viernes, 25 de mayo de 2012

La Revolución de Mayo y el dólar

CRONISTA.COM

Dionisio Bosch Consultor financiero   

Cuando la gente de Buenos Aires decidió hace 212 años iniciar el camino de la libertad, llevaba las de perder. 
España tenía en ese entonces 12 millones de habitantes, en las 13 colonias norteamericanas vivían más de 7 millones de personas, en México unos 6 millones, en Nueva Granada 2 millones, en el Perú 1,5 millones, en Chile 800.000, en el Virreinato del Rio de la Plata menos de 610.000 personas (el 73% en Tucumán y Cuyo, en el territorio de Buenos Aires menos de 100.000 personas).
Tokio, Beijing, Guangzou y Londres tienen 1 millón de habitantes. Nueva York la segunda ciudad del continente más de 96.000 habitantes. En Buenos Aires, que cubría 13 por 9 manzanas, había solo 32.279 almas. 
Pero Buenos Aires no solo era pequeña sino que era pobre. El capital de los porteños más poderosos rondaba los $ 120.000, poco y nada, (equivale al cargamento de tres barcos; el hombre más rico en Bs.As. fue Francisco Telechea que al morir en 1812 deja a sus herederos $308.339, el más rico del Virreynato fue Francisco Candioti que deja a sus hijas $430.000 en 1815). Un típico “millonario” peruano superaba los $ 200.000, el de los plantadores de La Habana entre $ 500.000 y $700.000 y los hacendados y mineros mexicanos pasaban el millón.
A pesar de todo esto los porteños no dudaron en iniciar un proceso revolucionario. Buenos Aires era distinta a las otras urbes de América: el 24% de las familias se dedicaba al comercio (1 de cada 5) y el 5% (1 de cada 20) al comercio al por mayor, importando, exportando y actuando como banqueros (solo los artesanos, el 28% de la población, los superaba en número). Eso explica como pocas cosas el amor por la libertad y por la libertad económica en particular. La ciudad era pobre, pero el Virreinato del Rio de la Plata era rico (en 1800 el PBI per cápita era u$s 1424 ligeramente superior al de los EE.UU. u$s 1396-). Y era rico porque controlaba un producto esencial para el resto del mundo: el dólar. ¿Dólar en 1810?
Lo que hoy llamamos España fue entre 1300 y 1600 la nación financieramente más sofisticada de Europa. El primer financista europeo es Ricard Guillem nacido en 1082, las primeras ordenanzas para intermediarios financieros son las de Jaime I de 1271, la primer bolsa es la de Barcelona de 1384, el primer banco es la Taula de Canvis de 1401, el primer contrato de seguro “moderno” es uno del Consulado del mar de 1435, los primeros bonos soberanos son los juros reales de 1489, la primer escuela de economía es la Universidad de Salamanca en 1550. Si los españoles lograron arrebatarle la península al imperio más poderoso de occidente, fue gracias a su coraje, su fe y su ingenio financiero. Este ingenio, que financió los viajes de Colón y la articulación del mayor imperio que ha conocido el mundo, alcanzo una de sus máximas expresiones en el “Real de a ocho”, la primer moneda global de la historia. 
Con el descubrimiento de las minas de plata de Laurión en 570 AC, los “tetradracmas” atenienses se convierten en la moneda favorita del mundo Mediterráneo. Recién hacia el 60 AC el “denario” romano comenzó a reemplazarlo, pero el devastamiento a partir del 160 y la caída del Imperio Romano hicieron que en el siglo V el “bezant” bizantino lo sustituyera. Esta primacía se acabó cuando en 697 comenzaron a circularlos en el mundo árabe los primeros “denarios” de oro. En 1816, con la adopción del patrón oro y en especial partir de 1857 con el Acta de Amonedado norteamericana, la “libra británica” se convirtió en la moneda para el intercambio internacional, hasta que el abandono del patrón oro en 1914 y la Segunda Guerra Mundial en 1939 le dieron al “dólar norteamericano” el lugar que hoy ocupa . ¿Cual fue entre 1497 y 1857 la moneda fuerte del mundo?: El “Real de a ocho” a la que los Chinos llamaban yuan, los árabes riyal y los americanos llamábamos peso duro o dólar español. 
En 1516, con Carlos V, aun no se habían descubierto las minas de plata de México y el Perú. La moneda más popular en Europa era acuñada en el valle de San Joaquín, Rep. Checa, denomina Joachimsthaler. Para el uso diario se las conocía como “Thaler”, nombre que derivo en “daler” y luego en “dólar”, así se comenzó a llamar en el Norte de Europa a las nuevas monedas españolas acuñadas en América. A partir de 1690 el “Real de a ocho” comienza a dejar de usarse de este lado del Atlántico imponiéndose la palabra peso en el sur del continente y dólar en el norte. Cuando en 1775 las primeras colonias norteamericanas comienzan a emitir billetes, su valor se denominaba en dólares españoles. En 1792 el Congreso norteamericano decide acuñar una moneda oficial, en base al estándar del “Spanish Dollar”, pero le agrega unos granos menos de plata, cosa que ira repitiendo con el paso del tiempo. Esto hace que el “dólar español”‘ sea preferido sobre el norteamericano hasta 1857 cuando se establece por ley que la única moneda de curso legal.
Desde que se creó el Virreinato partieron anualmente del Rio de la Plata más de un millón de reales, pesos o dólares; el 95% de propiedad privada (las minas de plata de Potosí estaba concesionadas a particulares que pagaban un impuesto del “Quinto real”) y el resto del rey. Las monedas eran el 83% de todas las exportaciones que salían del Rio de la Plata, exportaciones cuyo valor era el 15% de todo lo que entra a España, generando 6% de los ingresos de la Corona. Más que suficiente como para que los porteños soñaran con la Libertad y la Independencia. 
La idea de una republica basada en una moneda fuerte es algo que los argentinos nunca pudimos alcanzar. Aunque a algunos no les guste, nuestro amor por el “dólar” es algo que viene con nosotros desde antes de ser un país y tan difícil de matar como el ansia de libertad.
Feliz 25 de mayo.

FUENTE:Publicado en www.cronista.com

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