lunes, 21 de mayo de 2012

Dólar paralelo: cómo vivieron 38 países que tuvieron tipo de cambio desdoblado
 Cronista.com
Por Juan Cerruti Editor de Economía
Advertencia: cualquier parecido que encuentre en las próximas líneas con la realidad argentina actual es pura coincidencia. O al menos por ahora.
En los últimos 40 años casi medio centenar de países tuvieron en algún momento un mercado cambiario desdoblado (formalizado por el gobierno o no) en el que convivieron un tipo de cambio oficial y otro (u otros) paralelo. El común denominador para el surgimiento de este sistema fue la relativa escasez de divisas (dólares) para cumplir con los compromisos comerciales y financieros con el exterior, producto de políticas económicas internas que generaron crecientes desequilibrios (fiscales y monetarios) y que se manifestaron bajo la forma de inflación. Y en última instancia en una revaluación del tipo de cambio en términos reales. La mayoría de estos gobiernos respondieron imponiendo restricciones a la compra de divisas en el mercado formal, lo que derivó en el surgimiento de un mercado paralelo o negro.
Cóctel explosivo
El “cóctel explosivo” en el que parecen haber ingresado casi todos estos países antes de adoptar el desdoblamiento cambiario fue que el dólar (moneda de referencia en la mayoría de los casos) se hizo primero muy “barato” (por la apreciación del tipo de cambio) y luego escaso (por las trabas oficiales). Así, el mercado paralelo llegó como respuesta a la necesidad de los gobiernos de generar una devaluación (formal o encubierta) del tipo de cambio, pero evitando que ésta se traslade a los precios internos y moderando la sangría de reservas del banco central.
Un estudio realizado en 1995 por los economistas Miguel Kiguel y Stephen O‘Connell tomó en cuenta el caso de 38 naciones que entre 1970 y 1990 tuvieron un mercado cambiario desdoblado. Entre ellos, los episodios de varios países latinoamericanos como la Argentina (desde 1981 y por ocho años), México (desde 1982 por cinco años) y Venezuela (desde 1983 y por seis años). La brecha promedio entre el dólar oficial y el paralelo en estos casos fue 44% para la Argentina, 30% en México y 120% en el caso de Venezuela.
Uno de los resultados más trascendentes que arrojó la investigación fue que la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo se suele ampliar a medida que crecen las restricciones a la compra de divisas (tanto para los importadores como para los ahorristas) y mientras mayor tiempo se mantenga el desdoblamiento cambiario.
No menos importante, la política de generar (abierta o encubiertamente) un dólar paralelo parece haber tenido una moderada efectividad en el corto plazo en lo que se refiere al control de la inflación y protección de las reservas del banco central. Y una nula efectividad en el largo plazo.
No debería sorprender que la experiencia internacional indique que la clave para una reunificación exitosa del mercado cambiario pase precisamente por corregir el “origen” del problema: es decir, generar políticas económicas internas (en términos de nivel de gasto, impulso a la demanda agregada, emisión monetaria, etc) que sean consistentes con un tipo de cambio que garantice un resultado de la balanza de pagos, al menos, equilibrado. De otra forma, al poco tiempo, la inflación vuelve a revaluar el dólar devolviendo al país en la situación previa.
El estudio de Kiguel y O‘Connell destaca que que existen básicamente dos vías a través de las cuales un mercado cambiario paralelo surge y se desarrolla: por la necesidad de los gobiernos de frenar el deterioro del balance de pagos (falta de dólares), a través de una devaluación encubierta, y por la respuesta del mercado a los esfuerzos del gobierno por mantener artificialmente sobrevaluado el tipo de cambio oficial.
Dos vías
También se verifican dos vías a través de la cuales el desdoblamiento afecta a la economía: la brecha con el tipo de cambio oficial y el volumen de transacciones que se realizan en el mercado paralelo.
La Argentina ya ha tenido experiencias de desdoblamiento cambiario en el pasado. Tanto mediante el surgimiento de un mercado formal como informal. En junio de 1981 se implantó un mercado paralelo avalado por el gobierno de turno (que con el tiempo mutó a un sistema informal) en respuesta a los problemas de la balanza de pagos (falta de dólares). Una situación similar dio lugar a una readopción de un mercado cambiario desdoblado en julio de 1982, luego de un breve periodo previo de reunificación.
A diferencia de lo que comúnmente se cree, varios países han convivido durante largo tiempo con un mercado cambiario desdoblado. Turquía tuvo un mercado cambiario paralelo durante más de 30 años (hasta mediados de los 70s).
Pero mientras Turquía está en el podio en permanencia de un mercado cambiario desdoblado, Ghana pica en punta en lo que se refiere a la brecha entre el dólar oficial y paralelo: arrancó en 1974 con una brecha del 50% y terminó en 1982 con una diferencia del 2000%.
La brecha
¿A qué se debe la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo? Los estudios sugieren que está en correlación con la presión de las restricciones para adquirir divisas, las expectativas de devaluación, la emisión monetaria y el déficit fiscal del país en cuestión.
Un dato clave es que los intentos que han realizado varios gobiernos décadas atrás para eliminar el mercado cambiario desdoblado mediante una devaluación del tipo de cambio oficial ha fracasado si los agentes económicos no perciben que detrás de ello hay un cambio en las políticas económicas que generaron el surgimiento del dólar paralelo. Es decir, de nada sirve ajustar el tipo de cambio oficial, si un gobierno no ordena su situación fiscal, reduce la emisión monetaria y controla previamente la inflación.
Las distorsiones que en el pasado generó en los mercados internos el desdoblamiento cambiario no es despreciable. En los casos de la Argentina, Ghana, Sudán y Zambia en los 70s y 80s el aumento en la brecha entre el dólar oficial y el paralelo se dio junto a una caída en las exportaciones, como resultado del contrabando y la subfacturación.
Pero el hecho de tener un mercado cambiario dual no es per se un problema, si las políticas económicas que subyacen a él son consistentes. Bélgica tuvo un mercado paralelo por más de tres décadas sin grandes distorsiones. Colombia en los ochenta es un caso similar. Pero tanto en el caso de Bélgica como en el de Colombia la brecha cambiaria siempre fue baja: 2% en Bélgica y 6% en Colombia.
FUENTE:publicado en www.cronista.com

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