Dilma ganó, pero los votantes le recordaron que la economía no marcha sobre ruedas. En su camino por recuperar el amor –tanto de sus compatriotas, como de los inversores internacionales- la Argentina podría sufrir las consecuencias.
La presidente brasileña, Dilma Rousseff, fue reelecta el domingo con el 51,64% de los votos, frente al 48,36% que obtuvo el candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña.
El mercado brasileño apuró el veredicto. Conocida la victoria del Partido de los Trabajadores, al cierre de mi columna (ayer al mediodía), la Bolsa de San Pablo se derrumbó (ver gráfico), el real se depreció en 3,21% y la emblemática acción de Petrobras desbarrancaba, al arañar los 15 puntos de caída.
¿Por qué le cuento esto?
Seamos pragmáticos. Si le hablo de Brasil es porque es el principal socio comercial de la Argentina y un cambio de las reglas de juego en el vecino país afectará nuestra balanza exterior, y –por consiguiente- una de nuestras fuentes genuinas de dólares y de financiamiento legítimo.
Veamos lo siguiente: entre enero y septiembre el intercambio comercial entre ambos países registra una caída del 21,6% interanual, al totalizar los US$ 21.679 millones. Las exportaciones a la nación vecina cayeron 16%, al tiempo que las compras registraron un retroceso del 26%.
“Brasil tendrá que iniciar un cambio en su política económica que le permita recuperar la confianza y las inversiones, lo que para la Argentina equivale a descartar un aumento de las exportaciones al país vecino en 2015. Nuestro país enfrentará el año próximo a un Brasil en pleno ajuste (lo que significará un nuevo año de bajo crecimiento de nuestro principal socio que, de todos modos, podría alcanzar el 1% frente al magro 0,3% de 2014), y por tanto, de escaso dinamismo en el intercambio comercial”, sostienen en la consultora Abeceb.
Ahora, ¿es correcto afirmar que Brasil nos suelta la mano? ¿Cómo estamos llevando adelante nuestra política de comercio exterior?
Mire el gráfico que sigue y después hablamos…
Nosotros jugamos las fichas
Es cierto, el tablero cambió, pero nosotros seguimos jugando nuestras fichas. También es cierto que en Uruguay se espera la continuidad del gobierno frenteamplista, pero de la mano de Tabaré Vázquez. Seguramente, no sea tan indulgente con las trabas a las importaciones –impuestas por la administración de CFK- como lo fue Pepe Mujica. Es posible que resurja la eterna idea de Danilo Astori (actual vicepresidente uruguayo) –más cercano a Vázquez que a Mujica- de que Uruguay debe apuntar más a Brasil que a la Argentina y que debe llevar adelante un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, pese a la opinión contraria del Mercosur.
Incluso Brasil tiene una charla pendiente con Argentina respecto de las trabas comerciales, un debate que posiblemente espere al cambio de gobierno en nuestro país; quizás porque a este le queda poco tiempo, quizás porque esperen encontrar oídos más permeables.
Las reservas no logran recuperarse y, más allá de las liquidaciones de los “agrodólares”, el sector importador siente la falta de divisas para operar.
Los números son elocuentes: las compras al exterior profundizaron el ajuste en el tercer trimestre del año al cerrar una baja del 15% interanual, los peores números desde 2009. En el acumulado del año, el retroceso ya es de 10 puntos.
Sólo por ese ajuste en las importaciones es que el superávit comercial logró frenar la tendencia a la baja, no porque nuestros productos se hayan vuelto más seductores a los ojos del mundo.
En el primer trimestre el saldo comercial fue de US$ 191 millones (contra US$ 1.500 millones del mismo período del año anterior), en el segundo se mantuvo (US$ 3.560 millones), mientras que en el tercero alcanzó los US$ 2.100, un 45% interanual más.
“En un contexto de caída de las exportaciones y ante la necesidad de minimizar la pérdida de reservas internacionales, en los últimos tres meses del año las importaciones deberán caer al 18% interanual de manera de mantener el superávit, que finalizaría en US$ 7.800 millones, el más bajo desde 2001”, pronostican en Analytica.
Es decir, de mantenerse la estrategia, nos va “mejor” porque compramos menos. En este maquillaje contable, si compramos menos, también tenemos menos bienes de capital para que la industria local produzca, lo que le pone una camisa de fuerza a la economía.
Será momento de analizar bien la jugada. Las cartas ya las miramos…
Hasta la semana que viene.
Saludos, Ignacio.
FUENTE: Publicado en Inversor Global - Newsletter semanal - enviado por mail
La presidente brasileña, Dilma Rousseff, fue reelecta el domingo con el 51,64% de los votos, frente al 48,36% que obtuvo el candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña.
El mercado brasileño apuró el veredicto. Conocida la victoria del Partido de los Trabajadores, al cierre de mi columna (ayer al mediodía), la Bolsa de San Pablo se derrumbó (ver gráfico), el real se depreció en 3,21% y la emblemática acción de Petrobras desbarrancaba, al arañar los 15 puntos de caída.
¿Por qué le cuento esto?
Seamos pragmáticos. Si le hablo de Brasil es porque es el principal socio comercial de la Argentina y un cambio de las reglas de juego en el vecino país afectará nuestra balanza exterior, y –por consiguiente- una de nuestras fuentes genuinas de dólares y de financiamiento legítimo.
Veamos lo siguiente: entre enero y septiembre el intercambio comercial entre ambos países registra una caída del 21,6% interanual, al totalizar los US$ 21.679 millones. Las exportaciones a la nación vecina cayeron 16%, al tiempo que las compras registraron un retroceso del 26%.
“Brasil tendrá que iniciar un cambio en su política económica que le permita recuperar la confianza y las inversiones, lo que para la Argentina equivale a descartar un aumento de las exportaciones al país vecino en 2015. Nuestro país enfrentará el año próximo a un Brasil en pleno ajuste (lo que significará un nuevo año de bajo crecimiento de nuestro principal socio que, de todos modos, podría alcanzar el 1% frente al magro 0,3% de 2014), y por tanto, de escaso dinamismo en el intercambio comercial”, sostienen en la consultora Abeceb.
Ahora, ¿es correcto afirmar que Brasil nos suelta la mano? ¿Cómo estamos llevando adelante nuestra política de comercio exterior?
Mire el gráfico que sigue y después hablamos…
Nosotros jugamos las fichas
Es cierto, el tablero cambió, pero nosotros seguimos jugando nuestras fichas. También es cierto que en Uruguay se espera la continuidad del gobierno frenteamplista, pero de la mano de Tabaré Vázquez. Seguramente, no sea tan indulgente con las trabas a las importaciones –impuestas por la administración de CFK- como lo fue Pepe Mujica. Es posible que resurja la eterna idea de Danilo Astori (actual vicepresidente uruguayo) –más cercano a Vázquez que a Mujica- de que Uruguay debe apuntar más a Brasil que a la Argentina y que debe llevar adelante un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, pese a la opinión contraria del Mercosur.
Incluso Brasil tiene una charla pendiente con Argentina respecto de las trabas comerciales, un debate que posiblemente espere al cambio de gobierno en nuestro país; quizás porque a este le queda poco tiempo, quizás porque esperen encontrar oídos más permeables.
Las reservas no logran recuperarse y, más allá de las liquidaciones de los “agrodólares”, el sector importador siente la falta de divisas para operar.
Los números son elocuentes: las compras al exterior profundizaron el ajuste en el tercer trimestre del año al cerrar una baja del 15% interanual, los peores números desde 2009. En el acumulado del año, el retroceso ya es de 10 puntos.
Sólo por ese ajuste en las importaciones es que el superávit comercial logró frenar la tendencia a la baja, no porque nuestros productos se hayan vuelto más seductores a los ojos del mundo.
En el primer trimestre el saldo comercial fue de US$ 191 millones (contra US$ 1.500 millones del mismo período del año anterior), en el segundo se mantuvo (US$ 3.560 millones), mientras que en el tercero alcanzó los US$ 2.100, un 45% interanual más.
“En un contexto de caída de las exportaciones y ante la necesidad de minimizar la pérdida de reservas internacionales, en los últimos tres meses del año las importaciones deberán caer al 18% interanual de manera de mantener el superávit, que finalizaría en US$ 7.800 millones, el más bajo desde 2001”, pronostican en Analytica.
Es decir, de mantenerse la estrategia, nos va “mejor” porque compramos menos. En este maquillaje contable, si compramos menos, también tenemos menos bienes de capital para que la industria local produzca, lo que le pone una camisa de fuerza a la economía.
Será momento de analizar bien la jugada. Las cartas ya las miramos…
Hasta la semana que viene.
Saludos, Ignacio.
FUENTE: Publicado en Inversor Global - Newsletter semanal - enviado por mail
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