El
Gobierno deberá estudiar el impacto de las últimas políticas cambiarias
y monetarias en esta variable. Sin duda, es el costo que viene de la
mano del ajuste y ya está acusando recibo.
Hoy
todas las miradas están puestas en lo que pueda suceder con las
paritarias. Al parecer, se transformó en el cuello de botella que
decidirá el éxito de las políticas económicas ortodoxas que se vienen
aplicando en el último tiempo.
Algo de esto le anticipé en mi columna la semana pasada: "La devaluación podría convertirse en una bala de salva", pero fíjese lo que dice hoy Carlos Pagni en su nota semanal del diario La Nación.
"Para establecer una relación sencilla -y, por lo tanto, imperfecta- entre los acuerdos salariales y la emisión monetaria, los economistas observan estas cifras: con un arreglo de alrededor del 27%, Fábrega debería emitir 130.000 millones de pesos, lo que le permitiría tener la situación controlada; en cambio, si el aumento es superior al 30%, la emisión debería llegar a 200.000 millones de pesos, lo que llevaría a otro infarto de la economía", sostiene el periodista.
En la misma sintonía parece ir el economista Tomás Bulat. En su nota de El Cronista señala: "La inflación de enero y febrero ya son muy elevadas y a pesar que desacelere será mayor al año pasado. Esta inflación es previa a los aumentos salariales que ya en promedio están cerrando por arriba del 31%. Es decir que la inflación anual del 2014 estará por encima del 35% y por lo tanto presiona muy fuerte al tipo de cambio".
Se lo adelanté la semana pasada. El Gobierno apuntará a cerrar acuerdos salariales por debajo del índice de inflación, un esfuerzo que será difícil de pedirle a la población si primero no se dan muestras contundentes de buena fe. Un plan para bajar el gasto social sería un buen comienzo.
La otra cara del ajuste
La macroeconomía es un juego de relojería. Al mover la posición de un engranaje se altera el funcionamiento del resto de la máquina. Así es que al ver la fuerte pérdida de reservas entre agosto y enero, se optó por una devaluación que llevó a la moneda argentina a los $8 y se subieron las tasas hasta los 30 puntos, privilegiando la estabilidad cambiaria por sobre la actividad.
Se trató de un hecho revolucionario. Recordemos que el consumo era -hasta el momento- uno de los pilares de la economía kirchnerista.
Con esta estrategia, el Gobierno ganó tiempo, aunque el problema de fondo que se traduce en fuga de reservas sigue presente. El BCRA comenzó a secar la plaza con altas tasas. La respuesta no tardó en llegar. El crédito al sector privado comenzó a perder dinamismo. Mientras que entre julio y enero crecía al 3% mensual, en los últimos dos meses lo hizo al 0,5%. Si bien, esto se observa en las líneas a empresas, es de esperar que la tendencia se traslade a las personales.
Preste atención a la situación que describe el siguiente gráfico
Algo de esto le anticipé en mi columna la semana pasada: "La devaluación podría convertirse en una bala de salva", pero fíjese lo que dice hoy Carlos Pagni en su nota semanal del diario La Nación.
"Para establecer una relación sencilla -y, por lo tanto, imperfecta- entre los acuerdos salariales y la emisión monetaria, los economistas observan estas cifras: con un arreglo de alrededor del 27%, Fábrega debería emitir 130.000 millones de pesos, lo que le permitiría tener la situación controlada; en cambio, si el aumento es superior al 30%, la emisión debería llegar a 200.000 millones de pesos, lo que llevaría a otro infarto de la economía", sostiene el periodista.
En la misma sintonía parece ir el economista Tomás Bulat. En su nota de El Cronista señala: "La inflación de enero y febrero ya son muy elevadas y a pesar que desacelere será mayor al año pasado. Esta inflación es previa a los aumentos salariales que ya en promedio están cerrando por arriba del 31%. Es decir que la inflación anual del 2014 estará por encima del 35% y por lo tanto presiona muy fuerte al tipo de cambio".
Se lo adelanté la semana pasada. El Gobierno apuntará a cerrar acuerdos salariales por debajo del índice de inflación, un esfuerzo que será difícil de pedirle a la población si primero no se dan muestras contundentes de buena fe. Un plan para bajar el gasto social sería un buen comienzo.
La otra cara del ajuste
La macroeconomía es un juego de relojería. Al mover la posición de un engranaje se altera el funcionamiento del resto de la máquina. Así es que al ver la fuerte pérdida de reservas entre agosto y enero, se optó por una devaluación que llevó a la moneda argentina a los $8 y se subieron las tasas hasta los 30 puntos, privilegiando la estabilidad cambiaria por sobre la actividad.
Se trató de un hecho revolucionario. Recordemos que el consumo era -hasta el momento- uno de los pilares de la economía kirchnerista.
Con esta estrategia, el Gobierno ganó tiempo, aunque el problema de fondo que se traduce en fuga de reservas sigue presente. El BCRA comenzó a secar la plaza con altas tasas. La respuesta no tardó en llegar. El crédito al sector privado comenzó a perder dinamismo. Mientras que entre julio y enero crecía al 3% mensual, en los últimos dos meses lo hizo al 0,5%. Si bien, esto se observa en las líneas a empresas, es de esperar que la tendencia se traslade a las personales.
Preste atención a la situación que describe el siguiente gráfico
En el primer bimestre del año, el precio de los alimentos trepó más del 12%. Si el Gobierno descansa en el plan "Precios Cuidados" para contener el aumento del costo de vida -sin pensar en un plan macro con objetivos graduales claros- la inflación seguirá su paso al calor de las paritarias, complicando aún más el consumo.
Saludos,
FUENTE: PUBLICADO EN EL INVERSOR GLOBAL - Newsletter semanal - Enviado por mail
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