jueves, 5 de junio de 2014

Estudio: El clientelismo es cada vez más lucrativo para políticos y negocios

Kenric Ward
Los acuerdos de “desarrollo económico” multimillonarios cambian constantemente la riqueza de manos de los contribuyentes a las de las grandes empresas, algo que ocurre en todos los estados, según un nuevo estudio.
Los investigadores del Centro Mercatus, de la Universidad George Mason, revelan que se trata de un engaño tanto para los estados como para los contribuyentes. El estudio informa de que:
· Hasta 2013, Walmart había recibido al menos 260 beneficios estatales especiales por valor de más de $1,200 millones. Por cada 100 nuevos empleos en Walmart, desaparece un promedio de 50 empleos a medida que otros comercios minoristas se ven desplazados.
· Apple consiguió $370 millones en rebajas fiscales estatales por establecerse en Carolina del Norte. Al haber creado solamente 50 empleos, eso supone $7.4 millones por puesto de trabajo.
· Nueva York concedió al gigante del aluminio Alcoa electricidad gratis durante más de 30 años (por un valor estimado de $5,600 millones) A cambio, Alcoa prometió hacer una inversión de $600 millones así como no despedir a más de 165 trabajadores. Posteriormente, Nueva York subió en múltiples ocasiones los impuestos de sus ciudadanos.
Entonces, ¿por qué se mantienen estos acuerdos tan sospechosos? ¿Por qué seguir repartiendo fondos públicos para engordar los beneficios de empresas privadas de una forma que haría avergonzarse incluso al mayor de los derrochadores?
Lotta Moberg, coautora del informe de Mercatus, comenta que este comportamiento clientelista tiene a sueldo a los políticos… literalmente.
“A medida que crece el clientelismo, los beneficios que reciben los responsables políticos gracias a sus relaciones clientelistas se vuelven cada vez más lucrativos, lo que crea un problema de incentivos encontrados”, indica Moberg.
“Incluso si los responsables políticos entienden que los beneficios específicos no son buenos para la economía, tienen el incentivo de seguir proporcionándolos pues se benefician de ello personalmente”.
Los expertos en libre mercado de Mercatus definen el clientelismo como “la práctica de intercambiar favores entre personas poderosas del mundo de la política y el de la empresa”. Moberg y su compañero de investigación Christopher Coyne han indicado que esta práctica “se ha convertido en algo endémico del tejido social”.
Gracias a los que el biógrafo de Ronald Reagan, Craig Shirley, denomina “los republicanos de Obama”, esta práctica de premiar con beneficios públicos a las empresas privadas cuenta ahora con más respaldo bipartito que nunca.
“Han invertido en una oligarquía conjunta de grandes empresas y gobierno omnipresente, a expensas del resto de ciudadanos”, comenta Shirley acerca de una larga lista de políticos corporativistas.
Así, un estado republicano como Texas concedió a Berkshire Hathaway, dirigida por el icono progresista Warren Buffett, $803,000 millones en incentivos.
Coyne y Moberg enumeran cuatro recetas para combatir el clientelismo a nivel estatal:
· Permitir que los actuales beneficios específicos expiren y derogar los programas estatales que los conceden de forma regular.
· Garantizar que los responsables políticos no pueden conceder beneficios específicos ad hoc ni de manera informal.
· Tipos impositivos más bajos en términos generales para propiciar las inversiones empresariales y obtener una distribución más eficaz de los recursos.
· Cooperar con otros estados para conformar un acuerdo sobre el desmantelamiento de los beneficios específicos.
Mober admite que no conoce a ningún líder a nivel estatal que haya adoptado o al menos defendido estas reformas.
De hecho, el economista de la Universidad de Chicago Luigi Zingales entiende que el Estados Unidos postmoderno se está transformando en su Italia natal: uno de los enfermos de Europa.
La confianza de la opinión pública se ha visto “erosionada por la traición de unas élites que favorecen a las empresas y cuyo cabildeo ha llegado a dictar el camino al mercado, en lugar de estar éstas sujetas al mismo”, indicó.
“Esta traición ha tenido lugar con la complicidad de nuestra clase intelectual”, explica Zingales en su libro A Capitalism for the People: Recapturing the Lost Genius of American Prosperity (Un capitalismo para el pueblo: Recuperando el genio perdido de la prosperidad americana).
Y lo que es peor, el clientelismo no es necesariamente ilegal. Además, Moberg está de acuerdo con Zingales en que dicha “búsqueda de rentas” políticas está en auge.
“Muchas de las observaciones sobre regulaciones favorables, subsidios, rescates financieros, garantías de préstamos y rebajas fiscales específicas son bastante recientes y apuntan al perjudicial entorno de gobierno actual”, explicó Moberg.
“No tiene por qué ser dinero en negro, puede ser un contrato legal. Pero como economista, diría que está mermando la economía”.
FUENTE: Fundación Heritage Libertad

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