Por Enrique Guillermo Avogadro
“La segunda imagen … presentaba al monarca como un soberano capaz de hacer cualquier cosa con tal de mantener su poder y, ante todo, como un gran demagogo y un paternalista teatral que, con sus gestos y palabras, enmascaraba la venalidad, la cerrazón y el servilismo de la élite gobernante, por él creada y mimada”. Ryszard Kapuścińki
Tal como les sugerimos en esta columna (http://tinyurl.com/7ojil63a9) en ocasión del primer blanqueo, que tanto favoreció a Cristóbal López, Lázaro Báez y otros recientemente enriquecidos, los distintos dirigentes de la oposición decidieron “aprovechar la mala fama” tan bien ganada por el Congreso nacional, para anunciar a todo el universo de traficantes de drogas, empresarios amigos, funcionarios corruptos y evasores de toda laya que el nuevo y tan oportuno perdón sancionado por los obsecuentes legisladores del oficialismo será derogado tan pronto asuman sus bancas quienes resulten electos en octubre. Igual conducta, han asegurado, adoptarán con la siniestra “democratización” de la Justicia.
Así, descubrieron finalmente los que piensan diferente que debían bajar al barro a pelear allí contra el grupo de gangsters que hoy manda en la Argentina, ya que esta banda no respeta regla alguna y, hasta ahora, aprovechaba la ingenuidad de sus contendientes, que pretendían actuar con las reglas del juego democrático, para imponer las alucinadas y, sobre todo, falsas revoluciones que el “relato” declama.
Además, prometieron publicar la lista de quienes hayan recurrido a este nuevo instrumento de la corrupción, que en 2008 ya había producido el lavado de casi cuatro mil millones de dólares. Tal vez entonces los argentinos nos enteremos quiénes fueron, y por cuánto, los que se han beneficiado a costa de quienes pagamos religiosamente los impuestos, ratificados en nuestra condición de idiotas crónicos.
Esas revelaciones, procesadas por la Justicia verdaderamente transparente e independiente que añoro, impedirán que se repita aquí lo sucedido en Rusia cuando la URSS implosionó y quienes, hasta entonces, eran funcionarios o amigos del poder, se quedaron literalmente con todas las empresas. Surgieron así los megamillonarios, que compran los clubs de fútbol, los inmuebles y los yates más caros del mundo, y que en la Argentina pretenden imitar los Cristóbal López, los Lázaro Báez, los Enrique Ezkenazi, los Sergio Spolsky, los Manzano y Vila, los Rudy Ulloa Igor, los Gerardo Ferreyra, y la horda de secretarios, familiares, ministros, gobernadores, testaferros, etc., que rodean a la inquilina de la Casa Rosada.
El contemporáneo aviso de arrebatar al oficialismo -si ganan esas hoy ilusorias elecciones- la Presidencia de la Cámara de Diputados, con la alteración esencial de la línea sucesoria que ello implica, va en el mismo sentido; presumo que todavía deben dolerles las asentaderas después que, en 2009 y haciendo honor a un tácito pacto de caballeros -¡nada menos que con estos tahúres enfrente!-, cedieran elementales comisiones legislativas a los entonces perdedores, cargos que éstos aprovecharon sádica e impunemente en beneficio propio y del “modelo”.
Por su parte, Macri -¡chapeau, Mauricio!- incurrió en una verdadera genialidad política que, cuando se genere el natural conflicto entre las leyes locales y las federales, pondrá el tema de los medios independientes sobre el escritorio de los renuentes ministros de la Corte Suprema, obligándolos a adoptar una decisión que, a no dudar, determinará la inconstitucionalidad de los cuestionados artículos de la ley de tan rimbombante nombre; resta saber qué ocurrirá si la mini-mesa de Olivos decide desconocer el fallo, con el gravísimo conflicto de poderes que ello implicará. El Jefe de Gobierno porteño recuperó, para los opositores, la iniciativa política e inducirá, en los próximos días, a varios de sus colegas gobernadores a sumarse a ella (el Gallego de la Sota ya lo ha hecho), amén de obligar a Lancha Scioli a definirse; si decide mantener el camino contemporizador con la Casa Rosada quedarán sepultadas, para siempre, todas sus expectativas políticas.
El Gobierno continúa dando manotazos de ahogado ante una realidad que, en todos los campos, difiere muchísimo del escenario que llevó a la viuda de Kirchner a ganar con un sospechado 54% las elecciones de octubre de 2011. En un escenario en el cual casi todos los países de la región crecen, multiplican sus reservas monetarias, obtienen préstamos regalados y a plazos enormes para mejorar sus infraestructuras y aumentar su oferta de energía, deben imponer permanentes barreras para evitar el ingreso de más dólares a sus economías y, sobre todo, han sido calificados como merecedores de inversiones extranjeras, el triste resultado que arroja la comparación con lo que aquí sucede me exime de abundar en el tema.
Los regímenes bolivarianos y cristinistas ha llevado a ambas naciones a niveles inflacionarios ya desconocidos en el mundo, a estancar en la pobreza a gran parte de sus ciudadanos para mantenerlos cautivos de sus insanas ansias de perpetuarse en el poder, a sojuzgar a los poderes judiciales, a generar escasez de productos alimenticios, a cerrar sus fronteras para evitar la fuga de los capitales, a domesticar a la prensa independiente y, algo imperdonable, al despilfarro de una década que, en ambos países, hubiera permitido el desarrollo y el crecimiento, con verdadera inclusión social. En ambos sistemas, o “modelos”, ha sido central la corrupción más desaforada, y la destrucción de todos los marcos jurídicos y racionales capaces de insertarlos en el mundo.
Pero una luz de esperanza se ha encendido en Venezuela y hace que, por contagio, también comience a aparecer en la Argentina; allí, el 70% de la población se ha expresado en las encuestas a favor de la revisión de los resultados que dieron al Pajarito Chiquitico tan menguado triunfo electoral y, aquí, la intención de voto a nuestra bienamada Presidente se derrumba al ritmo de las inundaciones, de las multitudinarias marchas, del cepo cambiario y de las no refutadas denuncias de corrupción que la involucran: tan sólo en un mes, la caída ha alcanzado ya cifras irremontables.
Porque ya está claro que la economía no permitirá esa tranquilidad en los bolsillos que mueve a los ciudadanos de cualquier país a preferir malo conocido que bueno por conocer. Tampoco la soberbia ignorancia con la que doña Cristina trata los escándalos con que su imagen es sacudida diariamente contribuye a aumentar su popularidad, ya que ahora todos, inclusive los menos instruidos de nuestros compatriotas –que son, a la vez, los que más sufren los desastres económicos que esta pandilla de incapaces y ladrones se empeña en perpetuar-, saben que el dinero robado es tanto que sólo puede pesárselo.
Lamentablemente, también está claro que la señora de Kirchner ha decidido que los votantes le importan menos que nada; si no fuera así, intentaría al menos seducirlos. En cambio, los agrede permanentemente desde sus innumerables atriles, desde las sonrientes fotos de la galería de delincuentes que la rodea, desde la monstruosa e impúdica exhibición de sus lujos, desde la negación de la inflación, desde la prepotencia de Patotín.
Y lo califico de lamentable porque, de hecho, ha elegido un camino distinto a competir en elecciones –la confirmación de ello son las palabras de Wado de Pedro, líder de La Cámpora, que en un acto reciente en Hurlingham dijo: “Nos quedaremos, les guste o no les guste”- para que el “modelo” se perpetúe y la fiesta de esta repugnante y genocida corrupción pueda continuar, con sus invitados y amigos ricos y en libertad, apropiándose de empresas, de inmuebles y de ramas enteras de la industria y del comercio del país. Creo que deberíamos intentar prever cuál será ese camino y prepararnos para enderezarlo, porque en ello nos va, y no exagero, la vida misma.
Bs.As., 19 May 13Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
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