domingo, 1 de julio de 2012

Otra Vez Esos Tratados
Por Eduardo García Gaspar 
Contra Peso. Info
Es un galimatías. Lo peor es que envía la discusión al tema equivocado.
Me explico viendo los detalles brevemente.
El gobierno de Argentina suspende una cosa que se llama ACE-55, Es un acuerdo de libre comercio, importaciones y exportaciones.
Todo esto involucra a Argentina, a Brasil, a México y a otros. Y su fondo es eso de superávits entre los países, concretamente en el sector automotriz. Para evitar que el otro país tenga superávits, el gobierno impone barreras comerciales.
No hace falta conocer mucho más. Todo es un asunto de intervención estatal. Se meten en lo que no se necesita.
Vayamos al origen de todo esto. Lo más central es padecer la idea de un gobierno que quiere regular el comercio internacional, violando las libertades de las personas.
Nada tiene que hacer un gobierno regulado importaciones y exportaciones. Nada. El que quiera exportar que lo haga y el que quiera importar que lo haga, allá ellos y sus decisiones.
Eso nos lleva a una de las ideas más fatídicas que se conocen: creer que la intervención del gobierno creará mejores resultados que un mercado libre. La inmensa mayoría de las veces , esa intervención empeora las cosas.
Lastima al que hubiera exportado y al que hubiera importado. La gente que hubiera exportado deja de recibir ingresos y la que hubiera importado deja de recibir bienes.
Los gobiernos necesitan una excusa para intervenir y se han apropiado de una que es muy atractiva, simple y que cualquiera puede entender, pero que es falsa. Como en este caso de ACE-55, se dice que una nación resulta afectada porque tiene un déficit con otra nación la que tiene un superávit… y eso no es justo, dicen.
La realidad es que esa situación de superávit-déficit es imaginaria. No existe.
El que exportó recibió dinero y con ese intercambio salió ganando (prefería tener el dinero que los bienes). El que importó recibió bienes y salió también ganando (prefería los bienes al dinero). Esta es la “contabilidad” que cuenta. El resto es imaginación desbocada.
No puede haber déficit cuando el que importó ha recibido bienes a cambio. Salió dinero, pero llegaron mercancías. El déficit es imposible bajo esta circunstancia.
Otra excusa de los gobiernos es la idea de que están protegiendo empleos nacionales al regular el comercio exterior: los bienes importados se producirían en el país y crearían empleos. La realidad es que las exportaciones crean también empleos. Las importaciones ayudan a vivir mejor a la gente, con bienes más baratos.
En fin, este caso, como el resto de las regulaciones que limitan el libre comercio, son complicaciones innecesarias que dañan un mecanismo maravilloso que es el libre mercado.
Lo hacen basándose en excusas de razonamientos falaces y causan situaciones que lastiman el bienestar de los ciudadanos. Quizá sea ese terrible síndrome de la ambición del poder que le hace pensar al gobernante que él sabe más que el resto.
Pero si vamos en verdad al fondo del asunto, hay algo que pocas veces se escucha. Me explico.
Los tratados de libre comercio entre naciones suelen ser vistos como conquistas y avances de la libertad económica. Los aplauden los liberales y quienes defienden a la libertad. Tienen razón, pero no totalmente.
Los tratados de libre comercio están construidos sobre bases equivocadas.
Un tratado de libre comercio y demás acuerdos de importación y exportación, son en la realidad concesiones gubernamentales. Son favores estatales que permiten a los ciudadanos de los países firmantes intercambiar bienes bajo las reglas acordadas por los burócratas encargados de la negociación.
Es como si el gobierno le otorgara a la gente el derecho a comprar y vender.
Esos derechos no pueden otorgarse, se tienen por el mismo hecho de ser personas. A lo más que puede aspirar un gobierno es a reconocer ese derecho a vender y comprar en el extranjero. Solamente una dictadura puede otorgar derechos… y si los otorga, quiere decir que los puede retirar.
Eso es un tratado de libre comercio al final de cuentas, un otorgamiento de derechos que ya existen por sí mismos. Usted ya los tiene.
¿No me cree? Piense usted en que dentro de la nación tenga usted que convencer al gobierno de firmar un acuerdo de compra y venta de servicios con se dentista. Sin ese tratado, no podrían usted ni él intercambiar nada. Es absurdo.
Si los argentinos pueden comprar y vender con libertad entre ellos, también pueden hacerlo con un brasileño, o con quien quieran.
Recuerde, quien tiene el poder para hacer tratados de libre comercio, tiene también el poder para anularlos.
Post Scriptum
En este caso, el gobierno argentino otorgó derechos con el ACE-55 a sus ciudadanos y, con la misma autoridad, los ha retirado. Este es el real problema de los tratados de libre comercio en todas partes: son derechos otorgados que la autoridad puede retirar cuando quiere.
Quizá sea que las falacias sobre el libre comercio y las limitaciones que en él se tienen, sea producido por la introducción de la variable equivocada, el nacionalismo. Es el creer que un país compra y vende a otros. Y esto es absolutamente falso.
Un país ni compra ni vende a otro. Quienes compran y venden son personas, no naciones. Imagine usted que se llevara una contabilidad al estilo de comercio exterior entre el barrio en el que vive la persona A y el barrio de la persona B. Calcular déficits y superávits entre esos barrios sería una broma, pero eso mismo se toma muy en serio cuando se calcula entre países.
Véase Un Mito Más para comprender la falacia en la que están basados los tratados de libre comercio, algo que es una simple figura del lenguaje.
FUENTE:Publicado en wwwcontrapeso.info

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