domingo, 8 de julio de 2018

Fatiga financiera y colapso multidimensional

Uno podría decir que durante los últimos meses la forma en la que se ha manifestado la coyuntura económica ha sido similar a una lluvia de meteoritos.
Básicamente, semana a semana somos golpeados por un sinfín de novedades de índole política y económica. Lo preocupante es que, a ojo, diría que el 85% de las mismas son “malas”.
Más allá de estas proporciones, quiero hacer hincapié en el hecho de que no debemos acostumbrarnos a semejante volumen de noticias de relevancia. No es normal.
El origen de este “volumen” de noticias relevantes tiene origen en un sinfín de giros institucionales y hechos desafortunados, devenidos de una concatenación de intentos ansiosos de ajustarse a esta estanflacionaria realidad económica que no da tregua desde ya hace más de un lustro.
En esta nota voy a intentar mostrar como todos estos eventos no son más que la manifestación de un todo…
Solo esta semana: tasas estratosféricas, trenes caídos, leyes nuevas y datos agoreros
Licitación fallida y tasas por las nubes: El jueves cerró lo que fue la última licitación de LETEs, estos atractivos activos de renta fija de perfil corto nominados en dólares americanos.
El objetivo del gobierno era doble: por un lado, conseguir financiamiento para el “agujero negro” fiscal con fondos del mercado local; y por otro, “chupar” pesos y LEBAC para evitar que se muevan al dólar, y así quitar presión del mercado de cambios.
Más allá de ello, la cuestión a destacar fue el menor apetito al esperado por estos papeles, lo que hizo que se tuviera que terminar convalidando una tasa del 5,5% anual. Un numerazo para un activo tan corto, y “tan seguro” en los papeles. Recordemos que hace solo algunos meses el gobierno estaba colocando activos de similar duration en el rango del 2,8-3,5%. O sea, entre 200 y 300 bps por debajo de esta cifra. Si a esto le sumamos el hecho de que las LEBAC continúan con una curva en niveles de +50%, con el tramo más corto que incluso ha sobrepasado el 60% anual, entonces queda clarísimo que el panorama financiero es, al menos, altamente comprometido.
Datos agoreros: Lo cierto es que los datos duros de la economía real no ayudan en nada. Hace varios días el índice de actividad económica de INDEC (EMAE) confirmó lo que todos esperábamos: la economía en su totalidad se está contrayendo. Esto también se ve en prácticamente todos los sectores, como el de la construcción, que mostró la primera caída en más de 12 meses. Por su parte, también se registraron caídas en ventas de autos, menor volumen de operaciones en el sector inmobiliario, menores créditos UVA, y varios indicadores de consumo masivo languidenciendo, como es el caso de ventas en supermercados.
Adicionalmente, ya para el mes de junio se espera una inflación oficial de alrededor del 4%, lo que perfila a este 2018 a cerrar con una inflación de entre el 32% y el 35%. Así, si sumamos el hecho de que en general se están reajustando paritarias en torno al 25%, entonces queda claro que el panorama de los salarios y la actividad no resulta nada alentador.
De esta forma resulta obvio lo que tenemos por delante: al igual que en 2014 y 2016, nos espera una bonita recesión. Probablemente recién para el primer trimestre 2019 empecemos a levantar la cabeza, para -nuevamente- apuntar a otro rebotecito cíclico que coincidirá con un año electoral. Business as usual en Peronia.
Nuevas leyes: En este contexto sulfúrico para las empresas locales (alta inflación, volatilidad cambiaria, recesión y tasas en las nubes), el gobierno, a través de este “Guillermo Moreno descafeinado” con peinado noventoso que está a cargo del Ministerio de Producción, está intentando tapar el sol con las manos once again.
Básicamente, se anunció una nueva Ley para PyMES, que en parte estaría OK, dado que ayudaría a resolver en parte la maraña burocrática e impositiva actual, pero que también incluye un subsidio en las tasas. Un subsidio que aparece como necesidad, dado que las tasas actuales resultan imposibles.
En este punto es importante destacar que el propio estado, al chupar fondos de manera voraz y bastardear la moneda año a año es el que provoca que los tipos de interés lleguen a semejantes niveles, tomando prácticamente todo el ahorro interno de la economía, y, por ende, dejándole poco y nada de este para el sector privado.
En ese contexto, resulta tragicómico que estos personajes que generan esa situación, convalidando un Estado hipertrofiado, sean los mismos que intenten resolverlo con tasas más subsidios. O sea, más déficit, lo cual agravará la necesidad de fondos públicos, la causa Nro 1 de que las tasas y la actividad estén en estos niveles, en primer lugar.
Pareciera como si el perro no se cansara nunca de morderse la cola.
Yapa: se caen los trenes recién inaugurados. Por si fuera poco, uno de los caballitos de batalla del originalmente ambicioso plan de infraestructura macrista descarrilló esta semana en Santa Fe, tras caerse un puente.
Un descarrilamiento puede ocurrir, y, de hecho, ocurre en los principales países del mundo. Pero el tema es que en el caso argentino esto responde a un colapso de la infraestructura generalizado, y a ansiosas y negligentes inauguraciones antes de tiempo en función de las necesidades políticas de vuestros dirigentes socialistas.
Recordemos que también hace pocos días un tren de esta misma línea fue saqueado, cual lejano oeste. Say no more.
El socialismo local está haciendo metástasis
Habiendo repasado un poco los tragicómicos hechos de los últimos días, lo cierto es que queda claro que, entre otras cosas, hay una tremenda fatiga financiera que no resulta casual.
Para el que no está en tema, le recuerdo que todo empieza a tener sentido cuando tenemos en cuenta que, a pesar del tremendo préstamo del FMI y las colocaciones de Caputo, todavía hay un gap de unos USD 50.000 millones que faltarían cubrir desde hoy hasta fines de 2019.
O sea, incluso a pesar de pedir dinero todo el tiempo, nada alcanza; cuestión agravada por el reciente ensanchamiento del spread relativo de riesgo país de Argentina Vs. El resto del mundo, que parecería no cesar.
Como consecuencia, no queda para nada claro de dónde van a conseguir los fondos restantes, todo en un contexto altamente recesivo, con un riesgo país en niveles kirchneristas, una inflación descontrolada y un clima social álgido.
Para concluir, no quiero dejar de mencionar que todo esto me resuena a los lobistas de las clásicas novelas de Ayn Rand, que desde su cómodo sillón burocrático intentan resolver los problemas que ellos mismos crean mediante una acumulación de medidas ad-hoc pésimamente diseñadas, y, por ende, destinadas a fracasar.
En dichas novelas, dichos funcionarios avanzan sobre la economía y las voluntades individuales, corrompiendo los mecanismos que hacen que todo funcione de manera fluida, hasta que la situación hace metástasis y todo colapsa a nivel sistémico.
En Peronia, parecería estamos andando por el mismo camino.
Hasta la semana próxima,
Juan I. Fernández
Para CONTRAECONOMÍA

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