Los mercados libres han hecho más por los pobres que cualquier plan de redistribución en la historia de la humanidad
GANNON LEBLANC
El libro del economista Thomas Piketty titulado El capital en el Siglo XXI ha estado recibiendo mucha atención últimamente. Se centra en la desigualdad de ingresos y las políticas públicas que él cree que los gobiernos deberían implementar para resolver el problema.
La tesis principal de Piketty se plasma en la ecuación r > g, lo que significa que la tasa de retorno del capital sobrepasa el crecimiento económico. En español simple, las personas que controlan y son dueñas de las inversiones de capital ganan más que el crecimiento global de la economía, creando cantidades masivas de desigualdad de ingresos.
A pesar de los hallazgos de Piketty, muchos economistasaun sostienen que el alivio de la pobreza debe ser una preocupación política principal, mas no la desigualdad. Después de todo, cuando la gente ve a un millonario viviendo al lado de alguien que posee miles de millones en su cuenta bancaria, por lo general no los invade una sensación de asco y protestan por el pobre millonario. No esperan o exigen al multimillonario que le pague dinero al millonario para que puedan ser menos desiguales. Eso sería ridículo. No importa si el multimillonario tiene cinco, diez o cien veces la riqueza del millonario. Lo que importa es que ambos individuos viven vidas seguras, saludables, y ganan lo suficiente como para brindar comodidad y felicidad a sus familias.
Por lo tanto, la desigualdad no es un problema si todas las partes tienen un estándar de vida y medios suficientes para sobrevivir y prosperar. De esta manera, los redistribucionistas como Piketty confunden el problema de la pobreza con la desigualdad.
En este sentido, el capitalismo de libre mercado ha incrementado dramáticamente el nivel de vida de las personas más pobres de la sociedad. Irónicamente, el mismo sistema que muchos denuncian como abusivo y que se aprovecha de los pobres, les está ayudando más que lo cualquier programa de gobierno ha logrado, o podría lograr.
Gracias a una economía relativamente más capitalista, los ciudadanos más pobres de los Estados Unidos tienen un estándar de vida más alto que el que 1% más rico del mundo disfrutaba hace sólo 60 años. Lo cierto es que hoy en día los pobres en los Estados Unidos viven en mejores condiciones que la mayoría del resto de la humanidad.
Si realmente nos preocupamos por los pobres y queremos aumentar su estándar de vida y felicidad, tenemos que permitir que el capitalismo genuino florezca. Esto proporcionará a los pobres la oportunidad de adquirir nuevos puestos de trabajo junto a experiencias, y para levantar sus propios negocios ayudándoles a que salgan de la pobreza con dignidad. La propuesta de Piketty de robar a los ricos para dárselo a los pobres no proporciona esta dignidad ni ayuda a los pobres a largo plazo, es solo un parche de corto plazo.
Piketty también hace suposiciones defectuosas. La más notable es que los ricos que invierten su capital — probablemente obtenido gracias al linaje o al privilegio — obtienen de forma automática altos retornos sobre la inversión que superan al crecimiento económico. Ignora el hecho de que la capacidad de invertir y recibir un retorno de esa inversión es una habilidad. Es un balance entre riesgos, matemáticas, y un buen sentido del juicio.
No hay ninguna barrera de entrada para convertirse en inversor de capital. Cualquier persona con acceso a un teléfono o a Internet puede participar en la bolsa de valores y aprovechar un sinfín de herramientas y oportunidades financieras.
De hecho, ya ni siquiera hay una barrera educativa. Programas como Buffets Books y laAcademia Khan ofrecen educación financiera gratuita y efectiva a todo el mundo que quiera aprender acerca de finanzas e inversión. Las personas no necesitan un millón de dólares adicionales para participar en la inversión de capital. Con la baja barrera de entrada a la inversión, es más fácil que nunca en la historia de los pobres invertir la pequeña cantidad de ahorros que puedan tener, y convertir eso en ahorros en una suma más grande — mucho más grande que si guardasen sus limitados ahorros en una cuenta bancaria.
El problema real en la vida no es la desigualdad financiera, sino la justicia financiera, que se logra en una economía abierta y dinámica. Una sociedad no puede tener justicia e igualdadsimultáneamente, simplemente porque la última anula a la primera. La justicia y la igualdad pueden parecer conceptos similares, pero son prácticamente opuestos. Los estadounidenses no deberían dedicarse a robar a una clase de ciudadanos para dar a otros, sino a empoderar a los pobres con la oportunidad de salir de la pobreza. (Traducido por Rebeca Morla.)
La tesis principal de Piketty se plasma en la ecuación r > g, lo que significa que la tasa de retorno del capital sobrepasa el crecimiento económico. En español simple, las personas que controlan y son dueñas de las inversiones de capital ganan más que el crecimiento global de la economía, creando cantidades masivas de desigualdad de ingresos.
A pesar de los hallazgos de Piketty, muchos economistasaun sostienen que el alivio de la pobreza debe ser una preocupación política principal, mas no la desigualdad. Después de todo, cuando la gente ve a un millonario viviendo al lado de alguien que posee miles de millones en su cuenta bancaria, por lo general no los invade una sensación de asco y protestan por el pobre millonario. No esperan o exigen al multimillonario que le pague dinero al millonario para que puedan ser menos desiguales. Eso sería ridículo. No importa si el multimillonario tiene cinco, diez o cien veces la riqueza del millonario. Lo que importa es que ambos individuos viven vidas seguras, saludables, y ganan lo suficiente como para brindar comodidad y felicidad a sus familias.
Por lo tanto, la desigualdad no es un problema si todas las partes tienen un estándar de vida y medios suficientes para sobrevivir y prosperar. De esta manera, los redistribucionistas como Piketty confunden el problema de la pobreza con la desigualdad.
En este sentido, el capitalismo de libre mercado ha incrementado dramáticamente el nivel de vida de las personas más pobres de la sociedad. Irónicamente, el mismo sistema que muchos denuncian como abusivo y que se aprovecha de los pobres, les está ayudando más que lo cualquier programa de gobierno ha logrado, o podría lograr.
Gracias a una economía relativamente más capitalista, los ciudadanos más pobres de los Estados Unidos tienen un estándar de vida más alto que el que 1% más rico del mundo disfrutaba hace sólo 60 años. Lo cierto es que hoy en día los pobres en los Estados Unidos viven en mejores condiciones que la mayoría del resto de la humanidad.
Si realmente nos preocupamos por los pobres y queremos aumentar su estándar de vida y felicidad, tenemos que permitir que el capitalismo genuino florezca. Esto proporcionará a los pobres la oportunidad de adquirir nuevos puestos de trabajo junto a experiencias, y para levantar sus propios negocios ayudándoles a que salgan de la pobreza con dignidad. La propuesta de Piketty de robar a los ricos para dárselo a los pobres no proporciona esta dignidad ni ayuda a los pobres a largo plazo, es solo un parche de corto plazo.
Piketty también hace suposiciones defectuosas. La más notable es que los ricos que invierten su capital — probablemente obtenido gracias al linaje o al privilegio — obtienen de forma automática altos retornos sobre la inversión que superan al crecimiento económico. Ignora el hecho de que la capacidad de invertir y recibir un retorno de esa inversión es una habilidad. Es un balance entre riesgos, matemáticas, y un buen sentido del juicio.
No hay ninguna barrera de entrada para convertirse en inversor de capital. Cualquier persona con acceso a un teléfono o a Internet puede participar en la bolsa de valores y aprovechar un sinfín de herramientas y oportunidades financieras.
De hecho, ya ni siquiera hay una barrera educativa. Programas como Buffets Books y laAcademia Khan ofrecen educación financiera gratuita y efectiva a todo el mundo que quiera aprender acerca de finanzas e inversión. Las personas no necesitan un millón de dólares adicionales para participar en la inversión de capital. Con la baja barrera de entrada a la inversión, es más fácil que nunca en la historia de los pobres invertir la pequeña cantidad de ahorros que puedan tener, y convertir eso en ahorros en una suma más grande — mucho más grande que si guardasen sus limitados ahorros en una cuenta bancaria.
El problema real en la vida no es la desigualdad financiera, sino la justicia financiera, que se logra en una economía abierta y dinámica. Una sociedad no puede tener justicia e igualdadsimultáneamente, simplemente porque la última anula a la primera. La justicia y la igualdad pueden parecer conceptos similares, pero son prácticamente opuestos. Los estadounidenses no deberían dedicarse a robar a una clase de ciudadanos para dar a otros, sino a empoderar a los pobres con la oportunidad de salir de la pobreza. (Traducido por Rebeca Morla.)
(*) Gannon LeBlanc se graduó en Economía y Matemáticas en la universidad Eastern Michigan. Es miembro de Young Voices Advocates y su trabajo ha sido publicado en Forbes, Townhall y The Blaze. Gannon se especializa en educación, negocios y temas económicos.
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