Porque cada uno desde su espacio, libremente toma decisiones de su propia vida, pero al ser parte de una sociedad, interviene en ella, brindando en forma positiva y/o negativa sustento humano y político, a su desarrollo.
Ser ciudadano es tomar consciencia de cómo se actúa y porque se actúa de determinada forma. Que no se está solo, sino que se vive comunicado y enlazado en un mundo compartido, unidos a colectivos, donde cada individualidad comparte intereses con otras individualidades, para conformar un todo. Encontrando el consenso en el disenso. Creando organismos e instituciones privadas para hallar soluciones.
Dice Fernando Savater en su libro “Diccionario del ciudadano sin miedo a saber”, que “en la historia se han dado dos modelos de ciudadanía: el griego y el romano; o si se quiere el activo y el pasivo.
La ciudadanía griega implicaba y exigía la actividad política, la colaboración en la toma de decisiones. Quien no participaba en política era considerado “un idiota”, es decir, alguien reducido simplemente a su particularidad y por tanto incapaz de comprender su condición necesariamente social y vivirla”[en libertad]. El modelo romano de ciudadanía reconocía derechos a quienes lo ostentaban (por ejemplo San Pablo, como ciudadano romano reclamó ser decapitado en lugar de crucificado… Pero no el de participar en el gobierno que estaba restringido a los patricios, o sea a las clases altas. Los romanos de a pie tenían derechos a ciertas garantías jurídicas, también a pan y circo… pero no participaban en política.
En la actualidad, la mayoría de los gobiernos prefieren ciudadanos “a la romana”, que a la “griega”. Es decir, alientan a reclamar beneficios y protecciones por parte del Estado (también espectáculo y diversión), pero si desalientan la intervención en política. ¿Por qué? Porque la política es sucia, está llena de vanidad, de codicia, de corrupción. Algunos dicen “a mí no me interesa la política””, pero no se dan cuenta que no se puede construir ni “vivir en una sociedad” si no es por el camino de la política. Como “si renunciar a la política no fuese también una actividad política… porque cede a otro sin saberlo, su capacidad de tomar decisiones, lo cual antes o después va a afectarlo”
Otros creen que ser ciudadano es “ir a votar”, cumplir con el deber cívico y “pagar impuestos”. Al respecto escribe Gabriel Boragina que “en las "democracias… "la política del pueblo" se limita a votar, en tanto que "la política de los políticos" se circunscribe a lucrar. Entonces, en esta nefasta ecuación, los políticos conforman una clase parasitaria que se mantiene de los votantes.
El ciudadano común, nutre a la casta política con dos tipos de "alimentos":
1. El voto: que posiciona al político dentro de la esfera del poder.
2. Los impuestos: que fagocita el gobierno durante su permanencia en el poder”. Es decir, el ciudadano elige al político que luego al llegar al poder le meterá la mano en el bolsillo para vivir a su costa, llenarse de privilegios y mantenerse en el poder.
Pero “¿qué falsa alternativa activa se le ofrece al ciudadano idiota?: dice Savater
1) Le ofrece ser considerado consumidor, en lugar de ciudadano”. Con “capacidades adquisitivas diferentes”, gustos, edades, actividades distintas. En que la acción humana determinará todo y definirá las alternativas.
2) “le invitan a ser feligrés”, es decir “comportarse ante todo o exclusivamente como miembro de una iglesia”, o de una “agrupación cultural” social, deportiva, etc.
Asimismo “cada ciudadano siempre será un consumidor y eventualmente un feligrés, dependiendo de sus creencias”. Consumirá y creerá en sus gobernantes.
Ahora, dependiendo de sus ideas será de izquierda o de derecha o será un liberal. Para el fisco será el que llena todos los meses la alcancía. Para el candidato el que le da su voto. Para el sindicalista son “esos compañeros”. Y para el gobernante son las ovejas que hay que guiar.
Los ciudadanos a "la griega" son los que se arremangan y deciden entrar al barro político, los que deciden levantar su voz y participar, organizarse en instituciones y grupos que fomentan el pensamiento, que abren el debate y exponen ideas.
Porque los ciudadanos se han hartado de la corrupción del sistema y saben que su voto es el arma más eficaz para sacar a un gobierno que ha debilitado los valores sociales, ha quebrado el país, dejado un alto porcentaje de pobres, mientras la República yace en terapia intensiva
Otros creen que ser ciudadano es “ir a votar”, cumplir con el deber cívico y “pagar impuestos”. Al respecto escribe Gabriel Boragina que “en las "democracias… "la política del pueblo" se limita a votar, en tanto que "la política de los políticos" se circunscribe a lucrar. Entonces, en esta nefasta ecuación, los políticos conforman una clase parasitaria que se mantiene de los votantes.
El ciudadano común, nutre a la casta política con dos tipos de "alimentos":
1. El voto: que posiciona al político dentro de la esfera del poder.
2. Los impuestos: que fagocita el gobierno durante su permanencia en el poder”. Es decir, el ciudadano elige al político que luego al llegar al poder le meterá la mano en el bolsillo para vivir a su costa, llenarse de privilegios y mantenerse en el poder.
Pero “¿qué falsa alternativa activa se le ofrece al ciudadano idiota?: dice Savater
1) Le ofrece ser considerado consumidor, en lugar de ciudadano”. Con “capacidades adquisitivas diferentes”, gustos, edades, actividades distintas. En que la acción humana determinará todo y definirá las alternativas.
2) “le invitan a ser feligrés”, es decir “comportarse ante todo o exclusivamente como miembro de una iglesia”, o de una “agrupación cultural” social, deportiva, etc.
Asimismo “cada ciudadano siempre será un consumidor y eventualmente un feligrés, dependiendo de sus creencias”. Consumirá y creerá en sus gobernantes.
Ahora, dependiendo de sus ideas será de izquierda o de derecha o será un liberal. Para el fisco será el que llena todos los meses la alcancía. Para el candidato el que le da su voto. Para el sindicalista son “esos compañeros”. Y para el gobernante son las ovejas que hay que guiar.
Los ciudadanos a "la griega" son los que se arremangan y deciden entrar al barro político, los que deciden levantar su voz y participar, organizarse en instituciones y grupos que fomentan el pensamiento, que abren el debate y exponen ideas.
Porque los ciudadanos se han hartado de la corrupción del sistema y saben que su voto es el arma más eficaz para sacar a un gobierno que ha debilitado los valores sociales, ha quebrado el país, dejado un alto porcentaje de pobres, mientras la República yace en terapia intensiva
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