viernes, 20 de enero de 2017

El sirviente del hampa. Por Nicolás Márquez

La imagen puede contener: una persona, de trajeEsta semana se cumplieron dos años de la muerte (¿asesinato?, ¿suicidio inducido?) del Fiscal Alberto Nisman, personaje que hoy se reivindica como una suerte de héroe de la justicia habidas cuentas de la “quijotesca” labor que se le adjudica, motivo por el cual habría acabado muerto víctima del poder corrupto y corruptor kirchnerista que él había “valientemente” denunciado horas antes de su deceso.
Ahondemos un poco más ante esta cómoda y redundante simplificación propagandística.
En puridad, Natalio Alberto Nisman no sólo no luchó contra las mafias sino que sirvió a estas. El reconocido delincuente Néstor Kirchner lo nombró desde el inicio de su presidencia como dilecto colaborador suyo y uno de los oficios al servicio del régimen más corrupto de la historia que Nisman impulsó como fiscal fue el de perseguir opositores, tal el caso del pedido de detención de Carlos Menem en 2008 o la persecución librada ante el ex juez Juan José Galeano: pero los cables de la embajada estadounidense en Buenos Aires revelados por Wikileaks confirmaron que la decisión de Nisman de perseguir al ex Presidente Menem fue un intento para congraciarse con la entonces presidente Cristina Kirchner. Pero en esta labor, sin dudas su apuesta más obsecuente consistió en impulsar el procesamiento de Mauricio Macri (entonces jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires) y otros funcionarios disidentes, en el marco de la persecución política kirchnerista en la cual se usaba al sumiso aparato judicial para acosar periodistas y políticos opositores: posteriormente se confirmó la inocencia de Macri y se demostró una vez más la funcionalidad de Nisman al servicio de una banda que detentaba el poder del Estado a merced de un latrocinio sistemático y generalizado. A lo dicho, cabe señalar que es de público conocimiento que para estas maniobras, Nisman contaba con el espionaje de la Secretaría de Inteligencia que el fallecido malviviente Néstor le puso a disposición.
Podría argumentarse que sobre varias de las personas que Nisman perseguía pesaban elementos de sospecha como para impulsar determinadas investigaciones, pero llama mucho la atención que jamás durante todo este tramo de su “heroica labor judicial” Nisman haya solicitado procesamiento o detención de ninguno de los delincuentes que por entonces abundaban en los Ministerios y Secretarías del delincuencial aparato gubernamental al que él obedecía a cambio de jugosos beneficios crematísticos.
Pero no fue la de un simple funcionario perseguidor o extorsionador de opositores la obra destacada del solícito Nisman, sino el hecho de que éste fuera premiado por el propio Kirchner en el 2004 como Fiscal especial, al otorgársele la causa del atentado terrorista contra el edificio de la AMIA (único atentado terrorista que los alcahuetes de la justicia kirchnerista investigaron dado que los perpetrados por el ERP y Montoneros fueron bochornosamente exculpados).
La cercanía para con el hampa gubernamental de la que Nisman gozaba era tan amigable, que como fiscal especial se lo premió con un salario privilegiado (era más alto que el del Presidente de la Nación) y estaba exento del impuesto a las ganancias. Paralelamente, el régimen lo volvió a consagrar tras nombrarlo docente en la Universidad de Buenos Aires.
Pero el infatigable becario no sólo usó sus contactos para disfrute propio sino para fomentar el nepotismo: hizo nombrar como jueza a quien por entonces fuera su mujer, la abogada Sandra Arroyo Salgado (con quien tuvo dos hijas), dama beneficiada como cabeza del juzgado federal de San Isidro. Nuevamente, ni ella ni él tenían ningún inconveniente moral en gozar de las mieles de un poder corrupto y trepar en el escalafón del maloliente Estado kirchnerista, es decir del mismo Estado y gobierno al que hoy la Jueza supérstite acusa de haber asesinado a su ex marido mediante “grupos de tareas”. Nosotros no negamos ésta última posibilidad pero: ¿el kirchnerismo era bueno cuando me nombraba jueza y malo cuando mataba al padre de mis hijas?
La historia reciente es conocida.
Tras la muerte de Néstor en 2010, Cristina Kirchner decidió cambiar el rumbo investigativo del atentado terrorista a la AMIA y esta tendencia iba en desmedro de las teorías que venía esbozando Nisman desde su acaudalada dependencia, la cual no sólo nunca avanzó seriamente en la investigación de marras sino que el propio interesado fue acusado de malversar fondos públicos y utilizar dinero de estatal para disfrute de sus habituales juergas nocturnas y correrías eróticas de tinte prostibulario.
Ante el golpe de timón del PEN, Nisman salió a la palestra denunciando mediáticamente a Cristina Kirchner de pretender pactar impunidad con el terrorismo internacional y acto seguido, el ubicuo burócrata apareció misteriosamente muerto en su departamento en el lujoso edificio Le Parc de Buenos Aires.
No sabemos aun si esta denuncia puntual contra la pérfida CFK era del todo consistente o no, pero aunque lo fuera: ¿ello borra el lamentable e inmoral derrotero del malogrado tránsfuga?
Quiérase o no, Nisman fue socio/empleado de la delincuencia kirchnerista durante más de una década, hasta que por ajustes de cuentas en el seno del mismo hampa al que él servía, éste fue suicidado por la misma gavilla que lo benefició tanto en lo personal como en lo familiar.
Desde estas líneas no celebramos su muerte pero tampoco glorificaremos la figura de quien fue largamente colaborador, cómplice o copartícipe del crimen institucionalizado: así paga el diablo a quien bien le sirve y más allá de los misterios policiales que ensombrecen toda esta sórdida trama, la historia de Nisman podría resumirse abrevando en la sabiduría popular:
El que mal anda mal acaba.
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