Los pocos que en su momento, hace veinte años atrás, renegábamos de la convertibilidad, éramos tratados poco menos que de insanos. |
Por: Ing. Agr. Daniel Carlos Besso
A menudo un camino virtuoso demanda mucha convicción en los propios valores. El entorno se muestra desbordante de tentaciones, senderos de grato tránsito.
Eso nos sucede en lo personal, en lo familiar, en lo vecinal, etc.
Lo dramático es cuando nos sucede colectivamente como sociedad.
Muchos sabemos que la vía fácil, nos lleva a terminar encajados hasta los ejes. Pero como colectivo, nos hemos comprometido a aceptar la decisión de la mayoría sobre el camino a seguir, debemos aceptar, mansamente, sabiendo que vamos rumbo al pantano.
La ilusión de una bonanza artificial, confunde a los espíritus menos advertidos.
Son las herramientas de la demagogia que encandila por lo general a la mayoría.
En la vereda de enfrente, históricamente se ha ubicado una fauna variopinta, entre la que conviven conspicuos miembros de rancia estirpe conservadora, que por lo general cuando han tenido la oportunidad de actuar, han alimentado las argumentaciones de los “apropiadores de los sueños populares”, prestidigitadores de la demagogia. Y no sin cierto grado de razón.
Cuando varias generaciones han pasado creyéndose “acreedores” de derechos de cuna; por solo haber nacido en una tierra ubérrima, piensan que el cuerno de la abundancia se les debe, prácticamente, colocar en su boca y su esfuerzo no debe ser mayor a una suave succión, ,….es para preocuparse.
¿Cómo les explicamos que la vida no es así?
¿Bastaría para ello mostrarles la naturaleza?, ¿Cómo todas las especies luchan por la vida, por llevar a buen término la crianza de sus pichones?, ¿que los retoños en el sotobosque deben abrirse trabajosamente el camino hacia la luz, para poder florecer y fructificar?
Nó, no será suficiente. La mayoría de los seres humanos somos reacios a aceptar un cambio tan grande. De un festival de consumo a una austeridad “POR DECRETO”.
VOX POPULI,….VOX DEI.
O lo que es peor, lo que cree la mayoría tiene que ser verdad.
Los pocos que en su momento, hace veinte años atrás, renegábamos de la convertibilidad, éramos tratados poco menos que de insanos.Fue muy difícil tratar de explicar a todo el mundo, que el dinero o cualquier representación de valor no es más que eso: “UNA REPRESENTACIÓN”, nunca el valor mismo. Que si no éramos capaces de producir lo mismo o más de lo que consumíamos, cuando dejaran de prestarnos plata para seguir alimentando nuestra fantasía, iríamos a parar al cuarto subsuelo.
La realidad, que por lo general no se alimenta de nuestras ideas, sino que vive atada a leyes naturales, se encargó de demostrar “CUÁNTOS PARES SON TRES BOTAS”.
Pese a lo que a mi juicio fue una de las estafas internacionales más memorables, el MEGACANJE, no alcanzó para tapar el agujero negro.
Las ilusiones, como los arco iris, se desvanecen cuando el sol deja de prestar sus rayos.
Ahora, pese a que las razones son diferentes, la raíz del problema me parece que es la misma.
Esto al margen de hechos de corrupción que hacen que “LAS CUENTAS NO NOS CIERREN”, que no podemos entender “POR DÓNDE SE FUERON LOS DÓLARES QUE INGRESARON A RAUDALES”, siendo que no hemos comprado Tecnología llave en mano para la industria pesada, naval y ferroviaria.
Que no hemos invertido en importar plantas para la producción de aceros inoxidables (Imprescindibles para desarrollar la industria agro alimentaria).
Que no hemos importado equipamientos para la búsqueda y explotación gasífera y petrolífera.
Que no hemos desarrollado la fabricación de aerogeneradores para aprovechar el recurso eólico de la Patagonia.
Que tampoco instalamos ninguna nueva usina hidroeléctrica.
Que no reactivamos las industrias naval y ferroviaria.
Si sigo enumerando, nos vamos a seguir deprimiendo y con razón.
Luego de una década nos damos cuenta que la industria automovilística, además de poner en la calle más autos de los que caben, consume más de lo que genera, es decir exporta menos de lo que importa y tiene de rehenes a una gran cantidad de trabajadores.
En la década de los 70 los vehículos que producíamos eran en un 80 % de producción nacional y más también. No tenían el nivel de los europeos o norteamericanos, pero “ERAN BASTANTE GAUCHITOS”. Los actuales tampoco tienen un nivel semejante a los japoneses o europeos, toda la tecnología que tienen incorporada es de origen extranjero y……… “YA NO SON TAN GAUCHITOS”. NOS DEJAN TIRADOS POR QUE PALMÓ LA COMPU O FALLÓ ALGÚN ENANITO ELECTRÓNICO. (Y andá preparando la tarjeta)
Hoy los más añosos vemos con verdadero horror, como suben a una batea a un auto de alta gama, de 2000 kg de peso y lo trasladan 1400 kilómetros hasta donde se encuentra el repuesto o refacción que solo pesa un par de kilogramos, en lugar de proceder a la inversa. Si esto no alcanza para demostrar el nivel de INSENSATEZ de la industria, no se que es lo que hace falta para que la sociedad comprenda que está siendo manipulada.
Aduciendo razones de “ESCALA DE PRODUCCIÓN” hoy las unidades están construidas por autopartes de distintos orígenes. De ese modo las compañías dispersan en tiempo y espacio los flujos comerciales. Una terminal brasileña importa de Argentina una parte y envía a la Argentina partes que acá no se hacen. A su vez llevan partes desde México hacia el MERCOSUR y viceversa. Como aquel prestidigitador de feria que oculta un garbanzo debajo de uno de tres cubiletes, que moviéndolos con gran habilidad y velocidad nos desafía a adivinar, bajo cual de ellos se encuentra el garbanzo; así termina siendo que nunca un país puede saber a ciencia cierta cuanto ganó la empresa, donde debe tributar, etc.
Hoy, en razón de un impuestazo a los automotores 0 Km, la industria poco menos que “CLAVÓ LAS GUAMPAS”.
Como de costumbre, el gobierno procedió mal, antes, durante y ahora, del desarrollo de una industria; “MANIJEADA” antes y frenada ahora.
Se dejó que a causa de falta de refugio para el ahorro, la clase media, lo canalizase comprando automóviles más allá de sus necesidades.
Tal vez esa explosión de consumo de automóviles haya también sido otro de los espejismos para señalar una bonanza que no era tal.
Finalmente pretendemos ahora fabricar y consumir automóviles para mantener a la industria funcionando, pero no para su verdadero fin que sería generar bienes de capital que presten realmente un servicio útil a toda la sociedad.
Para tener una idea del grado de cautiverio del usuario, basta con ver que la “COMPUTADORA “que regla el funcionamiento de una unidad, posee infinitamente menos memoria que el teléfono celular más “ATORRANTE”.
Bastaría con que el vehículo tuviese un puerto donde enchufar un cable que lo conecte a una notebook o palm o tablet o lo que sea, que mediante un programa (que debiese acompañar al vehículo cuando se compra o más aún ser factible bajarlo de la página de la terminal), y que pudiese diagnosticar sus fallas y recomendar curso de acción. También no son pocas las veces que “ENTRAN EN ESTADO CATALÉPTICO” tan solo por agotársele la batería y debe trasladarse la unidad a un centro de atención para que sea reseteada su computadora y reinstalado su programa.
Estoy convencido de la existencia de “REAL MALICIA” en esos procederes, con el objeto de seguir lucrando, para mí, en forma escandalosa, más allá de la venta de la unidad.
En definitiva, desarrollamos una gran industria automotriz, que pese a su tamaño, no está en condiciones de fabricar un vehículo sin requerir importar nada, cuando eso así se hacía hace 40 años atrás.
Esto a mi entender, es una pequeña parte de la mentira.
Direccionamos la industria nacional en el sentido hedónico del consumo. Si tan siquiera hubiésemos invertido, la mitad de los recursos materiales y humanos que destinamos a esta industria, a producir los materiales rodantes para los ferrocarriles metropolitanos, que con tanto entusiasmo, inocultablemente proselitista, importó el señor Randazzo, hoy tendríamos en marcha como antaño, una industria infinitamente más necesaria y útil que la automotriz.
Como ya sabemos, el pobre matungo manso que se ata al sulky, nunca tendrá el “GLAMOUR” del alazán que se usa para el desfile, lleno de pilcha reluciente, que trota con estampa galana.
Sin duda el primero dará infinitamente más servicio que el segundo.
No podemos, creo yo, negar que tenemos cierta condición de veleidosos.
Después no nos quejemos.
ENVIADO POR PREGON AGROPECUARIO http://www.pregonagropecuario.com/cat.php?txt=5375#KFF2LHZw7vL7PIAH.99
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