colombia, comenzará a contar sus muertos por miles y, dado el panorama
que presentan nuestras fuerzas armadas, carentes de formación y de equipos, de
tanques, de aviones y de buques, aquí será aún más complicada la lucha y más
esquiva la eventual victoria. No necesito explicar qué consecuencias acarrearía,
en una sociedad tan fragmentada como ésta que los Kirchner legarán al futuro, un
incremento previsible del narcotráfico.
La segunda será la inflación, tan negada por Patotín, que está condenando al hambre a
vastos sectores ignorados por el Indec; cuando las fiestas navideñas se
aproximen, se registrarán nuevas conmociones sociales que el Estado se verá
imposibilitado de controlar, tanto desde el ángulo económico por la escasez de
recursos cuanto desde el punto de vista policial; si el 30% de la población
saliera a reclamar, no hay fuerzas de seguridad capaces de pacificar esas
protestas. Por lo demás, si el hato de burros incapaces que constituye el pseudo
equipo económico adoptara cualquier medida aislada (como fue el nuevo
endeudamiento post facto convalidado
por el Poder Ejecutivo por $ 50.000 mil millones el viernes) y, seguramente,
contradictoria con otras vigentes, fogonearía aún más la inflación, complicando
la situación general.
La tercera será la caída infernal de reservas que
registra el Banco Central, que se agudizará el año próximo por el robo de otros
US$ 5.000 millones por el pago del cupón atado al falso crecimiento del PBI y
por la necesidad de importar más energía a mayor precio, y todo eso agravado si,
desde la Casa Rosada, no se inventan nuevos cepos para frenar el monumental
déficit de la cuenta vinculada al turismo. Mientras todos los países de América
Latina, con la obvia excepción de Venezuela, han multiplicado varias veces su
nivel de reservas, la Argentina las ve irse por la alcantarilla, perdiendo así
la capacidad de reacción que necesitará cuando el viento de popa que la ha
acompañado en la última década cambie definitivamente de cuadrante, como está
comenzando a suceder.
Por otra parte, resulta directamente increíble que los
funcionarios de hoy se entreguen en manos de la Justicia, sabiendo que perderán
hacienda y libertad, cuando el Gobierno termine. La proliferación de los
barra-bravas, de los peligrosos presos “¿fugados?” de las cárceles que integran
el “Vatayón Militante” y de los moto-chorros que actúan como sicarios del poder
nos están indicando por dónde vendrán los tiros.
Como se ve en el inventario elemental que he
confeccionado más arriba, los problemas son muchos, y serán peores dada la
resistencia del Gobierno a pagar la cuenta de esta fiesta para pocos y tomar
medidas que, aunque quizás impopulares, puedan aliviar el panorama desolador al
que nos enfrentaremos muy pronto; los economistas ya no discuten si la crisis
llegará, de lo que nadie duda, sino cuándo se producirá, es decir, si doña
Cristina se hará cargo de ella o este duro rol será reservado a su sucesor. Tal
vez la única esperanza de un cambio radical en el Gobierno radique en la presión
de los gobernadores que han sido castigados en las urnas, y que identifican al
“modelo” como causante de todos sus males.
En cuál sea respuesta a esta pregunta podría determinar,
precisamente, si el regreso de la viuda de Kirchner se concreta o no. Quizás
sueñe con echar la inevitable culpa a quien sea el futuro inquilino de la Casa
Rosada –“¿vieron que conmigo esto no
pasaba?”- e intentar ser reelecta en un brumoso 2019, pero eso ya entra en
el reino de la fantasía irrealizable, como sucedió con el eterno recambio
matrimonial hasta que la parca lo frustró.
Rio de Janeiro, 10 Nov 13 Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
ENVIADO POR SU AUTOR
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