Todos –o casi todos- los indicadores macroeconómicos están visiblemente deteriorados y las medidas que han tomado los decisores de Política Económica, hasta ahora, aparecen favoreciendo más que mitigando, una inestabilidad que será cada vez mas pronunciada en lo que resta del año.-. |
Por: Lic. Juan Ignacio Lozano (*)
Las variables más importantes de la macroeconomía ya no responden a las intenciones del Gobierno. Las medidas que se toman, lejos de mitigar los daños producidos por la inflación, el déficit público, el deterioro externo y el atraso cambiario, entre otros aspectos, parecen generar más inestabilidad aún en las variables fundamentales.-
La inflación no ha dejado de ser un problema preocupante al que el Gobierno le asignó insuficiente importancia. El déficit público, también en fuerte expansión, no solo fue generando ahogo financiero para el Tesoro, sino que fue empujando al BCRA a tomar medidas cada vez más firmes y potentes para controlar la consecuente expansión de la masa monetaria, por encima del 30% anual desde hace, al menos, cuatro años. La inflación mensual anualizada cae a partir de enero pese al crecimiento en la tasa de expansión del circulante monetario. Se esterilizó fuertemente a partir del aumento de tasas para que el remanente de dinero no se vaya al “dólar blue”. Esta es una medida transitoria por que se agota con el tiempo si el ritmo de expansión monetaria no se atenúa. Cuando se comenzaron a reducir las tasas de interés se generó una instantánea presión sobre el valor informal del dólar que no dejó de aumentar. De este modo, y si no ocurre ningún evento ocasional, este año terminará con una tasa anual de inflación entre el 35% y el 40% “fogoneada” por el financiamiento monetario del déficit público que el Gobierno no ha podido- o no ha querido, o ambas cosas- contener. El desgaste en el valor de la moneda, además, promueve una fuga de capitales que, poco a poco, va desgastando el stock de Reservas Internacionales.-
El valor de la divisa es, sin lugar a dudas uno de los indicadores de stress de la economía argentina por estos días. Todo remanente de ingresos se va a dólar y la imposibilidad de comprar libremente a valor oficial genera que se desplace operatoria al mercado informal. Desde que se llevó acabo el control cambiario el Gobierno no hizo absolutamente nada con miras a desmantelar un mecanismo que pretendía controlar pero que no podía ser permanente. Cuando se destruyen paulatina pero constantemente las herramientas de conservación de valor –como la moneda- los agentes económicos buscan refugios sólidos.-
La brecha entre el dólar oficial y el informal tocó un curioso y no reducido piso en Abril- 30.43%- cuando la tasa de interés se encontraba aun en un nivel superlativo (+-25%). Desde ahí y hasta la fecha, la diferencia entre un valor y otro no deja de aumentar. Hoy está alrededor del 65%. Esto muestra el poco control que el Gobierno, una vez más, tiene respecto a algunas variables fundamentales. La coyuntura relativa a la problemática de la deuda sin renegociar, no hizo más que aumentar la inestabilidad de muchas variables generando más presión y aumentando la brecha cambiaria, además de nerviosismo en los agentes. Así cabe esperar que un valor de $15 en el mercado negro hacia diciembre no sea descabellado.-
La madre de la mayoría de los problemas es la escasez de Reservas. Después de un nivel record hacia medidas de 2011- alrededor de U$S52.000 millones- las Reservas Internacionales se encuentran en una meseta que se sostiene por los impedimentos para realizar importaciones. Con alrededor de U$S28.900 millones en la actualidad, la fuga de capitales se acentúa. Al no poder tomar crédito en el exterior para cubrir los descalces financieros y mantener estático el escaso saldo comercial, la posición del BCRA para respaldar la política cambiaria se reduce constantemente y desnuda la falta de una estrategia clara y planificada al respecto. Se estima que en diciembre, los dólares en el BCRA serían aun menos que los existentes en la actualidad. La tendencia es claramente descendente, y posiblemente, las reservas sean menores a U$S25.000 millones.-
Es difícil explicar la situación actual a partir de las medidas de política económica que se han tomado y de una estrategia tan errática. No se atisba el objetivo último del gobierno y este desconcierto se transmite a los mercados día tras día. Esta coyuntura es necesario analizarla ponderando, además, el escaso nivel de reservas, el alto ritmo de crecimiento monetario y el consecuente incremento de la tasa de inflación; el cada vez mas exagerado déficit fiscal y un dólar que ya tiene entidad y voluntad propia. Los mercados financieros son altamente volátiles en los momentos más críticos. Éste es uno de ellos.-
La economía real no está ajena y en los últimos meses del año anterior comenzó a mostrar signos de debilidad. La tasa de crecimiento del producto será 2% negativa este año como piso, y esto implica despidos y reducción en la fuerza del consumo como motor de la economía. Los signos de la realidad permiten vislumbrar un escenario de poca estabilidad a lo que hay que sumarle la conducta, bien consolidada del Gobierno, de tomar medidas altisonantes y sorpresivas. Esto borra las posibilidades de previsión y vuelve más difuso el futuro cercano. Promueve que el refugio del dólar sea un buen paliativo para muchos.-
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