S.O.S. El Estado ha desaparecido
Ya resulta evidente que la delincuencia ha ganado la calle.
Su accionar es imparable.
No existen salidas que no sean extremas.
Porque es necesario se proceda al exterminio de alimañas como ese que asesinó al turista francés, o como el que se paseaba con una faca por la estación Constitución.
La gente de bien está siendo diezmada por una delincuencia feroz, que ya no se contenta con robar simplemente.
Salen de sus cuevas directamente a matar.
Exhiben cada muerte como trofeo.
Y el Estado desaparecido ya no ofrece protección a una sociedad que ha quedado desguarnecida.
Las policías exhiben tal grado de decadencia, desidia e inutilidad que da lugar a que ya nadie en la Provincia, ni en la Capital Federal se sienta seguro.
Llegamos a esto por años de negligencia política y de complicidad de políticos y de policías con el delito.
Porque resulta evidente a la luz de los resultados negativos y de la falta de políticas de seguridad, que nada se ha hecho para evitar lo que ya se ha constituido en un flagelo imposible de parar.
A algunos esto les conviene.
Porque hubo y sigue la convivencia con el delito en todo sus aspectos de vastos sectores políticos, policiales y sociales, que con su intervención y protección hicieron posible la inseguridad que hoy padecemos.
Como también ha aflorado el “barrabravismo” amparado por dirigentes de clubes de futbol, aunque por lo menos estas barras nos hacen el favor de matarse entre ellos.
También la justicia ha contribuido muy puntualmente a través de jueces veniales y prevaricadores que con fallos injustos, abrieron las puertas de las cárceles a los reos o ni siquiera los metieron presos a cumplir condenas ejemplares para que se pudran en las mazmorras.
Por eso nunca habrá paz ni solución a los problemas de inseguridad, si no se procede con “mano dura”.
Aunque el término a algunos “políticamente correctos” no les agrade.
Pero es así, “mano dura” ha de significar total aniquilamiento de la delincuencia de todas las formas cruentas posibles.
No obstante estamos convencidos de que estos fines nunca han de cumplirse con la clase política argentina; con jueces miserables y policías comprometidos con lo clandestino.
Como escribió el Sr. Beccar Varela: “Para mejor servir a los delincuentes, el gobierno nacional y el de la ciudad, fomentan las “villas miseria”, conocidos “aguantaderos” de maleantes que tienen aterrorizados a los verdaderamente pobres que allí viven”.
Agregamos nosotros que por medio de los subsidios por hijos otorgados por el régimen, se han propiciado nacimientos indiscriminados con el solo hecho de obtener el beneficio monetario, lográndose traer al mundo a inocentes que desarrollada su existencia en el submundo de la villa, han de devenir en futuros delincuentes.
Se suele decir que “ningún chico nace chorro”, pero seguramente en esos ambientes será un delincuente en potencia.
FUENTE:Publicado en www.informadorpublico.com
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