martes, 3 de febrero de 2015

Próceres ayer, prontuariados hoy

Por el Dr. Aníbal Hardy*
Cuenta la historia argentina que el Presidente Julio A. Roca (1880-1886), (1898-1904) mandó a su Ministro de Guerra, el General Pablo Richieri a Alemania a comprar 40.000 fusiles Mauser para equipar al Ejército. Terminada ya la operación de compra, un representante de la empresa vendedora, le da un sobre con la "Comisión de Costumbre" por la compra realizada. Richieri abrió el sobre y encontró un considerable monto de dinero y sin decir una palabra se lo devolvió al funcionario que se lo había dado, diciéndole: "Muchas gracias por la atención, mande a la Argentina este importe en armas o sea tres mil fusiles mas". En ese momentola Argentina ocupaba el sexto lugar en la escala mundial. Otro ilustre argentino, que dejó la presidencia en el año 1874 y se da cuenta que no tiene casa propia, y se va a vivir con su hija Faustina mientras piensa como resolver su situación. El problema fue que no tenía medios para comprar una vivienda. Había estado tan ocupado en trabajar por la Grandeza del País que se había olvidado de sí mismo.
A los argentinos de estos tiempos nos resuenan las palabras altisonantes de los últimos presidentes y funcionarios que al asumir juraban y mostraban las limpias palmas de sus manos, asegurando que la transparencia sería la antorcha que iluminaría el camino de sus gestiones. Pero al poco tiempo, con su accionar doloso echaban por tierra sus encendidos discursos. Basta recordar los casos IBM-Banco Nación, armas, privatizaciones, los desaparecidos fondos de Santa Cruz, el tema de las valijas-narcos a España, los exagerados subsidios de la secretaría de Transportes, las coimas de la empresa sueca Skanska –Techint, al parricida, asesor de las Fundación Madres de Plaza de Mayo, convertido en millonario con viviendas financiadas por el Estado, el caso ex CicconeCalcográfica, etc. Indigna a la ciudadanía ver a gobernantes que disponen del uso de aviones y de otros bienes públicos, como si fueran propios, el obsceno enriquecimiento personal de funcionarios, parientes, socios, amigos, y hasta de sus secretarios. Como controlan el juego y las obras públicas, venden medicamentos falsos, narcotraficantes ingresan al país sin problemas y como hijos de funcionarios reparten drogas en autos del Estado... Existe una patología muy común, como lo es la búsqueda de acrecentar enormemente fortunas personales, a cualquier riesgo y exposición, con groseras actitudes, poco estudiadas, dejando huellas marcadas sin importar las consecuencias, seguramente porque, a poco de transitar cualquier cargo, saben que no recibirán ningún castigo, y en caso de complicarse, tendrán siempre algún respaldo oficial, a través de Jueces y Legisladores amigos.
La mayoría de los hechos delictuosos empiezan siendo apenas una denuncia mediática, (Casi nunca por los Fiscales de turno, salvo el ejemplar caso Nisman), tildada enseguida de “operación de prensa”, “operación política” o “complot” y finalmente dicen: “Debemos ser respetuosos del proceso judicial que esta en marcha y que se debe confiar en la Justicia”. Se fían porque muchos jue­ces fede­ra­les están tan subor­di­na­dos al poder, que aban­do­nando las pre­ven­cio­nes éticas y mora­les se aco­mo­dan siempre a lo que dic­ten los tiem­pos polí­ti­cos.
A los que ya pintamos canas nos han enseñado desde los lejanos días de “Instrucción Cívica”, (materia casi olvidada la currícula secundaria), la relación que vincula a los ciudadanos-electores con los ciudadanos-elegidos es un mandato, a punto tal que, al Presidente, se lo denominaba “primer mandatario”. Es el deber que asumen éstos de representar a aquéllos, con el límite de las “instrucciones” que reciben, plasmadas en la plataforma electoral que los votantes escogen al votar.
El funcionario creíble es aquella persona de la que se espera va a cumplir los pactos y la palabra empeñada en toda circunstancia. Que se va a comportar de un modo transparente y previsible. Una persona a la que uno no esta forzado a vigilar en todo tiempo y lugar. Los antecedentes desde aquel 25 de Mayo de 1810 a nuestros últimos gobiernos, salvo raras excepciones, como personas creíbles no son los mejores. Como aquellos valientes cabildantes, próceres de ayer, solo seremos creíbles cuando imperen la Constitución y la Justicia. Cuando los funcionarios delincuentes vayan presos. Cuando por nuestras actitudes éticas recuperemos nuestras libertades y derechos republicanos. Cuando se brinde cultura y trabajo al soberano, para que deje de apoyar con el voto por necesidades creadas, (“clientelismo”) a mandatarios/ administradores infieles, y lo hagan a representantes honorables de una Nación respetada como fue y debería ser nuestra Patria Argentina.
* Abogado - Desde Formosa
ENVIADO POR SU AUTOR 

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