En el interior ya crujen las cadenas
Los efectos de la menor cosecha ya se perciben en la actividad económica. A la menor inversión se le suma el riesgo de incumplimiento en algunos pagos.
Por Alejandro Rollán.-LaVozLos ajustes en la producción de soja y de maíz que semanalmente realizan las instituciones privadas, y que reflejan cada vez con mayor exactitud las consecuencias de La Niña, no se quedan en frías estadísticas.
Los efectos de la menor cosecha ya se están sintiendo en el interior, donde la cadena de pagos comienza a crujir y el menor nivel de actividad se percibe en los comercios y actividades vinculados con la actividad agropecuaria.
Eslabones. Fabricantes de maquinaria. Según cifras el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la venta de equipos agrícolas cayó en el primer trimestre un 17 por ciento. La decisión de productores y contratistas rurales de postergar la actualización de los modelos de maquinaria para una mejor ocasión está afectando el desempeño de la industria. Recortes en las horas extras, disminución de la jornada de trabajo y la no renovación de los vínculos laborales con los contratados es parte del panorama que hoy ofrecen muchas empresas metalmecánicas vinculadas con el agro.
“Ya hay gente que anda buscando trabajo, porque donde estaban no pudieron continuar. En nuestro caso, también nos vimos obligados a recortar el personal eventual”, comentó un empresario dedicado a la fabricación y montaje de tambos y estructuras ganaderas. En el recuerdo parecen haber quedado los buenos momentos que vivió la maquinaria agrícola nacional entre 2010 y 2011.
Proveedores de insumos. Los productores aseguran que es el eslabón más crítico. Las pérdidas económicas que aporta la agricultura hacen que la cadena en este sector penda de un hilo. Mayo y junio son, por lo general, lo meses en los que se cancelan los saldos por la compra de semillas y fertilizantes realizadas a comienzo de la campaña. Pero el escenario es complicado y la mora crece en protagonismo. Si bien aún queda algo de maíz por cosechar, la mayoría de los productores cerrará la campaña con números en rojo, debido a que los bajos rendimientos no alcanzarán para cubrir los costos de producción. No dispondrán de liquidez para afrontar los compromisos de corto plazo. En el medio están las empresas que comercializan los insumos y que ya comienzan a exhibir problemas financieros.
“Hay proveedores que van necesitar de la buena voluntad de las compañías extranjeras, a las que les comercializan el producto, para poder diferir el cierre del año. De lo contrario habrá muchos problemas”, vaticinó un productor agrícola en varias zonas de Córdoba y provincias vecinas.
“Hemos perdido competitividad, a partir del aumento en los costos de estructura y de un tipo de cambio que permanece planchado”, observó un distribuidor de insumos del norte de la provincia.
Arrendadores. La gran incertidumbre que hay respecto a cómo se pagarán los saldos de los alquileres actuales ha generado una certeza de cara a la futura campaña: ningún productor estará en condiciones de repetir los valores pactados en la actual cosecha. En algunas zonas, con contratos de arrendamiento fijados en 12 quintales de soja por hectárea, la cosecha de la oleaginosa aportó tan sólo 15 quintales. En este escenario, hay quienes aseguran que varios dueños de campos tendrán dificultades para cobrar el remanente del alquiler acordado. En Córdoba se calcula que el 65 por ciento de la agricultura se hace en campos alquilados. A partir de la lección que les dejó la actual campaña, y de cara al futuro, los productores están dispuestos a negociar de otra manera los contratos de arrendamiento. Mientras aseguran que habrá una mayor oferta de tierra disponible, en los futuros acuerdos van a tratar de incorporar al dueño como socio. Pretenden que una parte del valor se pague en función de los rendimientos productivos.
FUENTE:Publicado en www.lavoz.com.ar
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