Ayer di un discurso en Cafayate (Argentina). Lo que dije, más o menos, fue lo siguiente:
Hoy voy a hablarle sobre el fin del mundo.
No sobre el fin del mundo, pero sí sobre el fin del sistema financiero que se creó en 1971. Y creo que puede considerarse como el fin del mundo debido al caos social que provocará.
El dinero es algo más que dinero. Es un resumen de la vida. Puede representar el trabajo y el ahorro de años de sacrificio. O el estatus social de una persona que tiene un salario acorde a su posición social. O bien la astucia de un comerciante.
Cuando el dinero resulta ser un frade, todo lo demás puede parecer un fraude también. El trabajo duro y disciplinado, el negocio honesto, la educación o la habilidad acumulada a lo largo de los años… todas las cosas nos hacen pensar que el dinero es una pérdida de tiempo. Cuando el dinero es falso, pone en tela de juicio los valores y virtudes de todo el sistema.
Voy a comenzar advirtiendo algo tan obvio que no debería ser necesario, pero yo no quiero que nadie venga a mí dentro de unos años y me diga que estaba equivocado. Me he equivocado con un gran número de cosas durante mucho tiempo. Yo no necesito ningún aviso.
Y si usted cree que lo tengo todo bajo control, entonces me ha confundido con otra persona.
Por supuesto que voy a estar equivocado. Hay tantos futuros posibles que las probabilidades de que haya elegido el más adecuado son escasas, así que probablemente voy a estar equivocado. Y espero estarlo.
Pero un buen economista puede hacer una mala previsión, una tras otra, sin perder su convicción.
Y si estoy sólo en parte en lo cierto -algo que es muy probable-, es posible que desee tener esto en cuenta o, incluso, prepararse para ello.
Por supuesto que he estado prediciendo el fin del mundo, por lo menos el fin del mundo monetario después de 1971, desde hace mucho tiempo. Tarde o temprano voy a tener razón. Pero estoy empezando a sentir que estoy haciendo un flaco favor al seguir advirtiendo al respecto.
Me siento un poco como el cirujano que termina frustrado una operación. Él ve al paciente, tieso sobre la mesa, y se pregunta si debe volver a los libros de texto. Tal vez el hueso del tobillo no esté conectado a la tibia…
Pero los libros de texto son en gran medida inútiles. Están escritos por economistas que piensan que la economía es mecánica, no humana. Tienen las soluciones para cada problema.
Ellos hacen funcionar los bancos centrales. Creen que saben lo que está pasando, y lo que van a hacer al respecto. Así que hacen un “pronóstico”. Pero es inútil. Peor que inútil; requiere conocimiento y visión de futuro, algo que en realidad las autoridades no tienen.
¿Recuerda cuando la Reserva Federal hizo su “pronóstico” antes de la crisis del 2008? Yo no. De hecho, Ben Bernanke (ex presidente de la FED) y Janet Yellen (actual presidenta de la FED) no tenían ni idea de lo que estaba sucediendo. Ellos no pudieron hacer ninguna predicción sobre esa crisis ni podrán hacerla sobre la siguiente que venga.
Ellos sólo reaccionan ante los acontecimientos, pero ni los ven venir ni saber controlarlos. Y tienen una sola reacción: más crédito. Pero un problema de deuda no se puede resolver con más deuda.
Deuda es todo lo que la Reserva Federal tiene. Y eso es lo que el Banco Central Europeo y el Banco de Japón están ofreciendo… más crédito y más deuda. Al igual que la Reserva Federal, están comprometidos con la política de proporcionar más y más crédito a un mundo que ya esta ahogado en ella.
Debo detenerme aquí y decir algunas palabras sobre cómo funciona realmente esta economía.
Estos mecánicos torpes de la FED, el BCE y el Banco de Japón piensan que pueden girar pomos, ajustas palancas y así sucesivamente. Pero una economía es una cosa orgánica, con bucles de retroalimentación y delicados sistemas de ajuste. Esto satisface a los torpes monos de la FED, pero no necesariamente en la manera en la que ellos quieren.
Es mucho más complejo de lo que ellos podrían llegar a entender, y, obviamente, no serían capaces de tenerlo bajo control.
En este momento están anunciado políticas asombrosas. Los mercados aún no les están castigando. De hecho, parece que están premiando este tipo de innovación. Y la FED no es el mayor innovador del mundo.
En Europa, por ejemplo, ¿no es un bono italiano a diez años con un rendimiento a 1,1% una invitación a problemas? ¿Y un bono español con el mismo rendimiento? O mejor, ¿qué tal un bono alemán súper seguro con un rendimiento negativo del 0,2%? ¡Negativo!
Es imposible saber qué va a pasar exactamente, pero alguien va a perder dinero con estos rendimientos ultra-bajos e incluso negativos de los bonos. Son poco naturales, malos y peligrosos.
En Europa, como en Estados Unidos, los precios al consumidor se han incrementado drásticamente en los últimos 40 años. Tal vez esa tendencia ha llegado a su fin. Si es así, los bancos centrales están guardando silencio al respecto. Su predicción nos dice que debemos esperar un 2% por año. Y así es como los inversores europeos perderán con los bonos soberanos.
Pero el riesgo no está solo en que los precios al consumo suban más rápido que los intereses de los bonos, también está en que el deudor no pagará. Los gobiernos de Europa están profundamente endeudados. Es poco probable que alguno sea capaz de pagar tanta deuda. Y el BCE está poniendo las cosas fáciles para que tengan más deuda. En su última iniciativa, el BCE ha decidido comprar las nuevas emisiones de deuda de la eurozona.
Europa ya cuenta con los rendimientos más bajos de los últimos 150 años. Un tercio del total cotiza ahora en rendimientos negativos. ¿Qué sentido tiene para conseguir rendimientos aún más bajos seguir pujando para que el precio de los bonos sean más alto?
Ninguno, excepto que el BCE está comprando mucha mala deuda de los bancos de los estados miembros – en beneficio para ellos.
Y trata de imaginar un Gobierno europeo que rechace un aumento en el gasto sanitario, en infraestructuras o en cualquier otro tipo de gasto, si el dinero con el que lo paga lo toma prestado prácticamente gratis.
El Banco Central Europeo está financiando todos los déficits del continente -y las ilusiones de la gente- sin pedir nada a cambio.
Y esto, por cierto, es por lo que Krugman, Summers e incluso nuestro amigo Richard Duncan están presionando a los Estados Unidos para que se aproveche de este dinero gratis y ponga en macha un proyecto masivo de obras públicas – igual que el que se ha llevado a cabo en Japón durante los últimos 25 años. Y todo porque el dinero es gratis. El banco central crea de la nada. Viene con un bono cupón cero.
Cuando un banco central compra un bono, se cancela la deuda. Ya no hay nada más que jugar, ya no en el mercado. Los bancos centrales hacen que la deuda desaparezca por completo.
Eso es Europa, aunque Japón está siempre por delante de los demás. Inventó el QE y la ZIRP, y ahora está financiando el 100% de sus déficits públicos con crédito fácil del banco central. Ha estado haciéndolo durante años. Por lo tanto, no hay nada nuevo.
Pero los japoneses inteligentes guardan un as bajo la manga. No sólo están impulsado el mercado de bonos. Están haciendo lo mismo con el mercado de valores.
El Banco de Japón continúa ofreciendo crédito ilimitado, lo que permite al gobierno japonés seguir caminando hacia más y más deuda. Ya tienen al país con la mayor pasada de tuerca del mundo – con una deuda pública equivalente al 240% del PIB. Incluso, con las actuales tasas de interés microscópicas, el 40% de los ingresos actuales de Japón van a parar al pago de intereses. Si las tasas de interés vuelven a la normalidad, el pago de los intereses supondrá el 100% de los ingresos fiscales.
¿Qué ha conseguido Japón para sus déficits y la deuda? Nada. El PIB lleva estancado los últimos 20 años.
Pero persiste en ello. Y no sólo eso, ha llegado con un nuevo truco: ¿Por qué detenerse en la compra de bonos? ¿Por qué no comprar acciones también?
Resulta que, el Banco de Japón ha sido un comprador de ETFs japoneses desde 2010. Y para septiembre de 2014, el organismo compró una cantidad récord de stock a través de su programa de compra de ETFs. Esto le convierte en el mayor tenedor de acciones japonesas del mundo, con 1,5% de la capitalización total.
Puede que no sea una sorpresa para usted tampoco el hecho de que el Banco de Japón decida comprar cuando los precios han caído. Dudo que esto se deba a que el Banco de Japón es un cazador de valor. En cambio, estoy casi seguro de que lo que busca es manipular los precios de las acciones, al igual que lo hace con el precio de los bonos. Ha entrado en el mercado uno de cada tres días desde 2014, según el periódico Wall Street Journal.
¿A dónde nos lleva?
A un accidente.
Saludos, Bill Bonner.
Bill Bonner es fundador y presidente de Agora Inc., con sede en Baltimore, Estados Unidos. Es el autor de los libros "Financial Reckoning Day" y "Empire of Debt" que estuvieron en la lista del New York Times de libros más vendidos.
FUENTE: Publicado en Inversor Global - Newsletter semanal - Enviado por mail
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