El proceso formativo de la Nación Argentina, no ha terminado ni con la independencia de España ni con la Unidad Nacional formal lograda después de Caseros. Nuestro país necesita integrase y esta integración presupone una doctrina nacional y popular; nacional, porque supedita a las necesidades de la Nación, que son las del conjunto, las de cada una de las clases que la integran, y popular, porque la inmensa mayoría de esas clases constituyen el pueblo.
La integración nacional concibe a la Nación como una categoría que abarca, integra y armoniza a todas las regiones, grupos sociales, actividades económicas y corrientes ideológicas y políticas, con un destino común: la independencia nacional
Para llevarlo a cabo se necesita una actitud consiente del pueblo, pero existe un solo obstáculo: la resistencia formidable de los privilegiados que viven de nuestra Nación y que lucran, como quistes extraños a ella, con su dependencia y su subdesarrollo. Estos intereses configuran una estructura secular, cuya capacidad de maniobra y simulación genera todas las confusiones y los engaños más burdos, que solo la fuerza de todo un pueblo puede quebrantarlo.
La historia ha demostrado que el Movimiento Nacional cayó derrotado cuando sus integrantes se dispersan y aíslan, cuando no alcanzan una genuina expresión orgánica y no aciertan a seguir un programa que sirva a los reales intereses de la nación y el pueblo. Las formulas populistas que representaron Irigoyen y Perón, poniendo acento en la pureza del sufragio, el primero, y en la justicia social el otro, no modificaron las condiciones básicas de la economía nacional. Perón recién en 1953, al final de su segundo mandato advirtió que había que acudir a la erección de los sectores básicos de la economía. Había dicho: “Lo que nosotros tenemos que presentar a la amenaza de afuera y a los traidores que adentro están al servicio de los de afuera, es un frente popular unido, un frente del pueblo”
El gobierno desarrollista Frondizi, en 1958/ 62, siguió el camino de Perón al optar por la privatización del petróleo y una política económica de industrialización. Cumplió una enérgica actitud destinada a integrar la economía, comenzando por sus sectores básicos, pero cuando el país logró grandes realizaciones y avanzó por los caminos de la liberación nacional fue abatido. El frente nacional se había disgregado nuevamente arrastrado por consignas derrotistas en las que coincidían derechas e izquierdas, populistas y liberales. Perón y Frondizi, serán recordados como los hombres que desde el poder y desde el llano, sirvieron al Movimiento Nacional y a la consolidación de la Nación.
Posteriormente, se alternaron gobiernos de facto y legales, se evidenció la crisis de la partidocracia y con ella la obsolescencia del sistema en que se sostiene. El país empezó a retroceder, y también cada uno de los argentinos individualmente, cada sector social en su conjunto, salvo los especuladores y aquellos vinculados a las empresas multinacionales.
Luego como alternativa para el populismo se buscó en el arsenal del liberalismo, que en definitiva se apoyó y se apoya en la misma premisa de mantener intocado el aparato productivo. Se distribuyen y redistribuyen ingresos soslayando el cambio de estructura, aumentan impuestos, restringen el crédito, congelan salarios, promueven el gasto público, ajustes, etc. El resultado es siempre el mismo: creciente desocupación y la quiebra de la empresa nacional.
Lo ocurrido es historia y es presente, el Movimiento Nacional sigue teniendo enemigos dentro y fuera del mismo gobierno, que estimulan las divisiones internas en forma constante, frustrando a todo proceso de tendencia nacional. Hoy como ayer la falta de una doctrina coherente impide el alineamiento correcto de dirigentes librados a intervenir en una lucha a la que conduce oblicuamente el enemigo nacional.
Abogado- Desde Formosa - Enviado por su autor
Después de leer alguna nota anterior del Dr. Hardy, estoy asistiendo a un doble discurso entre lo que se critica y lo que se sostiene. #lamentable
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