lunes, 30 de julio de 2018

Feminismo selectivo

Por María Celsa Rodríguez
Nuevamente dos mujeres policías fueron asesinadas por delincuentes. Tamara Ramírez, oficial de 26 años que encontró a su padre peleando con un ladrón en el partido de Almirante Brown donde vivía. El ladrón le disparó un tiro en la cabeza muriendo en el acto, mientras fueron heridos su padre y su pareja. El otro caso es el de Lourdes Espíndola,  de 25 años que yace con muerte cerebral y a la cuál le extraerán sus órganos. 
Mientras tanto no escuchamos a ninguna referente feminista ni a ninguna organización feminazi salir a repudiar ambos hechos, ni convocar a una marcha por ellas.  En cambio, si lo hicieron por la asesina Nahir Galarza, demostrándose así que en la  defensa de los derechos por la mujeres  carecen de la igualdad que reclaman, ya que para este colectivo prima un método de selección a la hora de movilizarse. Y las uniformadas asesinadas no están en esa selección. 
La imagen puede contener: una persona, selfie y primer plano

La hipocresía del feminismo es rampante, para ellas si un hombre  piropea a una mujer en la calle y le dice algo bonito dicen que les faltan el respeto, las invaden, que  violan  su libertad, y por ello  les desean la muerte a los piropeadores. 

Pero cuando son lapidadas en los países musulmanes, les impiden vestirse libremente y son obligadas a usar el burka​, o el hijab. Cuando las matan en Venezuela o Nicaragua por levantarse contra el régimen, cuando se mueren de hambre o desnutrición,   o  cuando un "chorro" le disparan, ahí no hay derechos que reclamar, no son mujeres que merezcan el interés de estas,  que con sus panzas desnudas  -en cambio-, piden una ley para matar a sus hijos en el vientre, mientras levantan sus pañuelos verdes orgullosas de su causa. 

La imagen de vestirse de víctimas donde  colocan al hombre como los victimarios, no comprenden su cruzada contra el machismo  cuando se trata del patriarcado islámico, ni la violencia  de los delincuentes, ni la trata de blancas del crimen organizado. En esto hay marchas ni voces que gritan en su defensa. Sino  un silencio cómplice que traspasa la coherencia de un mensaje que se aleja de toda igualdad en sus voces, pero que se recorta hacia un diseño de intereses que solo comprende el odio  y el resentimiento en horizontalidad a los hombres.  

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