La integración regional en América Latina fluctúa entre intereses
nacionales y profundización de las alianzas. DW habló con Benjamin
Reichenbach, experto en América Latina, sobre la pugna entre pragmatismo
e ideologías.
Brasil y la UE se aproximaron este lunes en negociaciones
bilaterales. También bi y no multilaterales fueron los acuerdos de libre
comercio concluidos por la UE en 2013 con Perú y Colombia.
Simultáneamente, la cumbre del Mercosur se ha aplazado “hasta que la
situación en Venezuela se calme”. Hechos sintomáticos en los procesos de
integración en América Latina y su relación con el resto del mundo. Un
observador de la integración latinoamericana da claves para su
comprensión.
-¿Cuáles son hoy los más importantes proyectos de integración en América Latina? ¿Qué futuro les ve?
-Benjamin Reichenbach: Los dos proyectos de
integración económicamente más importantes son el Mercosur y la Alianza
del Pacífico. El Mercosur, conformado por Argentina, Brasil, Paraguay,
Uruguay y Venezuela, fue creado en 1991. La Alianza del Pacífico,
integrada por México, Colombia, Perú y Chile, fue creada en 2012. En los
últimos años han surgido también instituciones regionales que tienen un
carácter más bien político: la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur)
y la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (Celac).
Paralelamente existen también otras varias alianzas, como la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP), la Comunidad
Andina (CAN), el Sistema Centroamericano de Integración (SICA), la
Comunidad del Caribe (Caricom) y la Organización del Tratado de
Cooperación Amazónica (OTCA).
-El Mercosur parece debilitarse cada vez
más. Mientras Argentina y Venezuela llevan adelante una política
proteccionista y dirigista, Brasil y Uruguay apuestan más por una
apertura e integración en los mercados mundiales. ¿Tiene futuro el
Mercosur?
-El Mercosur continúa siendo el proyecto con mayor
profundidad de integración en América Latina. No obstante, nunca ha
alcanzado su objetivo: la creación de un mercado común. Hasta hoy
continúa siendo una unión aduanera incompleta con numerosas excepciones.
El Mercosur fue creado como un proyecto regional abierto y dirigido a
los mercados mundiales. Luego de primeros éxitos, entró en profunda
crisis, con las turbulencias monetarias en Brasil y Argentina alrededor
del año 2000. Uno de sus problemas estructurales centrales es que
Brasil, en su calidad de socio más importante, es económicamente mucho
menos dependiente del Mercosur que el resto de sus integrantes. El
ingreso de Venezuela en 2012 tuvo lugar por motivos puramente políticos.
El estancamiento del Mercosur a nivel de política económica, que
también se debe a Brasil, se profundizó así aún más. Si los socios no
logran hallar una línea de política económica común a largo plazo, sería
pensable una flexibilización de los mecanismos del Mercosur en interés
de Brasil y Uruguay. Para los países socios –también el ingreso de
Bolivia fue firmado ya en 2012– el proyecto de integración como unión
aduanera continúa teniendo un gran valor, que otros proyectos de
integración no ofrecen.
-A menudo se habla de la creación de una
moneda común del Mercosur. ¿Cuán realista es esa idea, en vista de que
los diversos países que lo componen no se ponen de acuerdo en una
política económica común?
-Una unión monetaria del Mercosur es actualmente
impensable. La crisis del euro ha demostrado que para ello es
imprescindible antes una armonización de políticas económicas y
financieras. De eso están muy lejos los países del Mercosur.
-¿Qué perspectivas tiene la Alianza del
Pacífico? ¿Está orientada solo hacia el comercio libre y la exportación
de materias brutas, como se afirma a menudo, o tiene también una
dimensión política y social?
-La Alianza del Pacífico, compuesta por México,
Colombia, Perú y Chile, ha ganado últimamente gran dinámica como acuerdo
de libre comercio. Costa Rica se ha propuesto formar también parte de
ella a más tardar en el 2015. Alemania es uno de 30 países con estatus
de observador. La Alianza del Pacífico suma 210 millones de habitantes y
representa casi el 35 por ciento del PIB latinoamericano. Si bien
existen planes de crear un Parlamento, visados unitarios y
representaciones diplomáticas comunes, en primer plano se hallan los
intereses comerciales, con una clara orientación hacia Asia. Gran parte
de las exportaciones de Chile y Perú ya van en esa dirección, México y
Colombia quieren seguirlos. China es uno de los socios comerciales más
importantes de los cuatro países. El comercio intrarregional de los
países miembros entre sí está, no obstante, poco desarrollado, lo que
podría dificultar a largo plazo los esfuerzos de integración.
-Mientras que las tensiones entre el
Mercosur y la Alianza del Pacífico son insoslayables, parecen que países
de ambos proyectos han encontrado una plataforma común en Unasur. ¿Cómo
se explica?
-Las aspiraciones y la realidad en relación con
Unasur han cambiado desde su creación. La idea original, poco realista,
fue que el Mercosur y la Comunidad Andina se fusionaran. Como no
funcionó, Unasur fue adaptada a las realidades políticas y –a diferencia
del Mercosur y la Alianza del Pacífico, que están orientadas hacia la
integración económica– ha adquirido un carácter más político. La
identidad de Unasur, de la que son miembros todos los doce países
sudamericanos, se alimenta de su pertenencia geográfica a América del
Sur, mientras que ALBA posee una orientación más ideológica. Uno de los
objetivos de Unasur es justamente proporcionar impulsos a la integración
física. Si bien es legítimo preguntarse si para ello se necesita una
organización regional, Unasur ha probado en los últimos años ser un buen
mecanismo de solución de conflictos políticos, lo que ha justificado
plenamente su existencia.
-¿Qué papel desempeña la Comunidad Andina? ¿Son las numerosas superposiciones de las diversas alianzas sensatas y prácticas?
-La Comunidad Andina (CAN) prácticamente solo existe
sobre el papel. Luego de la salida de Venezuela, en 2006, se produjo
una división de la CAN en países orientados hacia el libre comercio
(Perú y Colombia) y países críticos con el libre comercio (Bolivia y
Ecuador). Con la creación de la Alianza del Pacífico por parte de
Colombia y Perú, así como una aproximación de Bolivia y Ecuador al
Mercosur, la CAN está prácticamente muerta. Recientemente, los Estados
miembros han resuelto ya disolver el Parlamento Andino, que existía
desde 1984.
-¿Falta en algunos países la convicción de
la necesidad de proyectos de integración? ¿Son los objetivos de largo
plazo sacrificados en el altar de los intereses nacionales de corto
plazo?
-La Unión Europea surgió en una situación histórica
particular luego de la Segunda Guerra Mundial, que llevó a una mayor
disposición a integrarse y a renunciar a parte de la soberanía nacional.
Muchos de las alianzas latinoamericanas tienen, por el contrario, un
carácter intergubernamental. Es correcto que en muchos casos los
intereses nacionales impiden una profundización de la integración
regional. Simultáneamente hay que tener en cuenta que las democracias
latinoamericanas se diferencian en parte fuertemente, tanto en su
estructura institucional como en su concepción de la democracia, de la
situación europea, lo que dificulta una renuncia a partes de soberanía y
su transferencia a instancias superiores. Además, la crisis de la Unión
Monetaria europea ha hecho perder crédito a la UE como modelo de
integración regional, por lo que los países latinoamericanos
desarrollarán cada vez más formas propias de integración, que
eventualmente dejan fuera la renuncia a competencias nacionales. Si así
pueden evitar déficits de legitimación por una falta de inclusión de la
población, eso no tiene por qué ser una desventaja.
-¿Qué relaciones desarrolla la UE con las diversas alianzas regionales y con qué objetivos?
-Si bien la UE es el más importante socio comercial
del Mercosur, las negociaciones UE-Mercosur para llegar a un acuerdo de
libre comercio, que tienen lugar desde el año 2000, no han sido exitosas
hasta ahora. Luego de una pausa de seis años, fueron retomadas en 2010,
pero avanzan con muchas dificultades, por lo que probablemente no se
llegue a acuerdo alguno. Entre la UE y el SICA, por el contrario, fue
firmado en 2012 un Acuerdo de Asociación, con el objetivo de favorecer
el comercio bilateral y abrir los mercados, lo que beneficia sobre todo
la exportación de productos europeos a América Central. Temas sociales y
políticos fueron mayormente excluidos. Con respecto a la CAN, la UE ha
contribuido claramente a su división. Mientras que oficialmente apoya el
fomento de los proyectos regionales, inició negociaciones bilaterales
con Colombia y Perú, que, a pesar de críticas de organizaciones de
defensa de los derechos humanos y ONG, concluyeron en 2013 en acuerdos
bilaterales.
-A la UE se la acusa una y otra vez de
exigir la apertura de los mercados de otros países, pero proteger los
propios. ¿Qué hay de cierto en eso?
-Los acuerdos comerciales bilaterales tienen
básicamente la desventaja de que el socio más fuerte puede inclinar a su
favor las condiciones de un acuerdo. Eso hace justamente la UE en
negociaciones bilaterales, al igual que los Estados Unidos. El menor
nivel de desarrollo de los interlocutores más débiles no es tomado en
cuenta. La UE descuida también aspectos políticos y sociales, que en
parte no interesan a los gobiernos interlocutores, pero que en última
instancia van en contra de los intereses de la población de esos países.
La retórica pública y la acción política de la UE divergen mucho en
eso.
FUENTE: Publicado en AmericaEconomía.com - http://www.americaeconomia.com/politica-sociedad/politica/america-latina-que-integracion-quiere-la-region
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