Las nuevas autoridades económicas plantearon la necesidad de avanzar con una profunda reforma tributaria. El planteo está justificado en la compleja superposición de impuestos que desalienta la inversión y la creación de empleos. Pero el ordenamiento tributario debe ir acompañado de la reducción de la evasión. Para ello, es central desalentar los pagos en efectivo. La eliminación de la devolución del IVA por el uso de las tarjetas de débito va en sentido contrario. Se instaló como prioridad dentro de la agenda de políticas públicas la reforma del sistema impositivo. La propuesta es pertinente ya que la arraigada conducta de los tres niveles de gobierno de aumentar y crear nuevos impuestos ha devenido en una situación anárquica e insostenible. La presión tributaria nominal es exageradamente alta, máxime cuando se trata de muchos impuestos de mala calidad que en la mayoría de los casos se administran de manera superpuesta por diferentes jurisdicciones. La evasión es, en parte, la reacción de amplios sectores de la sociedad a esta irracionalidad del sistema tributario. En muchos casos los incumplimientos ganan legitimidad ante la evidencia de que impuestos altos y engorrosos son imposibles de pagar. De aquí que gran parte de la actividad productiva subsista gracias a la tolerancia de la evasión, en especial entre las empresas pequeñas y medianas. El fenómeno es económica y socialmente muy negativo y está asociado al uso del efectivo como medio de pago. Una comparación con países vecinos permite aproximar las dimensiones del fenómeno.Tomando información publicada por los Bancos Centrales de cada país se observa que: -En Argentina, el dinero disponible para hacer pagos es efectivo representa el 40% mientras que el otro 60% está en depósitos en cuenta corriente y cajas de ahorro. -En Uruguay, el dinero en efectivo representa el 26% mientras que el 74% restante está depositado en cuentas corrientes y cajas de ahorro. -En Chile, la proporción es de 22% de dinero en efectivo y 78% en depósitos a la vista y cajas de ahorro. Estos datos muestran que en la Argentina se apela de manera mucho más frecuente al dinero en efectivo para instrumentar pagos. En sentido contrario, en Chile y Uruguay, la menor disposición de efectivo es compensada por una mayor utilización de dinero bancario. En términos aproximados, las estadísticas monetarias de cada país sugieren que en la Argentina se utiliza casi el doble de dinero en efectivo que en Chile y casi un 60% más que en Uruguay. Este mayor uso de efectivo es el que le da viabilidad a los muy altos niveles de evasión que prevalecen en el país. Para avanzar hacia un sistema tributario más simple y racional es necesario abordar temas técnica y políticamente complejos. En materia de ordenamiento impositivo es imprescindible fusionar los impuestos al consumo que se administran desde los tres niveles de gobierno (IVA, impuestos internos, Ingresos Brutos y tasas municipales) y a los activos (Ganancia Mínima Presunta, Bienes Personales y los impuestos provinciales y municipales a los bienes registrables). También eliminar –o colocarlos como pago a cuenta de otros tributos– a los impuestos al trabajo, al cheque y a las exportaciones. Pero para avanzar en este sentido es ineludible generar espacio fiscal eliminando gastos nacionales que se solapan con funciones provinciales y municipales y reducir la evasión impositiva. Para reducir la evasión, se debería impulsar un "pacto tributario" que establezca que la reducción en la presión tributaria está condicionada al cumplimiento del pago de los impuestos. El instrumento para hacer operativo este “pacto” es la sustitución del dinero en efectivo por dinero bancario. Desde el punto de vista tecnológico esto es factible como lo demuestran los países nórdicos que están muy cerca de eliminar el dinero en efectivo. Los desafíos más complejos pasan por generar incentivos y concientización en la población, acelerar la modernización del sistema financiero y el apoyo judicial (ejemplo en contrario es la declaración de inconstitucionalidad de la norma que dispone que los pagos mayores a $1.000 deben ser obligatoriamente con dinero bancario). Las nuevas autoridades económicas acertaron al plantear la reforma impositiva como tema prioritario. Pero una de sus primeras medidas va en el sentido contrario. Se eliminó la devolución del 5% de IVA por compras con tarjetas de débito. Esto era una herramienta para inducir los pagos bancarios. Había quedado obsoleta por falta de actualización. Pero en lugar de eliminarla habría que haberla perfeccionado ya que un componente central de la reforma tributaria debe ser asociar la baja de impuestos al uso del dinero bancario. |
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