Los economistas clásicos habían rechazado la nación de que todo el gasto monetario en general (en la jerga actual: la demanda agregada) sea una fuerza motriz del crecimiento económico. Las causas reales de la riqueza de las naciones son factores no monetarios, como la división del trabajo y la acumulación de capital mediante ahorro. El dinero entra en juego como intermediario de intercambio y almacén de valor. Los precios monetarios son también fundamentales para la contabilidad empresarial y el cálculo económico. Pero el dinero ofrece todos estos beneficios independientemente de su cantidad. Una pequeña existencia de dinero los ofrece igual de bien que una mayor. Por tanto no es posible sacar a una sociedad de la pobreza, o hacerla más rica, aumentando las existencias monetarias. Por el contrario, esos objetivos pueden alcanzarse mediante el progreso tecnológico, mediante una mayor frugalidad y mediante una mayor división del trabajo. Pueden alcanzarse mediante la liberalización del comercio y el estímulo al ahorro.
Los austriacos son los verdaderos herederos de la economía clásica
Durante más de un siglo, la Escuela Austriaca de economía ha sostenido, defendido y refinado, casi en solitario, estas ideas básicas. Inicialmente, Carl Menger y sus discípulos se habían considerado y los demás les consideraban como críticos de la economía clásica. Esa percepción “revolucionaria” era correcta en la medida en que los austriacos, inicialmente, se dedicaron principalmente a corregir y extender el edificio intelectual de los clásicos. Pero en retrospectiva vemos más continuidad que ruptura. La Escuela Austriaca no buscaba sustituir a los economistas clásicos con una ciencia completamente nueva. Respecto del mensaje nuclear de los clásicos, el que afectaba a la riqueza de las naciones, han sido sus herederos intelectuales. No buscaban demoler de raíz la teoría de Adam Smith, sino corregir sus defectos y desarrollarla.
El mensaje nuclear de los clásicos hoy está muy pasado de moda, probablemente tanto como a finales del siglo XVIII. Tal y como lo entiende la manera prevalente del pensamiento económico, el gasto monetario es el lubricante y el motor de la actividad económica. Se sostiene que el ahorro es una carga para la economía social, el lujo egoísta del ignorante o el malvado, a costa del resto de la humanidad. Para promover el crecimiento y combatir las crisis económicas, es crucial mantener el nivel actual de gasto agregado y aumentarlo si es posible.
Esta teoría prevalente es precisamente la refutada por Smith y sus discípulos. La economía clásica triunfó sobre esa teoría, a la que Smith llamaba “mercantilismo”, pero su triunfo duró poco. A partir de la década de 1870, en el mismo momento en que aparece la Escuela Austriaca, el mercantilismo empezó su retorno, al principio lentamente, pero a una velocidad siempre creciente.[1] En la década de 1930 llegó a triunfar bajo el liderazgo de Keynes.
Cómo el keynesianismo destruyó la economía
El neomercantilismo o keynesianismo ha asolado los fundamentos de nuestro sistema monetario. Mientras que los economistas clásicos y sus herederos intelectuales habían tratado de reducir el papel monetario del estado tanto como fuera posible, hasta el punto de privatizar la producción de dinero, los keynesianos propugnaban ponerlo bajo el control completo del gobierno. Lo más importante es que buscaban reemplazar las monedas materiales del mercado libre como la plata y oro por dinero fiduciario. Como sabemos, estos intentos tuvieron éxito. Desde 1971, toda la economía mundial ha estado bajo un patrón fiduciario.
Pero el keynesianismo también ha viciado el pensamiento económico. Durante los últimos sesenta años ha dominado las universidades del mundo occidental, al principio bajo los nombres de “la nueva economía” o del keynesianismo y luego sin un nombre concreto, ya que no tiene sentido destacar y nombrar una teoría en la que aparentemente todos están de acuerdo.
La importancia clave del dinero y la banca
Ninguna otra área se ha visto más afectada por esta contrarrevolución que la teoría de la banca y las finanzas. No hubo sino un pequeño paso desde la idea de que los aumentos en la demanda agregada tendían a tener, en general, efectos económicos saludables, hasta la idea relacionada de que el crecimiento de los mercados financieros (también llamado “profundización financiera”) generalmente tiende a estimular el crecimiento económico.[2] Mientras que la tradición clásica había destacado que “financiar” una economía significaba proporcionarle los bienes reales requeridos para sostener el trabajo humano durante el proceso de producción (que fue llamado el fondo salarial respecto del fondo de subsistencia), la contrarrevolución keynesiana desviaba la atención de su fundamento real de las finanzas. A los ojos de estos protagonistas, la financiación era beneficiosa en la medida (y solo en la medida) en que facilitaba la creación y gasto de dinero. La intermediación financiera era útil porque impedía que los gastos permanecieran durmientes y atesoramientos monetarios ociosos. Pero las finanzas podían hacer mucho más por mantener y aumentar la demanda agregada. Podía más notablemente basarse en la creación de crédito ex nihilo mediante bancos comerciales y centrales. Proporcionaba a las autoridades financieras nuevas herramientas para gestionar las expectativas de inflación, por ejemplo, mediante los mercados de derivados. Y la innovación financiera era probable que creara siempre nuevas oportunidades para que los recalcitrantes atesoradores de dinero acabaran gastando su efectivo en “productos financieros” atractivos.
El joven y jactancioso movimiento neomercantilista de la década de 1930 y el primer periodo de posguerra no se preocupó por refutar las concepciones clásicas con ningún detalle. La teoría del fondo salarial se dejó de lado, en lugar de analizarla y criticarla cuidadosamente, igual que Keynes había dejado de lado la Ley de Say sin siquiera haber tratado de diseccionarla.[3] Como consecuencia, los fundamentos de la teoría de las finanzas han permanecido en un estado insatisfactorio durante muchas décadas. Una nueva visión de la finanzas había suplantado a la anterior. ¿Pero no tenía valor la anterior? La nueva teoría parecía nueva. ¿Pero era verdad?
Finance Behind the Veil of Money es una de las primerísimas explicaciones modernas que tratan de entender estas preguntas básicas.[4] Apoyado en la tradición de la Escuela Austriaca, el Dr. Eduard Braun presenta un ensayo arrasador y original sobre los fundamentos de las finanzas. Basándose en fuentes en tres idiomas y escarbando profundamente en la historia de la teoría del capital (más notablemente en la olvidada literatura en alemán de las décadas de 1920 y 1930), su trabajo da una nueva perspectiva sobre una gran variedad de temas, en particular sobre la historia de la teoría de los fondos de subsistencia, sobre la relación entre la teoría monetaria y la teoría del capital, sobre economía y contabilidad empresarial, sobre teoría del precio y teoría del interés, sobre mercados financieros, sobre teoría del ciclo económico y sobre historia económica.
Destacan dos logros.
Uno, Braun rescata la teoría del fondo de subsistencia del más completo olvido en el que había caído después de la Segunda Guerra Mundial. Argumenta que esta teoría no se había relegado por ninguna razón pertinente y como consecuencias lamentables para la teoría y la política económica. En particular, sin entender la naturaleza e importancia del fondo de subsistencia no se puede entender los puntos superiores de inflexión del ciclo económico ni la justificación económica para la contabilidad empresarial, ni la interdependencia entre el lado monetario y el lado real de la economía.
Dos, el autor interpreta el papel del dinero dentro de la teoría de las finanzas. Revisa la teoría del poder adquisitivo del dinero y argumenta que una definición apropiada de este se relaciona exclusivamente con los precios de los bienes de consumo, no con los precios de los bienes de capital. El Dr. Braun argumenta que el poder adquisitivo del dinero, en ese sentido es el puente entre la teoría del dinero y la teoría clásica del fondo de subsistencia.
Su libro demuestra que esta es una aproximación fructífera y un marco prometedor para una investigación futura de una variedad de campos contemporáneos, como economía financiera, dinero y banca y macroeconomía. La crisis actual es un testimonio devastador para el hecho de que el pensamiento ortodoxo en estos campos es muy deficiente y posiblemente tenga defectos profundos. En el mismo momento en que gobiernos y bancos centrales, con el estímulo de los economistas académicos, empiezan a aplicar políticas keynesianas convencionales con determinación cada vez mayor, Eduard Braun nos invita a dar un paso atrás y reflexionar acerca del significado de las finanzas. Será un tiempo bien empleado, como descubrirán los lectores de Braun.
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[1] La reformas educativas dirigidas por el estado fueron un factor decisivo en esta transición. Ver Jörg Guido Hülsmann, “Ludwig von Mises and Libertarian Organisations: Strategic Lessons” New Perspectives in Political Economy, próximamente.
[2] Ver, por ejemplo, la obra paradigmática de Edward S. Shaw, Financial Deepening in Economic Development (Oxford: Oxford University Press, 1973).
[3] Ver John Maynard Keynes, General Theory of Money, Interest, and Employment (Londres: Macmillan, 1973 [1936]), pp. 18-22. [Teoría general del dinero, el interés y el empleo]
[4] El autor contemporáneo más importante que ha planteado los mismos temas, esencialmente desde la misma perspectiva, es George Reisman en su Capitalism (Ottawa, Il.: Jameson Books, 1996). Es justo decir que Braun, como consecuencia de su enfoque en los fundamentos de las finanzas, se ocupa de este tema concreto más sistemáticamente y con mayor profundidad.
FUENTE: http://www.miseshispano.org/2015/03/por-que-es-tan-importante-la-comprension-austriaca-del-dinero-y-los-bancos/
ENVIADO POR MISES HISPANO y PERMITIDA SU PUBLICACIÓN.
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