Se encuentran dos gallegos en un bar y uno le dice al otro… Ah no, esperá, se me ocurrió uno mejor: llega el candidato del PRO a la Rosada y un día después de asumir su cargo presidencial ya no existe cepo cambiario.
Si me leés seguido, sabés que ataco las ideas y no a las personas. Poco mi importa si lo dijo Lilita, Cristina o Mauricio. Pero esto es un auténtico disparate y te voy a explicar por qué.
Veamos las textuales palabras del candidato del Pro, recogidas por la prensa la semana pasada:
"Van a sobrar dólares en la Argentina a partir de diciembre. Yo dejo flotar el tipo de cambio. Pero lo vamos a tener que sostener porque van a venir tantos recursos que la moneda va a tender a apreciarse. Vamos a buscar un punto de equilibrio que no perjudique al asalariado", señaló.
Hasta acá todo muy lindo y deseable.
El problema radica en la frase que sigue:
"A partir del 11 de diciembre no hay más cepo", disparó el candidato.
Rápidamente, su frase despertó la crítica de –como era esperable- el oficialismo, pero incluso a sus propios correligionarios les resultó difícil de defender.
"¿Vos te creés que diez meses antes vas a estar definiendo las medidas del 10 de diciembre a la noche con precisión?”, cuestionó Carlos Melconian, economista del riñón del Pro.
El único que se animó a sostener la bandera, fue Domingo Cavallo. Aunque todavía estoy decidiendo si eso lo ayuda o lo termina de complicar…
"Hay que eliminar el cepo cambiario. Escuché que Macri dijo que lo hará, lo que me parece muy bien. Un nuevo gobierno lo puede hacer de un día para el otro. Pero, por supuesto, tiene que anunciar otras medidas el mismo día", dijo -sin vacilar- el padre de la Convertibilidad.
¿Y por qué no se puede?
El economista Aldo Ferrer fue lapidario: "Decir que van a liberar el cepo es una expresión de un populismo neoliberal".
"Es una observación que no tiene sentido, un anuncio así no tiene sentido fuera del marco de una política económica que incluya el presupuesto, al moneda, el tipo de cambio", agregó.
Ahora bien, vayamos más allá. Veamos los números detrás de todas estas frases que vienen llenando los diarios especializados.
En octubre de 2011 comenzó –de manera gradual- a construirse el cepo cambiario. Llegó por la incapacidad de manejar la política cambiaria por parte del kirchnerismo, en un contexto en que la balanza comercial se complicaba, las reservas del Banco Central se evaporaban y la confianza del ahorrista ya no era la del 2007.
Más allá de los colores políticos, da la sensación de que si fuera sencillo, el Gobierno ya lo hubiera retirado, más teniendo las elecciones a la vuelta de la esquina.
Al día de hoy, las reservas del Banco Central se ubican en US$ 31.405 millones. Eso sí, no nos engañemos. Si eliminamos del total al swap con China, las tenencias de oro, los bonos y otras posiciones ilíquidas, algunos expertos tales como Martín Redrado, sostienen que el número caería a los US$ 15 mil millones.
Es una cifra similar a los compromisos que deberá afrontar este año.
La idea de muchos, entre los que me incluyo, es que si se levanta el cepo de un día para el otro, los ahorristas, las empresas y el resto de los actores económicos se llevarían puestas las reservas en dos días.
La alternativa, sería que el precio del dólar se ubicara a un precio caro que lo volviera poco atractivo. Es decir, esta jugada incluiría una brusca devaluación, algo que no se menciona en los planes de Macri y de ningún candidato por obvias razones.
En qué precio debería estar el dólar. Veamos lo siguiente: el llamado Dólar Convertibilidad se calcula dividiendo la base monetaria (dinero circulante más depósitos a la vista) por las reservas (aunque maquilladas) del Banco central y es un interesante termómetro.
Así, con valores al 7 de marzo, base monetaria ($ 448.451 millones), dividido las reservas del Central (US$ 31.405 millones) nos da un dólar de $ 14,28. Es un valor más cercano a la realidad pero que todavía no garantiza que se lleven puestas las reservas, algo que también estará ligado a la confianza del ahorrista en la economía local.
Supongamos que esto sucede, que se devalúa, habría que reconocer no sólo la cotización para el público en general, sino también para las empresas importadoras que hoy –con cupos limitados- se mueve con el oficial a $ 8,7.
Eso golpearía el bolsillo de los argentinos vía inflación.
El cambio de estilo
Hace cosa de tres años yo trabajaba en la sección de Economía de Ámbito Financiero y fui a cubrir una conferencia de Federico Sturzenegger, ex presidente del Banco Ciudad y referente del Pro.
Por aquellos días comentaba un plan para bajar la inflación, gradual y que llevaría años, pero que derrotaría este flagelo de manera seria y sin caer en propuestas de alto impacto mediático, pero magro resultado.
Me pregunto por qué la mirada del partido sobre la política cambiaria será tan distinta.
Ironías aparte, otra posibilidad es que el Pro tenga previamente arreglada una llegada de capitales tan grande que pueda sostener la promesa. Tené en cuenta que cuando digo “grande”, me refiero a miles de millones de dólares.
O, por ahí, como dijo Melconian: "lo del 11 de diciembre es un título, pero no es para que lo copien así".
Mala mía muchachos.
Ojalá me tapen la boca…
Un fuerte abrazo. Saludos, Ignacio.
FUENTE: Publicado en Inversor Global - Newsletter semanal - Enviado por mail
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