Por María Celsa Rodríguez
Todos los 31 de julio recordamos a Milton Friedman, el Premio Nobel de Economía que defendió el libre mercado. Asesoró a varios presidentes: Richard Nixon, Ronald Reagan, y George W. Bush y a la Primer Ministra británica Margaret Thatcher. Fue fundador de la sociedad "Mont Pèlerin" y junto a su esposa crearon la Milton and Rose D. Friedman Foundation for Educational Choice, e intervino en el diseño del Plan Marshall.
Las ideas de Friedman influyeron de tal modo, por tener una metodología innovadora con principios bien fundados, ya que "la amenaza de la libertad es la concentración del poder"-decía.
En su libro "Milton Friedman: Metodología, Teoría y Política Económica", Rolf Lüders escribe que: "Sin libertad económica no es posible ejercer una auténtica libertad política, como también que una libertad política sustentable no puede darse sin la presencia de una autentica libertad económica".Ya que "la libertad es un valor que para desplegarse en plenitud debe ilustrar a todos y a cada una de las acciones del ser humano".
Por ello, Friedman en su libro "Capitalismo y Libertad" que fuera dedicado a sus hijos Jeannette y David", (justamente con el Dr David, tuve el honor de contactarme), y son quienes "deben llevar la antorcha de la libertad", y que su chispa salpica nuestros corazones, defendiendo esa libertad, al punto de tener presente sus enseñanzas.
En ese libro "nos enseña Friedman que los entendimientos económicos juegan un doble rol en la promoción de una sociedad libre. Por una parte la libertad en los entendimientos económicos es en si misma un componente de la libertad entendida como un todo y así también la libertad económica es un fin en si misma. En segunda instancia, la libertad económica es un medio indispensable para el logro de la libertad política...
Milton Friedman se preguntó porqué debe existir esta conexión, ¿cuáles son los alcances lógicos entre la libertad económica y la libertad política? En la repuesta a esas preguntas considerará primero al mercado como un componente directo de la libertad y luego la relación indirecta entre los entendimientos que se dan en el mercado y la libertad política.
Es en el mercado donde interactúan libremente las voluntades de consumidores y productores que movidos por intereses particulares y distintos, logran establecer acuerdos voluntarios, una coordinación y no una coacción". Como las que imponen las medidas intervencionistas.
Friedman nos enseñó que: "existen solo dos caminos para coordinar las actividades económicas de millones de personas. Por una parte la planificación central que envuelve el uso de la coerción. Y por el otro la expresión voluntaria de cooperación que se da precisamente en la presencia del mercado: Una realidad de esta naturaleza exige que las empresas que pasan a ser intermediarios entre los individuos en sus funciones de proveedores de servicios y compradores de insumos, tengan el carácter de privados de tal manera que los contratantes finales serán los individuos y que estos actúen libremente en cuanto a decidir efectivamente si entre o no en un intercambio particular. De esta forma, la transacción es estrictamente voluntaria [sin la intervención del Estado]. Así entonces es la propiedad privada la que otorga sustento a la independencia económica y lo que hace posible que los individuos expresen su libertad de producción y/o consumo. Un sistema de esta naturaleza exige la mantención de la ley y el orden para efecto de prevenir la coerción física de un individuo sobre otro para hacer viable el cumplimiento de los contratos voluntarios. Se concluye así que la existencia de un mercado libre no elimina la necesidad de un gobierno.
La presencia del gobierno es esencial como un foco que determina las reglas del juego y también el árbitro que debe interpretar y hacer efectivo el cumplimiento de las reglas que se decidan. La principal amenaza de la libertad es el poder de coerción, ya este en manos de un monarca, de un dictador, de una oligarquía o de una mayoría circunstancial.
Hay una crítica al concepto del Estado de Bienestar que en la discrecionalidad del manejo del Estado generan juegos de intereses personales y corporativos que en definitivamente van en desmedro de una autentica concepción de Bien Común y del autentico ejercicio de la libertad".
En 1975 analizó la situación económica de Chile y consideró que la solución para reducir la inflación era el efecto shock. En "Milton Friedman y sus recomendaciones a Chile" escribió que "...para Chile, en que la inflación se mueve entre el 10% y 20% mensual, creo que graduar su eliminación no es viable; conllevaría una tan gravosa operación por un periodo de tiempo tan largo, que temo la paciencia no acompañaría el esfuerzo. No existe ninguna manera de eliminar la inflación que no involucre un periodo temporal de transición de severa dificultad, incluyendo desempleo. Sin embargo, y desafortunadamente, Chile enfrenta una elección entre dos males, un breve periodo de alto desempleo o un largo periodo de alto desempleo, aunque sutilmente inferior al primero. En mi opinión, las experiencias de Alemania y Japón luego de la II Guerra Mundial, de Brasil más recientemente, del reajuste de postguerra en Estados Unidos, cuando el gasto público fue reducido drástica y rápidamente, argumentan en pro de un tratamiento de shock. Todas estas experiencias sugieren que este periodo de severas dificultades transicionales sea breve para que así la subsecuente recuperación sea rápida." Sin embargo en Argentina Martinez de Hoz decidió aplicar una política mas gradualista alejándose de la metodología que aplicaron en Chile los Chicago Boys.
En el libro "El 'Padre' de los Chicago Boys de Arnold Harberger", de Angel Soto, Francisco Sánchez, Catalina Allendes, Sergio de Castro, Ernesto Fontaine y Juan Ignacio Varas dice: que "Chile no fue un “milagro”, sino que fue el resultado de un trabajo duro, donde se establecieron lineamientos, se institucionalizaron procesos base y se cambió un país. La estatización, el monopolio, las prebendas y los subsidios eternos, tuvieron que dar paso a la competencia y al emprendimiento. En su momento, más de 10 millones de chilenos fueron protagonistas de la revolución más grande que ha vivido Chile: Aquella que enarboló la bandera de la libertad. Sin lugar a dudas esto trajo nuevos desafíos para un país que, por diferentes razones, había estado sumido por muchas décadas en un excesivo intervencionismo del Estado y arraigados monopolios privados. Al decir de Milton Friedman, -colega de Arnold Harberger-: “el real milagro de Chile no es cuán bien le ha ido económicamente; el verdadero milagro es que una junta militar haya querido ir contra sus principios e instaurar un libre mercado diseñado por seguidores de dichas ideas”. La revolución de la libertad económica, se tradujo en instituciones fuertes, gobierno limitado, una democracia estable, un sistema de economía social de mercado funcionando y venciendo año tras año la batalla contra la pobreza. No se trata solamente de frías cifras en un gráfico, que impresiona y al mismo tiempo confunde. Son acciones reales y concretas que cambiaron en (y) (a) una generación el rumbo del país.
Más resultados: Tasas de analfabetismo casi inexistentes, desnutrición prácticamente nula en la población, una vida más longeva y posibilidades de mejorar nuestras condiciones de vida son sólo parte de las millones de historias personales en estas décadas... El chileno promedio vive mucho mejor que sus abuelos –e incluso que sus padres- y es una realidad innegable que va mucho más allá del poseer un iPhone o una Smart TV. Se traduce en acceso a atención médica en diferentes formatos, ya sea privada o estatal, amplia oferta en educación universitaria, acceso a productos de todas partes del mundo y libre flujo de información. Pero también, a mayor acceso en entretención, “darse” ciertos “gustitos culinarios, viajar fuera del país para las vacaciones, y muchas otras facilidades que nuestras generaciones anteriores quizás sólo soñaron o leyeron en las revistas de las peluquerías. El crecimiento sostenido que ha tenido Chile no es casualidad. Tiene que ver con las ideas de libertad económica que se plasmaron en ese lejano 1975, una generación de jóvenes que pusieron todo su conocimiento al servicio del país y no de sus propios intereses en cómodas oficinas de empresas que sin duda les habrían asegurado un tranquilo bienestar. Nombrar a algunos en este reducido espacio, sería injusto con los cientos que se omitirán. Es el poder de las ideas que se va plasmando en acciones. Fue un cambio cultural que tuvo varios traspiés, entre otros, la crisis internacional en 1982, que nos llevó a pensar en desmantelar todo lo avanzado y puso en tela de juicio los principios que nos pusieron, 40 años después de la puesta en marcha del Plan de Recuperación Económica, y 60 de aquella llegada de los profesores de la Universidad de Chicago, como candidato para ser el primer país latinoamericanos en abandonar el subdesarrollo".
Más resultados: Tasas de analfabetismo casi inexistentes, desnutrición prácticamente nula en la población, una vida más longeva y posibilidades de mejorar nuestras condiciones de vida son sólo parte de las millones de historias personales en estas décadas... El chileno promedio vive mucho mejor que sus abuelos –e incluso que sus padres- y es una realidad innegable que va mucho más allá del poseer un iPhone o una Smart TV. Se traduce en acceso a atención médica en diferentes formatos, ya sea privada o estatal, amplia oferta en educación universitaria, acceso a productos de todas partes del mundo y libre flujo de información. Pero también, a mayor acceso en entretención, “darse” ciertos “gustitos culinarios, viajar fuera del país para las vacaciones, y muchas otras facilidades que nuestras generaciones anteriores quizás sólo soñaron o leyeron en las revistas de las peluquerías. El crecimiento sostenido que ha tenido Chile no es casualidad. Tiene que ver con las ideas de libertad económica que se plasmaron en ese lejano 1975, una generación de jóvenes que pusieron todo su conocimiento al servicio del país y no de sus propios intereses en cómodas oficinas de empresas que sin duda les habrían asegurado un tranquilo bienestar. Nombrar a algunos en este reducido espacio, sería injusto con los cientos que se omitirán. Es el poder de las ideas que se va plasmando en acciones. Fue un cambio cultural que tuvo varios traspiés, entre otros, la crisis internacional en 1982, que nos llevó a pensar en desmantelar todo lo avanzado y puso en tela de juicio los principios que nos pusieron, 40 años después de la puesta en marcha del Plan de Recuperación Económica, y 60 de aquella llegada de los profesores de la Universidad de Chicago, como candidato para ser el primer país latinoamericanos en abandonar el subdesarrollo".
En Argentina aún seguimos con las ideas de Perón por algo nunca dejamos de ir hacia atrás, de crisis en crisis.