No sé por dónde empezar. Reviso las notas que tomé durante la semana y veo una noticia más descabellada que la otra. Noticias de todos los calibres, provenientes de países diferentes, con las situaciones y los personajes más diversos involucrados. Pero todas con un denominador común: la lucha entre libertad y represión, la lucha entre las personas dispuestas a producir y otras dispuestas a robar. Y por supuesto las consecuencias latentes de este conflicto permanente.
Empecemos por la asociación delictiva que se da entre supuestos empresarios y sus amigos los políticos. El pasado día lunes el diario La Nación publicaba una columna sobre Cristóbal López, el señor que se hizo millonario haciendo negocios con el estado:
Desde 2003 López acumuló una fortuna incalculable gracias a las prebendas otorgadas por los Kirchner. Creó un imperio basado en el negocio de las apuestas, pero evolucionó también en la explotación de servicios energéticos, adquirió las secciones de refinación y distribución de combustibles de Petrobras, incursionó en la actividad agropecuaria y, desde hace un par de años, está blindando todas sus empresas con una cadena de medios periodísticos.
Por si queda alguna duda del método que utiliza López para enriquecerse, la semana pasada conocimos que le alquila varias propiedades a la familia presidencial. Es decir, el empresario favorecido en todos los negocios más importante de la Argentina de la última década tiene una relación tan cercana con la familia presidencial que hasta les alquila sus propiedades. Y eso es lo que conocemos…, ¿se imagina lo que no conocemos?
En la nota “A los políticos no les gusta el dulce de leche”, publicada el 5 de noviembre de 2014, analizábamos un poco más la estrategia de negocios de este pseudo empresario amigo del poder y cómo sólo tiene éxito en los negocios cuando los políticos lo protegen….
Pero Cristóbal no es el único, el miércoles pasado el diario El Cronistaentrevistaba a Osvaldo Acosta, uno de los dueños de Electroingeniería, la empresa que construirá las represas Kirchner y Cepernic en Santa Cruz, la obra más importante que licitó el kirchnerismo, con una inversión de US$ 4.700 millones. Aquí uno de los pasajes más “jugosos” de la entrevista:
–¿Y qué le pasa cuando lo asocian al kirchnerismo y puntualmente a Cristóbal López o Lázaro Báez, empresarios que tuvieron una participación que no tenían antes?
–Tengo la tranquilidad absoluta de decir que la empresa no es kirchnerista. La empresa no tiene un color de partido político. Los accionistas, Osvaldo Acosta y Gerardo Ferreyra, tenemos un pensamiento acorde con este modelo, con este gobierno kirchnerista. Pero la empresa no es kirchnerista. Cuando nos relacionan con Cristóbal López, Lázaro Báez y otras empresas de la construcción que se desarrollaron en el último tiempo, nosotros tenemos la tranquilidad absoluta de que somos una empresa de ingeniería e infraestructura que tiene 37 años de historia y somos pre Kirchner. Nada que ver.
–¿Cree que esa afinidad suya y de Ferreyra con el kirchnerismo sirvió para ganar negocios?
–No, de ninguna manera. Sirvió para que digan eso, relacionado con otras empresas. No puedo decir nada de Lázaro Báez, no puedo decir nada de Cristóbal López, no puedo decir nada de Eurnekian, ni de otras empresas que han trabajado fuertemente con este Gobierno. Nosotros hacemos obras, generamos contratos, actividad.
La empresa presidida por Acosta en el año 1990 facturaba US$ 1 millón. Y termino la década menemista facturando US$ 70 millones. Pero en la “década ganada” les fue un poco mejor que con Menem, ya que terminan el mandato kirchnerista con una facturación de US$ 500 millones. Es decir, un crecimiento superior al 714%.
¿Nada mal para una empresa “no kirchnerista”, no es cierto? Una empresa que, recuerde, en los últimos años, ganó todas las licitaciones porque son “no kirchneristas”….
Nunca antes estuvo tan claro en la historia de los medios de comunicación de la Argentina el trabajo conjunto de empresarios y políticos para robarle al país, para robarle a usted o a mí. Y mientras los políticos y sus socios roban todo el dinero que pueden, el resto de los argentinos protegen su dinero como pueden. La primera medida y la más obvia, es sacar el dinero del alcance de los funcionarios argentinos que son insaciables. El miércoles pasado el portalInfobae publicaba lo siguiente sobre el tema:
Los controles cambiarios implementados desde 2011 alentaron la fuga de divisas del país. Y una parte considerable no se fue muy lejos: apenas está cruzando el Río de la Plata.
Según datos del Banco Central uruguayo, los depósitos que pertenecen a argentinos aumentan todos los meses y ya totalizan los 3.000 millones de dólares.
Pero eso no es todo. Mariano Sardáns, CEO de la operadora financiera FDI, estimó que "hay aproximadamente otros 1.000 millones de dólares de argentinos en sociedades de bolsa uruguayas" invertidos en bonos de empresas paraestatales y en títulos públicos.
De acuerdo a sus números, hasta hace unos años había otros 20.000 millones de dólares de argentinos en banca privada que operan en Uruguay pero hoy tienen el dinero en otros destinos.
Y ni le cuento el dinero de argentinos que hay en Miami. El martes pasado desayuné con un asesor financiero. Él solo maneja US$ 1.000 millones de ahorros de argentinos depositados en bancos norteamericanos. Como él, debe haber fácil otros 100 asesores financieros argentinos viviendo en Miami… así que haga las cuentas…
¿Los argentinos envían su dinero al exterior porque son codiciosos, malvados e inescrupulosos…? No, lo sacan de la Argentina porque si no lo hacen, los políticos y sus amigos se lo roban y se lo llevan a su bolsillo. Tan simple como eso.
Está bien, ya hablamos suficiente de los ricos y el dinero que atesoran. Pero también hay buenas noticias allá afuera. Porque hay países a los que les está yendo muy bien. En ese sentido, el diario El País de España publicaba una noticia positiva el pasado día jueves:
Unos 784.000 colombianos salieron de la pobreza en el último año, de los que más de 400.000 abandonaron la indigencia, según un informe del Departamento Nacional de Estadísticas de Colombia (DANE) publicado el pasado martes. Estas cifras supondrían un descenso del índice de pobreza del 30,6% al 28,5%, y del 9,1% al 8,1% en el caso de pobreza extrema.
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, resaltó con entusiasmo la noticia y fue más allá al señalar que en la práctica, durante su primer mandato (2010-2014), 4,4 millones de colombianos dejaron de ser pobres. En 2009, el 40% de los colombianos eran pobres. Hoy, esa cifra está en el 28%, según el Gobierno.
Colombia, uno de los países más inestables y peligrosos de la última década del siglo pasado, hoy es un país totalmente diferente. No es sólo mucho más seguro, sino que también mucho más abierto al mundo de los negocios y la libertad. La situación aún dista y mucho de ser la ideal, Colombia sigue siendo un país muy desigual, pero sacar a 5 millones de personas de la pobreza en cinco años no es una tarea simple. Pocos países lo logran hacer.
Y mire lo alocadas que son las cosas, que en paralelo a esta gran noticia que anunciaba el presidente de Colombia, nuestro ministro de Economía, Axel Kicillof, cada vez suma más y más puntos para convertirse en el peor ministro de economía de nuestra historia, como analizábamos meses atrás, Kicillof dijo algo un tanto particular sobre el tema de la pobreza, según publicó el diario Clarín en el día de ayer:
El ministro de Economía Axel Kicillof aseguró que a fuerza de planes sociales, la pobreza seguramente disminuyó, pero no lo puede probar. Sencillamente, porque no hay estadísticas oficiales. Hace instantes, lo admitió en una entrevista radial, emitida por la radio Metro.
Kicillof afirmó que es inadmisible que se diga que la pobreza creció, y dijo que la demostración de eso es la cantidad de planes sociales que se están otorgando regulamente. "No se puede creer que digan que la pobreza creció", dijo.
-¿Y cuántos pobres hay?- le preguntaron
- Es una pregunta complicada. No lo sé. No tengo el número. Últimamente me parece que es una medida estigmatizante.
El ministro tiene fe en que la pobreza es más baja. Pero no tiene cifras ciertas sobre el tema. Es que el Indec sólo se dedica a poner los números que el gobierno quiere sobre las variables que mide. Por lo tanto, hoy la Argentina es un país sin número, sin estadísticas… pero con pobres.
Es algo así como si un corredor de 100 metros llanos quiera mejorar sus marcas sin un cronómetro que midiera su desempeño… Imposible, ¿no?
Países con ideologías y acciones diferentes. Resultados diferentes, por supuesto. En nuestro país no sólo hay cada vez más pobres. Sino, más preocupante aun, muchos de los considerados hoy como “no pobres” lo serán cuando la Argentina termine de quebrar. En Colombia no sólo se logra sacar a millones de personas de la pobreza, sino que además sus estadísticas están auditadas por varias entidades internacionales como el Banco Mundial.
¿A usted aún le quedan dudas sobre si la libertad, el libre mercado, la globalización y el derecho de propiedad generan crecimiento o no? Le dedico la siguiente noticia publicada por el portal Libertad Digital el pasado día jueves:
Por más de cinco décadas, el régimen comunista cubano prohibió comprar o vender casas a los ciudadanos de la isla. En el año 2011, las medidas "aperturistas" anunciadas desde La Habana cambiaron la postura oficial y levantaron las restricciones a la compra-venta de propiedades inmobiliarias.
Sin embargo, tal y como denuncia el bloguero Yusnaby Pérez, "una cosa es la teoría y otra muy distinta es la práctica". ¿Qué posibilidades de comprar o vender una vivienda tienen los trabajadores cubanos? ¿Han cambiado realmente las cosas?
Lamentablemente, la respuesta es un rotundo "no". Como explica Yusnaby Pérez, "el salario medio en Cuba es de 18 dólares al mes y el valor medio de una vivienda en La Habana es de 60.000 dólares". Así pues, los cubanos tendrían que dedicar más de 3.300 sueldos íntegros o, lo que es lo mismo, algo menos de 300 años de trabajo para "reunir dinero que cuesta una residencia modesta"
Leyó bien, en Cuba se necesitan 300 años para compra una casa. Está bien, algún lector incrédulo me puede argumentar que uno puede vivir en una casa del pueblo en Cuba, una otorgada por Fidel…, de una forma muy cómoda y agradable. Está bien, si esto fuera así, le pregunto entonces, ¿por qué hay más cubanos viviendo en Miami que en la propia Cuba? ¿Por qué los cubanos arriesgan su vida para cruzar en modestas balsas el mar que separa a su país de Estados Unidos? ¿De qué están huyendo…?
De lo que están huyendo es de un país destruido por un pequeño grupo de ladrones liderados por Fidel y su hermano que inventando ideologías emocionalmente atractivas sometieron a un país de una forma inexplicable.
Voy a terminar está crónica de una semana alocada con lo más importante: si producimos o no. El economista Orlando Ferreres publicó el día miércoles en eldiario La Nación una excelente columna que aborda este tema:
La competitividad de nuestro país muestra un nivel bajo desde hace mucho tiempo, que incluso empeoró en las últimas seis décadas. Una forma de verlo es recordar que en 1950 nuestra productividad laboral por persona ocupada por hora era un 42 % de la productividad americana. Esto significa que un trabajador argentino producía menos de la mitad de lo que producía un trabajador en los Estados Unidos en el mismo tiempo. Era una posición de regular a mala, pero mucho mejor que la de Japón en aquel año, que era solo de 16 % de la americana. Nuestra productividad era tres veces superior a la japonesa en 1950, aunque hay que recordar que ellos habían perdido una guerra recientemente.
En los 63 años que median desde 1950 hasta 2013, la evolución de la productividad empeoró dramáticamente para nosotros, pues ahora apenas llegamos al 21% de la productividad por persona del país del norte y en cambio Japón subió hasta 64 %. Ahora los japoneses nos superan en tres veces. Esta diferencia de productividad es lo que explica por qué un trabajador argentino gana por mes 5 veces menos que un trabajador en EE. UU., pues produce un valor agregado cinco veces menor. Tener más competitividad significa ganar más, con el mismo nivel de precios de hoy.
Lo que termina siendo determinante para nuestro bienestar es cuanto producen las personas.
Es que el tema, en definitiva, estimado lector, es muy simple y está relacionado a lo que Ferreres resume muy bien en su columna. Lo que termina siendo determinante para nuestro bienestar es cuánto producen las personas. Si producen poco van a ganar poco, y por lo tanto van a poder consumir poco. Si producen mucho, van a ganar mucho, y por lo tanto van a poder consumir mucho.
Lo políticos populistas intentan hasta lo imposible para romper esta dinámica. Buscan soluciones mágicas para consumir cada vez más, independientemente de lo que producen. Pero esto, como todos sabemos, aunque a veces prefiramos ignorar, es simplemente imposible.
Le deseo un excelente fin de semana, Federico Tessore
FUENTE: Publicado en Inversor Global - Newsletter semanal - Enviado por mail
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