Luego de la sorpresa que el default nos provocó a todos quince días atrás, especialmente a los funcionarios del Gobierno, el discurso parece haber tomado rumbo nuevamente.
Al principio, el Estado nos decía que no cumplía el fallo del juicio por cuestiones técnicas, aspectos legales que hacían que fuera inaplicable. Pero con el correr de las semanas el discurso cambió. Las cuestiones técnicas quedaron de lado, las negociaciones privadas fueron desalentadas y el problema empezó a ser ideológico. Empezamos a decir que el juez Thomas Griesa era un señor mayor con muy poca lucidez, que la Justicia estadounidense era un desastre y terminamos blanqueando que nunca íbamos a pagarle a los buitres porque pagarles implicaba reconocerles una "ganancia extraordinaria".
En conclusión, no te pago porque no quiero...
En palabras de Cristina: "Los fondos buitre no quieren arreglar. No solo por avaricia y codicia, sino también por una decisión política. Mientras yo sea Presidenta no nos van a ver a los argentinos de rodillas".
Por lo tanto, el tema buitres es un asunto cerrado. Guste o no, Cristina no les va a pagar. Esto implica que la Argentina estará en default y quedará por fuera de los mercados mundiales por lo menos hasta principios del año 2016 cuando, con suerte, tengamos otro presidente.
Este escenario parece haber cambiado lo que Cristina y su equipo se imaginaban respecto a su último año de Gobierno. Previo al tema buitres, éste parecía recorrer un camino de cierta racionalidad. Habían arreglado el tema pendiente de la expropiación de YPF a Repsol, habían arreglado con el Club de París, habían tomado medidas ortodoxas para frenar la corrida cambiaria de principios de año. Parecía que se querían meter en el mundo de nuevo. Pero la "sorpresa buitre" lo cambió todo.
Ahora parece que Cristina está decida a volver sobre sus pasos. Parece que su Gobierno vuelve a la versión más radicalizada de su mandato que vimos a mediados del año 2013, un Gobierno que desafía las reglas de la economía constantemente, un Gobierno que parece querer convertir a la Argentina en un país socialista a pasos agigantados.
Revisemos juntos los acontecimientos de esta semana para ver si esta percepción puede ser exagerada:
Impulsar la creación de una "Ley de Abastecimiento": Este proyecto de ley implica que el Estado puede intervenir y manejar todas las empresas de la Argentina si así lo desea y sin la necesidad de pasar por el poder judicial. Si esta ley se aprueba, todos los empresarios del país quedarán a la merced del funcionario de turno. Algunas medidas que tomará esta normativa, según un resumen del diario La Naciónpublicado ayer, son:
Las empresas primero deben pagar la multa y luego apelar ante la Justicia, en caso de querer hacerlo.
En caso "de ser necesario", el Estado podrá intervenir en los procesos económicos de cualquier empresa para fijar márgenes de utilidad, niveles de precio (máximos, mínimo y referencia) y volúmenes de producción. Queda habilitado para manejar indirectamente compras y ventas de compañías.
Las autoridades quedan facultadas para incautar, consignar y vender bienes y servicios sin juicio de expropiación.
Impulsar la aplicación de la Ley antiterrorista contra la imprenta Donnelley: Esta ley es una de las mayores locuras y atentados contra la libertad que realizó el Gobierno de Cristina. La ley dice que el Estado puede encarcelar a aquellas personas que "aterrorizan contra la sociedad". El problema está en definir qué implica "aterrorizar a la sociedad". Esto es algo que es tan subjetivo que convertirlo en ley es una locura.
Hasta el momento, nunca el Gobierno había aplicado esta alocada norma. Pero finalmente parece que llegó el momento de hacerlo contra los terroristas económicos que atacan nuestro país. El diario La Nación lo describió de esta manera:
La presidenta Cristina Kirchner anunció ayer que promovió la aplicación por primera vez de la llamada ley antiterrorista, sancionada a instancias de su gobierno, contra la imprenta multinacional Donnelley por "alteración del orden económico y financiero".
La denuncia ya la presentó la AFIP después de que la compañía que cerró la semana pasada consiguió que la Justicia le declarara la quiebra. La Presidenta dijo que esa quiebra es "falsa" y vinculó a esa empresa gráfica con el fondo buitre NML, de Paul Singer, al que responsabilizó de tejer un "entramado mafioso" para perjudicar al país y querer "verlo de rodillas". "Es un intento de atemorizar a la sociedad", definió Cristina Kirchner, quien varias veces llamó a la sociedad argentina en su conjunto a defender los intereses nacionales.
Cristina vuelve con duros discursos: En sus nuevas declaraciones, la Presidenta se pelea con todos y se posiciona como la defensora del pueblo. Algunas de sus frases del último discurso del jueves pasado:
"A los que quieren correrme por izquierda, les digo que a mi izquierda está la pared".
"Cuando uno ve lo que pasa en la Franja de Gaza uno ve que pasa lo mismo que le pasó al pueblo paraguayo [en la Guerra de la Triple Alianza]. La historia se repite, los beneficiados son siempre los mismos, siempre entre bambalinas".
"No queremos fundir a ningún empresario, lo que no queremos es que los empresarios nos fundan a los argentinos".
Y mientras esta radicalización ocurre las variables económicas se complican cada vez más. Como adelantamos la semana pasada en la nota "Haga todo lo contrario de lo que dice Cristina" al dólar no le queda otra que subir. Tanto el dólar blue como el oficial marcaron nuevos records esta semana y, como es usual, cuando esto ocurre el jefe de Gabinete sale a decir barbaridades. Según Cronista:
"Qué puede hacer el Estado en un mercado marginal; es lo mismo que el Estado pretenda intervenir en el mercado de estupefacientes", dijo Capitanich y agregó: "Es lo mismo que lograr establecer un mecanismo para inducir la cotización del gramo de la cocaína; pretender una intervención en un mercado totalmente ilegal", señaló.
La "receta económica" -más allá de las declaraciones- que tiene el Gobierno ante este escenario es más gasto, más emisión, menores tasas, más controles, más intervención, cerrar la economía cada vez más, menos importaciones. Los anuncios siempre van en este sentido; más subsidios, más ayudas, más obras, más gasto, más regulaciones. Y los efectos de estas causas se están viendo también en forma constante: más inflación, más depresión, menos consumo, menos empresas, menos comercios, más desempleados.
En este escenario, le hago la misma pregunta que le hacía la semana pasada: ¿cómo va a llegar el Gobierno al 2016? En ese momento no tenía una respuesta para darle.
Pero observando los acontecimientos de estos últimos siete días, me parece que el panorama esta un poco más claro. Cristina ahora parece planear llegar al 2016 limitando cada vez más nuestras libertades y expropiándonos a la fuerza cada vez más dinero. El plan implicaría convertirse en un líder populista extremo al estilo Hugo Chávez en Venezuela. Y para esto, el Gobierno puede llevarse puestos a todos...
Está en cada uno de los argentinos actuar diferente esta vez. Si callamos como lo hicimos hasta hace muy poco tiempo, este plan podrá prosperar y la Argentina podrá terminar como Cuba o Venezuela. Si nos animamos a hablar, a gritar, a defender nuestra libertad y derechos, seguramente este macabro plan fracase y el país nuevamente -y esperemos que esta vez en forma definitiva- se convierta en una tierra de oportunidades.
Le deseo un excelente fin de semana, Federico Tessore
FUENTE: Publicado en Inversor Global - Newsletter semanal - enviado por mail
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