domingo, 16 de septiembre de 2012

Copia de Enrique y Ale Grau.jpgA pesar de você
(euforia constructiva)

Por Enrique Guillermo Avogadro
“Seamos esclavos de las leyes para poder ser libres” Marco Tulio Cicerón

La semana pasada, cuando encabecé mi nota con algunos versos de la fantástica canción que escribiera Chico Buarque, no me atrevía a imaginar lo que sucedió el 13 de septiembre en todas las plazas del país, cuando cientos de miles de personas rompieron la tela de araña de miedo que el Gobierno, todos los días, teje en torno a la sociedad, para que ésta no reaccione y acepte, adormecida, la reforma constitucional. Ésta lleva, como caballito de batalla y como cortina de humo, a la re-reelección de doña Cristina y, como verdadero objetivo, a la conversión de la Argentina al “socialismo del siglo XXI”.

El jueves, como dicen los españoles, “el éxito admiró a la propia empresa”. Porque ni nuestros más delirantes sueños se acercaron a esa espontánea movilización popular, tan masiva como civilizada. Como supondrá, estuve en ella y recorrí, palmo a palmo, todos los escenarios y todas las avenidas. Pude ver cómo se integraban ciudadanos de todas las clases y, sobre todo, de todas las edades, pese a una muy marcada y mayoritaria presencia de jóvenes, incluyendo a padres con cochecitos de bebes. Desde los camiones que recogían residuos, los trabajadores saludaban con euforia a quienes caminaban, y hasta los escasos policías que se vieron, en moto o custodiando edificios, dejaban ver su alegría ante una multitud que sólo exigía República y libertad.
Por supuesto, los sociólogos y los politólogos podrán dar millones de explicaciones distintas a esa concentración, mientras los voceros del Gobierno persistirán en minimizarla y denigrarla, como era de prever. Sin embargo, lo real es que los argentinos que integran el 46% que no votó al oficialismo en 2011 y muchos que sí lo hicieron -porque creyeron en la imagen que emanaba de la trágica viudez de la señora Presidente- y que han sido defraudados por la prepotencia y el despotismo del Gobierno, se congregaron en todo el país para decir a éste que hasta aquí llegó, que no puede continuar avasallando las libertades individuales ni exhibiendo, con impudicia, la impunidad de la generalizada corrupción.
El clima, en la marcha, era de inmensa euforia, que se palpaba en la forma en que desconocidos se reían, se abrazaban y se felicitaban por sentirse, nuevamente, libres y capaces de expresar su hartazgo ante tanta crispación. Es por eso que debemos mantener encendida esa llama de libertad, impidiendo que actúen aquéllos que están interesados en apagarla para evitar que este proyecto mesiánico y trasnochado del oficialismo fracase, como tantos otros de similares características a lo largo de la historia de la humanidad. Y no es un dato menor cuánto tienen en juego, más allá de lo ideológico, esos fanáticos que rodean a la señora de Kirchner, en términos riesgos carcelarios y patrimoniales.

Ahora debemos transformar esa extraña sensación que nos embriagó el jueves en algo constructivo. En primer término, empezar a trabajar, en las redes sociales pero también en el boca a boca, por el éxito de la concentración prevista para el primer día de octubre. Porque, para que lo que entre todos hicimos el jueves no se diluya, es necesario re-encender esa llama que exige República y libertad, seguridad y decencia, respeto y no miedo.
La ciudadanía dio un mensaje espontáneo y masivo al Gobierno con su presencia en calles y plazas de todo el país, pero más trascendente es el mensaje que envió a los opositores que pretenden representarla. El contenido resulta de fácil decodificación. “¡Basta de jugar! ¡Basta de personalismos estúpidos! ¡Es hora de hombres, no de nombres!”.

El 7 de octubre se decidirá, en Venezuela, el futuro de gran parte de América Latina. Si Chávez pierde las elecciones, por ejemplo, la Cuba de los Castro perderá el pulmotor de petróleo y dinero que mantiene viva a su dictadura, y lo mismo sucederá en Nicaragua. Por su parte, Ecuador y Bolivia se transformarán también, dado que carecerán del faro que representa el trasnochado papagayo caribeño. En la Argentina, una derrota del tan íntimo aliado de la señora Presidente también traerá aparejadas consecuencias graves, en especial en el sostenimiento material de grupos tales como la Tupac Amaru, de Milagro Salas, el Movimiento Evita, de Pérsico, etc., y de tanta corrupción gubernamental.

Pero es cierto que es difícil que eso suceda porque, para que Capriles pueda acceder al poder, la diferencia que deberá obtener sobre Chávez deberá ser de tal magnitud que impida el fraude y la manipulación. Y aún si esa esperanza se concretara, el país se verá enfrentado a horas dramáticas, ya que su tirano ha amenazado con una guerra civil, en la cual no dudará de empeñar a sus rojo-rojillos y al sector narco-militar que le es adicto. Un anticipo ya se está viendo en la campaña electoral, donde las hordas chavistas hasta toman aeropuertos para impedir actos de la oposición. Y lo mismo sucederá aquí, si los datos se asemejan entonces.

Para los argentinos que exigimos República y libertad también será un momento decisivo, ya que podremos comprobar, aún si Capriles resultara derrotado, qué importante resulta que quienes pretenden representarnos se pongan de acuerdo en cinco o diez puntos elementales pero esenciales, y repliquen aquí una fórmula similar a la que desarrolló la oposición al bolivariano. Allí, como es bien sabido, quienes están hartos de Chávez, de su cercenamiento a la libertad y de su corrupción, de la inseguridad y de la inflación, del avance de la droga sobre la sociedad, de la malversación de los caudales públicos y del enriquecimiento desmedido de los cómplices lo lograron; realizaron una especie de internas dentro de todo el arco opositor y, quien resultó victorioso en ellas, se transformó en su único candidato presidencial.
Por eso, la euforia del jueves dejó otro claro mensaje a los políticos no oficialistas: “Hasta que asuman el rol que les pedimos, no intenten capitalizar nuestro descontento”; esa fue la razón para la falta de oradores en Plaza de Mayo: ninguno hubiera sido bienvenido.

La euforia y la alegría deben ser transformadas por la ciudadanía en una exigencia generalizada y constructiva, explicando a quienes encabezan los partidos de oposición que, si quieren permanecer en el candelero, deberán seguir el camino de la madurez, dejando de comportarse como chicos egoístas. De lo contrario, no sólo serán desterrados al arcón de los recuerdos sino que los huracanes de la Historia se desatarán en la Argentina, más temprano que tarde.
Entonces, juntémonos el 1º de octubre, a las 18:00, en el Monumento de los Españoles, en Av. Libertador y Av. Sarmiento, en la ciudad de Buenos Aires, y en los otros puntos que usamos para reunirnos el jueves en todo el país., gritando: “¡A pesar de usted, señora, mañana será otro día!”.
Bs.As., 16 Sep 12
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado

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FUENTE: Enviado por mail por su autor

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