Contrapeso.info
Muchas personas defienden el derecho de las minorías a vivir de acuerdo con sus costumbres —una defensa que no parece ser en nada irracional.
Es la que se acostumbra en reclamos de tolerancia —el respetar los usos y costumbres étnicos, por ejemplo, o el acatar costumbres nacionales, culturales o religiosas.
Un caso, visto esquemáticamente, ayudará a comprender el problema interno que puede presentarse en muchos de los derechos de las minorías.
En un país donde la religión mayoritaria es cristiana vive una minoría de otra religión —o bien, más concreto, en México una minoría étnica. Esas minorías piden tolerancia, solicitan que sean respetadas en el sentido de que puedan mantener sus costumbres y aplicar sus creencias que son distintas a las mayoritarias.
Hasta este nivel, el reclamo pasaría como uno razonable y justificable, visto como un respeto a la minoría en cuestión. Es un caso en el que se pide la aplicación de un valor específico, el del respeto o tolerancia —una noción que es propia de un cierto tipo de cultura, no de todas.
Cuando se profundiza de nivel, el caso puede complicarse.
Una minoría religiosa que pide que sus creencias sean toleradas por la mayoría puede tener una costumbre, la de obligar a las hijas a matrimonios, o impedir que ellas salgan a la calle. Una minoría étnica que también pide respetar sus usos y costumbres puede incluir en ellas la venta de niñas, o la sumisión femenina.
La profundización del nivel es la clave para entender el problema:
• El el primer nivel, sólo se contempla a la minoría claramente definida y no nada más allá de ella. Es una minoría que contrasta muy visiblemente contra la mayoría nacional.
• El el segundo nivel, se llega a contemplar una realidad incontestable: dentro de esa minoría existen otras minorías —como la minoría de las hijas dentro de la minoría mayor.
Si se fuese lógico en la aplicación del principio de respeto o tolerancia de creencias, la minoría que solicita ese respeto a la mayoría, deberá también respetar a sus minorías interiores —de lo contrario se da una asimetría de reclamos: una minoría pide a otros lo que no da a los suyos. Claramente una injusticia.
• Si se procediera a niveles más profundos, se terminaría en el nivel personal —uno en el que el mismo principio aplica: el reclamo de respeto a las ideas, creencias, costumbres personales. La noción de mayoría-minoría desaparece surgiendo la persona individual como protagonista central.
La argumentación que he presentado no es nueva. Ha sido usada para demostrar la conclusión final del principio de la auto-determinación nacionalista —y recientemente, la usó Enrique Krauze en su obra Redentores:
“Si la mayoría en el país debía conceder a la minoría indígena su derecho a la diferencia, la mayoría indígena —en cualquier localidad o comunidad— estaba obligada a conceder el mismo derecho a sus propias minorías internas…”
Lo que he hecho es dar un paso adicional —concluyendo que si una minoría tiene una minoría interna, esta minoría interna a su vez tiene otra minoría interna y así sucesivamente hasta acabar en la minoría última, la persona individual y sus derechos frente al resto.
Derechos personales que imponen a todos los demás una obligación de respeto —un rasgo cultural propio de la civilización occidental que tiene como eje a la persona, no a grupos cuantificables. Es decir, los derechos en su esencia no pueden ser derechos de grupo, minoritario o no. Pueden ser sólo derechos personales e implicar libertades a respetar por parte de los demás.
Finalmente, los rasgos religiosos o culturales de minorías y mayorías también, pueden sólo mantenerse de manera voluntaria por cada persona —siempre que se respeten los derechos esenciales de la persona que son buena parte del cimiento cultural que sostiene a la sociedad en donde es posible hacer reclamos de derechos personales.
Addendum
Los ejemplos extremos ayudan a comprender los principios generales aplicables a casos menos extremos. Si una minoría cultural reclama el respeto a sus usos y costumbres y entre ellas se encuentra el sacrificio humano, se reaccionaría con indignación —no sería permitida tal aplicación del respeto a las diferencias, incluso existiendo la libre aceptación de quien será sacrificado.
Nota del Editor
Hay más ideas sobre el tema en ContraPeso.info: Derechos Humanos.
Girondella hace una contribución importante al dar un paso adicional en el razonamiento de las mayorías y minorías: cada minoría se convierte en mayoría frente a sus minorías interiores; las minorías interiores se convierten en mayorías con respeto a otras minorías aún más internas. Se termina el ciclo en el darse cuenta que el valor central está en la persona humana individual y sus derechos, la auténtica minoría a ser respetada.
Fuente: Publicado en ContraPeso.info
Muchas personas defienden el derecho de las minorías a vivir de acuerdo con sus costumbres —una defensa que no parece ser en nada irracional.
Es la que se acostumbra en reclamos de tolerancia —el respetar los usos y costumbres étnicos, por ejemplo, o el acatar costumbres nacionales, culturales o religiosas.
Un caso, visto esquemáticamente, ayudará a comprender el problema interno que puede presentarse en muchos de los derechos de las minorías.
En un país donde la religión mayoritaria es cristiana vive una minoría de otra religión —o bien, más concreto, en México una minoría étnica. Esas minorías piden tolerancia, solicitan que sean respetadas en el sentido de que puedan mantener sus costumbres y aplicar sus creencias que son distintas a las mayoritarias.
Hasta este nivel, el reclamo pasaría como uno razonable y justificable, visto como un respeto a la minoría en cuestión. Es un caso en el que se pide la aplicación de un valor específico, el del respeto o tolerancia —una noción que es propia de un cierto tipo de cultura, no de todas.
Cuando se profundiza de nivel, el caso puede complicarse.
Una minoría religiosa que pide que sus creencias sean toleradas por la mayoría puede tener una costumbre, la de obligar a las hijas a matrimonios, o impedir que ellas salgan a la calle. Una minoría étnica que también pide respetar sus usos y costumbres puede incluir en ellas la venta de niñas, o la sumisión femenina.
La profundización del nivel es la clave para entender el problema:
• El el primer nivel, sólo se contempla a la minoría claramente definida y no nada más allá de ella. Es una minoría que contrasta muy visiblemente contra la mayoría nacional.
• El el segundo nivel, se llega a contemplar una realidad incontestable: dentro de esa minoría existen otras minorías —como la minoría de las hijas dentro de la minoría mayor.
Si se fuese lógico en la aplicación del principio de respeto o tolerancia de creencias, la minoría que solicita ese respeto a la mayoría, deberá también respetar a sus minorías interiores —de lo contrario se da una asimetría de reclamos: una minoría pide a otros lo que no da a los suyos. Claramente una injusticia.
• Si se procediera a niveles más profundos, se terminaría en el nivel personal —uno en el que el mismo principio aplica: el reclamo de respeto a las ideas, creencias, costumbres personales. La noción de mayoría-minoría desaparece surgiendo la persona individual como protagonista central.
La argumentación que he presentado no es nueva. Ha sido usada para demostrar la conclusión final del principio de la auto-determinación nacionalista —y recientemente, la usó Enrique Krauze en su obra Redentores:
“Si la mayoría en el país debía conceder a la minoría indígena su derecho a la diferencia, la mayoría indígena —en cualquier localidad o comunidad— estaba obligada a conceder el mismo derecho a sus propias minorías internas…”
Lo que he hecho es dar un paso adicional —concluyendo que si una minoría tiene una minoría interna, esta minoría interna a su vez tiene otra minoría interna y así sucesivamente hasta acabar en la minoría última, la persona individual y sus derechos frente al resto.
Derechos personales que imponen a todos los demás una obligación de respeto —un rasgo cultural propio de la civilización occidental que tiene como eje a la persona, no a grupos cuantificables. Es decir, los derechos en su esencia no pueden ser derechos de grupo, minoritario o no. Pueden ser sólo derechos personales e implicar libertades a respetar por parte de los demás.
Finalmente, los rasgos religiosos o culturales de minorías y mayorías también, pueden sólo mantenerse de manera voluntaria por cada persona —siempre que se respeten los derechos esenciales de la persona que son buena parte del cimiento cultural que sostiene a la sociedad en donde es posible hacer reclamos de derechos personales.
Addendum
Los ejemplos extremos ayudan a comprender los principios generales aplicables a casos menos extremos. Si una minoría cultural reclama el respeto a sus usos y costumbres y entre ellas se encuentra el sacrificio humano, se reaccionaría con indignación —no sería permitida tal aplicación del respeto a las diferencias, incluso existiendo la libre aceptación de quien será sacrificado.
Nota del Editor
Hay más ideas sobre el tema en ContraPeso.info: Derechos Humanos.
Girondella hace una contribución importante al dar un paso adicional en el razonamiento de las mayorías y minorías: cada minoría se convierte en mayoría frente a sus minorías interiores; las minorías interiores se convierten en mayorías con respeto a otras minorías aún más internas. Se termina el ciclo en el darse cuenta que el valor central está en la persona humana individual y sus derechos, la auténtica minoría a ser respetada.
Fuente: Publicado en ContraPeso.info
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