Trump amenaza con un arancel del 45% sobre los productos chinos porque Pekín tiene una divisa manipulada y artificialmente devaluada. El presidente estadounidense, en este caso concreto, tiene razón. El cambio del yes fijo, no libre ni plenamente convertible, y lo controlan las autoridades monetarias del gigante asiático. Además, tras cada superávit recurrente experimentado por China, el yuan debería apreciarse y no depreciarse para favorecer las exportaciones hacia Estados Unidos. Y, por último, la paridad del poder adquisitivo se desvía notablemente porque un mismo dólar puede comprar el doble de bienes en China. Dicho con otras palabras, los productos chinos tienen un precio en dólares doblemente competitivo y esto debería ajustarse por la vía del tipo de cambio para reducir el déficit exterior estadounidense con China.
Últimamente, sin embargo, el yuan se deprecia por la salida de dólares del banco central chino. Los turistas chinos tienen prohibido utilizar dólares en sus compras fuera, para frenar la sangría, pero esto también afectará negativamente a otros países receptores de mucho turismo chino como son Tailandia o Corea del Sur.
Es preciso prestar atención, por último, al repunte de la inflación en Asia. La china podría llegar al 3%. Y el país con mayor inflación será la India, superior al 6%, seguida de Indonesia. Las subidas del tipo de interés en estadounidense, un petróleo más caro y la inflación son variables que impedirán bajar los tipos en Asia. Es más, para evitar fugas masivas de capitales, India o China deberán incrementar sus intereses, afectando negativamente al PIB.
Hong Kong, lógicamente, será quien más deberá subir los tipos porque su moneda está anclada al dólar estadounidense. Al tener los capitales allí plena libertad de movimientos, y un tipo sin cambios con el dólar, Hong Kong debe aumentar sus intereses cada vez que lo hace Estados Unidos. Y esto también es problemático porque una subida de tipos podría precipitar un ajuste brusco del sector inmobiliario en Hong Kong.
¿Qué dicen las Bolsas?
Shanghai suele caer durante los meses de enero para recuperarse justo después del año nuevo chino. La economía china suele frenar su actividad antes del año nuevo lunar, sobre todo a nivel de comercio exterior, para después recuperarse durante las asambleas políticas anuales que tienen lugar en Marzo. Es entonces cuando Pekín anuncia grandes planes de estímulo, sobre todo fiscal, para el nuevo ejercicio que entra. Y también, lo más importante, reformas estructurales que siempre animan al mercado. La Bolsa china deberá cerrar el año por encima de los 3.100 puntos. Puede caer en enero, sobre todo si los datos de coyuntura económica no acompañan, pero habrá que posicionarse bien para marzo.
Los sectores vinculados a la reforma del sector estatal, medioambiente, consumo, partenariados público-privados y agrícola son, en opinión de Wang Yifa, economista jefe en Jiutai Investments, industrias con elevado potencial alcista. El siguiente gráfico muestra la evolución del índice de las empresas estatales sujetas a reformas. Se han producido burbujas recientemente, porque dichas reformas tardan en llegar o no llegan, pero ahora los inversores están mostrando un cierto optimismo hacia las mismas.
SUBIDAS DEL ÍNDICE DE LAS EMPRESAS ESTATALES SUJETAS A REFORMAS DESDE JUNIO
Hay otras bolsas asiáticas, como el KOSPI de Corea, cuyo comportamiento parece más predecible. Un mercado que, desde la recuperación de 2009, se mantiene relativamente constante en los 2.000 puntos. Esto encaja, en cierta medida, con la escasa rentabilidad de los activos financieros surcoreanos. De crecer a tasas del 7% en 2010 el país asiático ahora está creciendo un 3. La deuda de los hogares coreanos ya alcanza el 100% del PIB. Y cualquier shock externo puede hacer que la economía coreana descarrile. Corea, sin duda, tiene un dilema. Si suben los tipos, habrá problemas dentro del sector bancario al encarecerse el interés de las deudas. Y si siguen en niveles tan bajos, al final, la baja rentabilidad hará que el capital busque otras opciones mejores como ahora Estados Unidos.
EL KOSPI SURCOREANO SE MANTIENE ESTABLE, EN LOS DOS MIL PUNTOS, DESDE 2009
¿Y el NIKKEI de Tokio? Un yen débil, dado que en Estados Unidos pueden subir los tipos hasta tres veces más durante 2017, debe refrendar las alzas recientes. El NIKKEI japonés está ponderado, sobre todo, por exportadoras cuyos beneficios dependen de una moneda depreciada frente al dólar.
Japón está rozando los 20.000 puntos, niveles máximos alcanzados solamente durante algunos momentos de 2015 y el año 2000, por lo que es aconsajable vigilar mucho las resistencias. Los tipos continúan en prácticamente cero o negativos. Y la inflación repuntará al 0,6% en 2017. La cuestión de Japón es enormemente compleja porque, sin ser en absoluto comparable a países como Grecia, tiene una deuda pública que ya triplica su PIB.
Para intentar escapar del binomio maldito recesión-deflación, recurrente durante estos últimos veinticinco años, el gobierno japonés lleva tiempo aplicando unas políticas de shock que se dividen en “tres flechas”. Una de estas flechas consiste en incrementar notablemente el gasto público. La segunda flecha, bastante menos activa, pasa por introducir reformas estructurales que promuevan una mayor eficiencia del sector público. Y, como respaldo de ambas, el BOJ seguirá inyectando liquidez al sistema para consolidar una inflación necesaria allí. Incrementar sólo los precios, sin embargo, es negativo.
La deflación era el enemigo a batir, por supuesto, pero una inflación sin crecimiento puede empeorar las cosas todavía más. En tiempos de crisis es muy complicado que ninguna empresa suba los salarios nominales. Es más, el paro japonés permanece en niveles tan bajos, precisamente, por el ajuste vía sueldos que se viene realizando desde 1990. Si sólo suben los precios, por tanto, el consumidor japonés medio experimentaría una reducción de poder adquisitivo. Esto, junto con las subidas de impuestos para financiar la deuda pública, también reduciría el consumo. Y este bajo consumo, por consiguiente, acabaría derivando en deflación otra vez.
Las políticas monetarias del BOJ, por consiguiente, nada podrán hacer para consolidar la inflación mientras siga sin haber un modelo de crecimiento sostenible. Los japoneses siempre tienden a reducir su consumo en tiempos de crisis. Este menor consumo, por otra parte, ha estado desincentivando las inversiones privadas ante una demanda débil y expectativas de deflación.
Según datos del Banco de Japón, las tenencias líquidas de las empresas japonesas se sitúan hoy en niveles máximos históricos, rozando los dos billones de dólares. Un enorme potencial de inversión no realizada que se traduce en menos crecimiento económico y empleo (o salarios más altos). Y los bajos salarios, además del envejecimiento demográfico, culminan un sudoku de difícil solución. Mientras nadie adopte reformas estructurales para estimular el consumo, y un mayor crecimiento económico, no habrá recuperación posible. Y, para ello, se necesita mucho más que planes fiscales o estímulos fáciles del BOJ.
FUENTE: http://fundsandmarkets.dirigentesdigital.com/articulo/bolsas-hoy/21378/bolsas-asiaticas-2017.html
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