Uno
de los grandes problemas que tiene la presente administración del Estado es su
falta de credibilidad externa e interna. Hasta que Argentina no recupere
el buen nombre que tuviera en el pasado y haga un culto de defender el valor de
su moneda y de tener finanzas sanas, no va retomar el camino del
desarrollo. La crisis de 2001 que terminó con la cesación de pagos de 2002 era
el resultado inevitable de haber vivido en los 10 años precedentes fuera de la
realidad a partir de haber fijado el dólar en el arbitrario valor de un peso y
no haber tenido una cuidadosa política fiscal. Durante ese período se gastó a
troche y moche sin cuidar el dinero que se administraba y se contrajeron deudas
en moneda nacional y extranjera a sabiendas que eran difíciles de devolver
porque su importe no fue invertido de una manera que generara fondos para
cancelarlas. El sistema bancario, al mismo tiempo, no advirtió a sus clientes
que el dinero que depositaba en dólares NO estaba seguro porque,
irresponsablemente, se había prestado en dólares a quiénes
tenían ingresos en pesos. En caso de una devaluación nunca podrían devolverlos
y así ocurrió. Unos pocos estudiosos advirtieron que no se debía manejar
la economía del país de esa manera pero no sirvió para nada porque era
abrumador el número de quienes seguramente se beneficiaban si no se tomaba
medida alguna para impedir la presumible bancarrota futura. No hubo forma
que aquel pequeño grupo fuera escuchado. Cuando la inevitable crisis
sobrevino y los bancos tuvieron que cerrar sus puertas porque no podían
devolver los depósitos en moneda extranjera al par que el mercado llevó el
precio del dólar a $ 2.60, contemplamos la penosa escena de
parlamentarios eufóricos, rehusando pagar la deuda del Estado. No menos deprimente
fue la decisión tomada en 2002 y confirmada posteriormente de burlar a los
tenedores de depósitos en dólares, haciéndoles pagar a los bancos $ 1,40 por
dólar en lugar del precio de mercado. Centenares de miles de habitantes fueron
defraudados por ese decreto del Poder Ejecutivo que fuera aprobada
por el Congreso Nacional y la
Corte Suprema.
Después
de esos hechos la credibilidad interna y externa del Estado Argentino
quedó envuelta en el lodazal donde la llevaron sus gobernantes. Estos no
quedaron saciados con no hacerle reintegrar a los bancos a los depositantes en
dólares el monto depositado, sino que en lugar de abonar la deuda externa
gestionando una moratoria que implicara honrar el buen nombre del país,
literalmente desplumaron a las decenas de miles de argentinos y extranjeros que
habían adquirido bonos en dólares, dándoles mucho menos de aquello que era de
su propiedad. Esta actitud despreciativa del derecho ajeno generó un gran
desprestigio.
Para
ese entonces ya tenia ocho años de existencia una operatoria que comenzó en el
cuarto trimestre de 1997 con la cual el Ministerio de Economía defraudaba a los
acreedores del Estado y lo sigue haciendo en Febrero de 2014. El procedimiento
consiste en lo siguiente: Las sentencias judiciales contra el Estado que se presentan
al cobro en bonos de consolidación son multiplicadas por la Caja de Valores
S.A. que es una entidad que colabora muy estrechamente con el Ministerio de
Economía, por un coeficiente inventado por éste que es inferior a la unidad con
lo cual reducen el monto de la deuda. La Caja de Valores S.A. no entrega la
cantidad de bonos con los respectivos cupones que los documentos oficiales
dicen que debe acreditar a los acreedores. Les paga a los acreedores el
resultado de esa multiplicación ilegal. El coeficiente ha sido
cuidadosamente elegido porque hace creer que forma parte de los cálculos de
rigor. Los acreedores no se dan cuenta de la estafa porque la cantidad de
bonos que reciben parece corresponder con los bonos adeudados. Además
ignoran que los cupones que tienen esos bonos, son muchos menos que los
debidos. El mecanismo utilizado es similar al desleal proveedor de un evento
social quién en lugar de enviar 100 botellas de un litro de alguna bebida,
envía 100 botellas de 750 cm3. La dueña de casa cree que recibió lo
pactado pero en realidad la
engañaron. Ese es el rol que cumple la Caja de Valores S.A.
en la estafa.
Esta
claro que por encima del Poder Judicial, se encuentra el Ministerio de Economía
y secuaces como la Caja de Valores S.A. que disminuyen ilegalmente lo que
debe pagar el Estado a sus acreedores. El Ministerio de Economía mediante este
ardid modifica las sentencias judiciales y perjudica o no a los acreedores según su
grado de proximidad política u otras razones. No nos cabe duda que cuando
aparezcan manos honestas en la Administración Pública
se sabrá como se pagaron las deudas del Estado y no cabe duda tampoco que al
lado de la inmensa cohorte de víctimas que fueron despojados estarán los que
cobraron lo que se les debía.
El
Poder Judicial ha quedado reducido a muy poco mas que una escribanía del
gobierno aunque todavía subsisten algunos jueces y fiscales de valor temerario.
Las garantías constitucionales son casi letra muerta porque la división
de los poderes en Legislativo, Ejecutivo, Judicial mas el federalismo que es
otra garantía de la libertad, han sufrido un grave deterioro. En este
desalentador balance preciso es destacar que existen muchas personas que
defienden las instituciones republicanas a capa y espada. Además quedan algunos
medios de prensa y redes sociales cuyo indómito coraje abren aun,
senderos de esperanza para que la libertad y el derecho vuelvan a nuestra
tierra.
Este
relato de algunas de las defraudaciones practicadas por gobiernos de distinto
signo en perjuicio de quienes creyeron en ellos, tiene el propósito de hacer
ver que el problema mas grande de la hora presente es la pésima reputación que
ensombrece a nuestra Patria, debido a actos injustificables. Esos hechos son un
gran obstáculo para que Argentina recupere el crédito que tenía otrora que la
hacía pertenecer al selecto grupo de las naciones mas consideradas del
mundo. En nuestro suelo argentinos y extranjeros invertían con seguridad y con
confianza. No se sale de la pobreza y el endeudamiento sino desde el íntimo
compromiso con la libertad, con el cumplimiento de las obligaciones contraídas
y con las instituciones de la República.
ENVIADO POR SU AUTOR
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