martes, 11 de febrero de 2014

Llegó el momento de que Kicillof se afeite las patillas

ImagenPor Ignacio Ros

No estamos en crisis -como algunos señalan-, pero podríamos desembocar en una si no tomamos las medidas necesarias. Mientras los buitres criollos anuncian el cataclismo, el Gobierno todavía no termina de ajustar las tuercas.
La economía autóctona no atraviesa su mejor momento y eso es claro. Si usted lee asiduamente mis columnas, conoce mi opinión. Es evidente que hicimos todo por mantenernos afuera de esa fiesta latinoamericana que fue la lluvia de dólares de los últimos cinco años.
No obstante, el viento de cola fue tan fuerte que disfrutamos parte de la bonanza, aún sin corregir variables importantes como: inflación, tipo de cambio y expansión económica desbordada. Hoy, llegamos a un punto que ni siquiera el relato puede dibujar.
Al parecer, se entendió que todos los problemas económicos de un país se resuelven a través de tres políticas: fiscal, monetaria y cambiaria.
En enero devaluamos un 23%, subimos las tasas en pesos del 16% al 28,5% (hoy puede volver a tocarse) y -desde ya hace unos meses- comenzamos a recortar la expansión monetaria, aunque no de manera eficiente.
Kicillof  debería afeitarse las patillas
La receta ortodoxa volvió. Es cierto, seguro que de la mano del nuevo presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, pero ante la atenta mirada de un ministro de Economía que prometía la mejor mezcla entre Marx y Keynnes.
Sin embargo -y más allá de las discrepancias que tanto usted como yo tenemos con el modelo- se está empezando a respirar un aire denso que es innecesario.
¿Recuerda que tuvimos un ministro de Economía que prometió que con la convertibilidad habría "más de seis décadas de crecimiento y prosperidad en la Argentina"? Ese mimo personaje hoy propone dolarización  completa o una convertibilidad administrada.
Mientras tanto, algunos referentes opositores atizan el rumor de que Cristina de Kirchner no terminaría su mandato. Como si fuera poco The Economist afirma que "se terminó la fiesta" para la Argentina, pero más pesimista es The Wall Street Journal que nos augura una "megadevaluación".
No se confunda, los verdaderos buitres no son los bonistas neoyorquinos, ni los medios extranjeros... Las verdaderas aves de carroña están adentro.
¿Tiene presente usted lo que sucedió cada que en este país un presidente no terminó su mandato? Es momento de madurar como democracia, más allá de que no estemos de acuerdo con los colores del que gobierna.
Le voy a dar una noticia: ¡Argentina no está en una crisis!
Hoy la situación fiscal comienza a comprometerse y es necesaria la ayuda del Banco Central, pero -al minuto- no tenemos una recesión, ni una hiperinflación, ni estamos en cesación de pagos, ni se disparó el desempleo. Cada uno de esos indicadores se fue deteriorando, pero al momento no se tradujeron en una crisis.
¿Puede desembocar en una? Por su puesto.
 "Todas las fortalezas de la macro y el poder político-institucional aún vigentes, se licuarían si el dólar se dispara por encima del valor de equilibrio de alrededor de $ 8 (o $10 para la compra, si sumamos el 20% de la AFIP) que el Gobierno ha planteado. Si algunos operadores le ganan la pulseada al Estado, entonces la devaluación se habrá salido de manos. El valor de la moneda y la inflación serán impredecibles, y el conjunto de los actores económicos, para protegerse de la incertidumbre, remarcarán en grande o retendrán stock. Y ahí sí que estaremos en una crisis", señalan desde la consultora Analytica.
El dólar ayer se mostró estable con una nueva medida del Gobierno que insta a los bancos a deshacerse de parte de sus posiciones en la divisa norteamericana. Mientras tanto, algunos economistas, como Miguel Bein, reconocido asesor del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, sostienen que con la liquidación de esta cosecha -que es récord- alcanzará para normalizar el mercado. ¿Lograrán convencer a los productores de liquidar?
Como ve, hoy más que nunca, la economía es un juego psicológico que radica en controlar las expectativas.
Se sale con liderazgo y medidas claras
La solución está a la mano y dependerá del Gobierno. Algunas cosas que deberá hacer para mantener la situación bajo control son evitar que la devaluación se traslade a precios y llevar adelante una eficaz negociación para evitar que las paritarias se disparen.
Tengamos en cuenta que la inflación se está acelerando. Algunas consultaras señalan que enero cerró un 6% arriba, mientras que la Ciudad de Buenos Aires sostiene que fue de un 4,8%. Independiente del número que dé el INDEC, una alternativa podría ser negociar paritarias semestrales para que el impacto sea menor.
La revisión de los subsidios sigue siendo una materia pendiente. Si pensamos que en lo que iba de 2013 hasta noviembre se habían destinado $ 3.200 millones para Aerolíneas y que este 2014 se emplearán $ 1.420 millones (sí, $ 4 millones por día) para Fútbol Para Todos, podemos entender que la sintonía fina todavía no llegó. Perdón, sí llegó. Está en un bien de primer uso como es el boleto del colectivo. Hasta no mostrar seriedad con la distribución del gasto, será difícil transmitir seguridad al mercado.
Recuerde que este juego sólo se gana controlando las expectativas. ¿Tendrá la capacidad este Gobierno para hacerlo para seducir y generar las alianzas necesarias? La respuesta la tendremos en marzo.
 FUENTE: Publicado en el Inversor Global - enviado por mail el Newsletter semanal

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