martes, 22 de mayo de 2012

Cristina tiene razón 
LaPrensaPopular 
Por Nicolás Márquez
Le asistió toda la razón a Cristina Kirchner cuando días atrás, luego de reunirse de modo cómplice con el dictador José Eduardo Dos Santos, afirmó que “Angola y Argentina se complementan” agregando que “Tenemos muchas cosas en común” y concluyendo el idilio alegando que debe existir “cooperación entre sendos gobiernos para lograr sociedades inclusivas”.
En efecto, el país semi-tribal de Angola padece una dictadura vitalicia de corte populista y corrupta, y la Argentina a su vez, sufre a su equivalente autóctono: el peronismo. Este último no es más que una variable del despotismo iletrado, que tiene por columna vertebral la intromisión del Estado por sobre las libertades individuales, la perpetuidad en el poder de la circunstancial familia gobernante, el irrespeto por la institucionalidad y el aislacionismo chauvinista respecto al mundo civilizado.
No fue casualidad entonces, que el siempre extravagante Guillermo Moreno y sus escoltas hayan recibido tan buena acogida en ese país cuando salieron a distribuir medias y soquetes con propaganda contraria a la prensa libre, para regalar paternalmente a niños harapientos y desnutridos que habitan en la desdichada aldea africana (ahora socia de la Argentina). La suerte de estos pobres niños del continente negro, no es muy distinta de la de sus similares que habitan en las periferias bonaerenses y se aferran a los punteros que les obsequian cotillón y alguna ocasional bolsa de comida proselitista.
He ahí las “cosas en común” y el “complemento” señalado por Cristina, así como también la urgente necesidad de llevar adelante una “política de inclusión” a los muchos mendigos existentes en un país y otro. El problema que conlleva esto último, es que si Dos Santos llevase en serio una política para educar e incluir a los suyos y Cristina Kirchner hiciese lo propio en la Argentina, tanto un régimen como el otro correría grave riesgo de comenzar a perder adeptos y ver disminuido su mercado mendicante, cuya humillante dependencia de la dádiva estatal convierte a las masas clientelistas en el sostén por antonomasia de las autocracias “progresistas” que pululan en el Siglo XXI.
Fuente:Publicado en www.laprensapopular.com.ar

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