Por el Dr. Gabriel Boragina (*)
Columnista
"Las necesidades básicas son todas aquellas necesidades vitales que contribuyen directa o indirectamente a la supervivencia de una persona, siendo éstas: 1. comer, 2. beber y3. dormir.
En la sociedad actual, en la que hay división de trabajo, a las necesidades básicas se suman los siguientes aspectos:
1. El trabajo como un medio para el sustento y, por tanto, para la supervivencia de la propia persona o de la familia.
2. La vivienda como un lugar para vivir y dormir.
3. La protección contra ataques a la vida y a la propiedad que la persona requiere para sobrevivir.
Por tanto, las ideas fuerza políticas referidas a las necesidades básicas rezan:
1. Procurar alimentos a precios y en lugares accesibles para todos.
2. Procurar agua en cantidad y en calidad suficiente a precios y en lugares accesibles para todos.
3. Procurar espacio habitacional en la cantidad y con la calidad necesarias a precios y en lugares accesibles para todos.
4. Combatir la pobreza, si la satisfacción de las necesidades es un problema de la pobreza.
5. Procurar puestos de trabajo para aquellos que buscan trabajo.
6. Combatir la criminalidad para proteger la vida y la propiedad requerida para sobrevivir.
En
tanto en una sociedad o en partes importantes de la misma existan
problemas para satisfacer las necesidades básicas, éstas deben tratarse
prioritariamente, o al menos mencionarse, en la discusión."[1]
Más allá de lo cuestionable de hablar de "ideas fuerza políticas" en relación a este tema, podemos observar que -según este autor- habría "necesidades básicas" anteriores
a la "sociedad actual" (no aclara tampoco dónde daría comienzo, o cual
sería el punto de partida que considera para dar inicio a lo que llama
"la sociedad actual") y posteriores a dicho "misterioso" comienzo de
"la sociedad actual".
Vemos, además, como el concepto de "necesidades básicas" cambia con el tiempo.
No es tan importante entonces tratar de establecer una
definición de "necesidades básicas" sino que lo que parece más urgente
es dar por sentado que el ser humano tiene necesidades, y a partir de allí estudiar cual es la mejor forma, vía o camino
para lograr cubrirlas. En este aspecto, sólo existen dos posibles: el
estado-nación o el mercado como únicas dos rutas factibles para dicha
satisfacción.
Lo que interesa destacar es que el nebuloso concepto de "necesidades básicas" siempre ha sido manejado políticamente:
"Hagenbuch
arguye (págs. 9-12) que “sin darnos cuenta nos deslizamos hacia un
sistema en el que todos dependen permanentemente del estado para
ciertas necesidades básicas, incrementándose, a la vez, de modo
inevitable, tal dependencia. No es ya que los servicios sociales dejan
de autofinanciarse, sino que se autopropagan…No cabe la menor duda que
existen profundas diferencias entre un sistema que proporciona,
ocasional y temporalmente, a unos pocos seres desgraciados una ayuda
que les permite sobreponerse a un infortunio y aquel otro sistema que
decididamente aspira a canalizar, de modo permanente, una gran porción
de los ingresos de cada individuo a través del estado. La ausencia de
correlación entre lo que el individuo pone y lo que el individuo toma;
la situación política que se crea en cuanto es objeto de discusión
cualquier especie de desigualdad en la distribución de las rentas, y el
extremado paternalismo que a todo se aplica anuncia la rápida
desaparición de esa escasa porción de la renta nacional, que no circula
a través del lago común de los servicios sociales, y la aparición, en
cambio, de una tendencia hacia el completo control de todas las
rentas…Por lo tanto, cabe anunciar el conflicto político que a largo
plazo ha de plantearse como sigue: por una parte, podemos apuntar a un
sistema de servicios sociales que acabe con la pobreza haciendo pobres a
todas las gentes (o rica, según el criterio de cada crítico),
otorgando beneficios de tipo universal y socializando la renta
nacional. Por otra parte, cabe aspirar a un sistema de previsión social
que haga desaparecer a los necesitados mediante elevar a aquellos que
se encuentran por debajo del nivel de pobreza, concediendo subsidios
tan sólo a grupos de gentes necesitadas, sobre la base de la prueba de
recursos en las categorías aseguradas y teniendo presente que llegará
un día en que tales servicios ya no serán necesarios porque incluso el
nivel de vida de los grupos con rentas más bajas se hallará por encima
del nivel de pobreza”.[2]
El problema de este último enfoque es que la noción de pobreza es relativa como lo muestra su misma definición:
"pobreza.
Carencia de los bienes y servicios necesarios para satisfacer las
necesidades básicas. El concepto, como lo indica su propia definición,
es de índole relativa: se es pobre -o rico, en este contexto- con
respecto a la situación de otras personas o países, pues la misma idea
de necesidades "básicas" es imprecisa y porque los individuos nunca
pueden satisfacer por completo sus necesidades."[3]
Y
esta relatividad inherente, es la que a menudo se pasa por alto en
todos los estudios de pobreza, especialmente los efectuados por parte
de organismos estatales que dicen tener por objeto la eliminación del
flagelo.
Por
otro lado, lamentablemente, la experiencia ha demostrado en todas
partes del mundo que el sistema de subsidios "temporales", se ha
convertido -con el tiempo- en permanente por varias razones. Entre ellas destacan:
1. Los
incentivos que reciben los subsidiados a seguir percibiendo el
"beneficio social" en lugar de buscar un trabajo por sus propios medios
o medios ajenos. Es decir, se estimula perpetuar la condición de subsidiado, al tiempo que se desalienta el menor esfuerzo por generarse recursos propios en aquel.
2. Los
incentivos políticos que se traducen en que los políticos no tardan en
descubrir que el ofrecimiento de prebendas y subsidios al electorado
en sus compañas aumenta considerablemente su caudal de votos.
Ambos factores se retroalimentan mutua e incesantemente.
[1] Schröder, Peter. Estrategias políticas / ISBN 0-8270-4733-9 p. 147
(*) Sobre el autor: www.accionhumana.com
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