viernes, 7 de marzo de 2014

POLITICA: El estado argentino no inspira confianza

 La filosofía de este artículo posiblemente coincida mas con lo que le enseñaron sus padres al lector, que lo que escucha de muchos políticos y  economistas que no han entendido que la Argentina empezó a ser grande  cuando un puñado de individuos asumió que la transformación de la miseria en riqueza  en los albores de la vida nacional descansaba en unas pocas convicciones que pusieron en práctica: que la libertad dentro del orden era el motor que iba a terminar con la pobreza , que la educación gratuita, obligatoria e igual para todos sea cual fuere la cuna del interesado, haría que el analfabetismo de los progenitores no se iba a transferir a los hijos, que brindar la certeza del cumplimiento por parte de los gobernantes y gobernados de los compromisos contraídos así como la inviolabilidad de la propiedad adquirida por el trabajo y el mérito, valían mucho más que cualquier riqueza material. La custodia de esos bienes hacía imprescindible jueces imparciales. Los hombres que se lanzaron a la aventura de construir una gran nación más allá de cualquier obstáculo, demostraron que su voluntad no tenía fisuras y por eso pudieron convocar a personas de todas las playas que querían gozar de los beneficios que les depararía la libertad prometida. Hoy la Argentina esta endeudada y desprestigiada como nunca lo estuvo y harta de mentiras. Vamos a tener que desandar los errados caminos a que nos condujeran supuestos salvadores y retomar el rumbo trazado por nuestros mayores.
Juan-Jose-Guaresti 
Por el Dr. Juan José Guaresti (*)
Uno de los grandes problemas que tiene la presente administración del Estado es su falta de credibilidad externa e interna. Hasta  que Argentina no recupere el buen nombre que tuviera en el pasado y haga un culto de defender el valor de su moneda y de tener  finanzas sanas, no va retomar el camino del desarrollo. La crisis de 2001 que terminó con la cesación de pagos de 2002 era el resultado inevitable de haber vivido en los 10 años precedentes fuera de la realidad a partir de haber fijado el dólar en el arbitrario valor de un peso y no haber tenido una cuidadosa política fiscal. Durante ese período se gastó a troche y moche sin cuidar el dinero que se administraba y se contrajeron deudas en moneda nacional y extranjera  a sabiendas que eran difíciles de devolver porque su importe  no fue invertido de una manera que generara fondos para cancelarlas. El sistema bancario, al mismo tiempo, no advirtió a sus clientes que el dinero que depositaba en dólares NO estaba seguro porque, irresponsablemente, se había prestado en dólares a quiénes tenían ingresos en pesos. En caso de una devaluación nunca podrían devolverlos y así ocurrió.  Unos pocos estudiosos advirtieron que no se debía manejar la economía del país de esa manera pero no sirvió para nada porque era abrumador el número de quienes seguramente se beneficiaban si no se tomaba medida alguna para impedir la presumible bancarrota futura.  No hubo forma que aquel  pequeño grupo fuera escuchado. Cuando la inevitable crisis sobrevino y los bancos tuvieron que cerrar sus puertas porque no podían devolver los depósitos en moneda extranjera al par que el mercado llevó el precio del dólar a $ 2.60,  contemplamos  la penosa escena  de parlamentarios eufóricos, rehusando pagar la deuda del Estado. No menos deprimente fue la decisión tomada en 2002 y confirmada posteriormente de burlar a los tenedores de depósitos en dólares, haciéndoles pagar a los bancos $ 1,40 por dólar en lugar del precio de mercado. Centenares de miles de habitantes fueron defraudados por ese decreto del Poder Ejecutivo que fuera  aprobada por el Congreso Nacional y la Corte Suprema.
Después de esos hechos la credibilidad interna y externa del  Estado Argentino quedó envuelta en el lodazal donde la llevaron sus gobernantes. Estos no quedaron saciados con no hacerle reintegrar a los bancos a los depositantes en dólares el monto depositado, sino que en lugar de abonar la deuda externa gestionando una moratoria que implicara honrar el buen nombre del país,  literalmente desplumaron a las decenas de miles de argentinos y extranjeros que habían adquirido bonos en dólares, dándoles mucho menos de aquello que era de su propiedad.  Esta actitud despreciativa del derecho ajeno generó un gran desprestigio. 
Para ese entonces ya tenia ocho años de existencia una operatoria que comenzó en el cuarto trimestre de 1997 con la cual el Ministerio de Economía defraudaba a los acreedores del Estado y lo sigue haciendo en Febrero de 2014. El procedimiento consiste en lo siguiente: Las sentencias judiciales contra el Estado que se presentan al cobro en bonos de consolidación son multiplicadas por la Caja de Valores S.A. que es una entidad que colabora muy estrechamente con el Ministerio de Economía, por un coeficiente inventado por éste que es inferior a la unidad con lo cual reducen el monto de la deuda. La Caja de Valores S.A. no entrega la cantidad de bonos con los respectivos cupones que los documentos oficiales dicen que debe acreditar a los acreedores. Les paga a los acreedores el resultado de esa multiplicación ilegal.  El coeficiente ha sido cuidadosamente elegido porque hace creer que forma parte de los cálculos de rigor. Los acreedores no se dan cuenta de la estafa  porque la cantidad de bonos que reciben parece corresponder con los bonos adeudados. Además ignoran  que los cupones que tienen esos bonos, son muchos menos que los debidos. El mecanismo utilizado es similar al desleal proveedor de un evento social quién en lugar de enviar 100 botellas de un litro de alguna bebida, envía 100 botellas de 750 cm3. La dueña  de casa cree que recibió lo pactado pero en realidad la engañaron. Ese es el rol que cumple la Caja de Valores S.A. en la estafa.
Esta claro que por encima del Poder Judicial, se encuentra el Ministerio de Economía y secuaces como la Caja de Valores S.A. que disminuyen ilegalmente  lo que debe pagar el Estado a sus acreedores. El Ministerio de Economía mediante este ardid modifica las sentencias judiciales y perjudica o no a los acreedores según su grado de proximidad política u otras razones. No nos cabe duda que cuando aparezcan manos honestas en la Administración Pública se sabrá como se pagaron las deudas del Estado y no cabe duda tampoco que al lado de la inmensa cohorte de víctimas que fueron despojados estarán los que cobraron lo que se les debía.  
 El Poder Judicial ha quedado reducido a muy poco mas que una escribanía del gobierno aunque todavía subsisten algunos jueces y fiscales de valor temerario. Las garantías constitucionales son casi  letra muerta porque la división de los poderes en Legislativo, Ejecutivo, Judicial mas el federalismo que es otra garantía de la libertad, han sufrido un grave deterioro. En este desalentador balance preciso es destacar que existen muchas personas que defienden las instituciones republicanas a capa y espada. Además quedan algunos medios de prensa  y redes sociales cuyo indómito coraje abren aun, senderos de esperanza para que la libertad y el derecho vuelvan a nuestra tierra. 
Este relato de algunas de las defraudaciones practicadas por gobiernos de distinto signo en perjuicio de quienes creyeron en ellos, tiene el propósito de hacer ver que el problema mas grande de la hora presente es la pésima reputación que ensombrece a nuestra Patria, debido a actos injustificables. Esos hechos son un gran obstáculo para que Argentina recupere el crédito que tenía otrora que la hacía pertenecer al selecto grupo de las naciones mas consideradas  del mundo. En nuestro suelo argentinos y extranjeros invertían con seguridad y con confianza. No se sale de la pobreza y el endeudamiento sino desde el íntimo compromiso con la libertad, con el cumplimiento de las obligaciones contraídas y con las instituciones de la República.

(*) Juan José Guaresti ( nieto), abogado, ex Director del Banco Central de la República Argentina. Ex Profesor Adjunto de Análisis Económico de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
ENVIADO POR SU AUTOR

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