Que el modelo tradicional de
escuela está agotado; que es necesario recurrir a nuevas tecnologías, y que
para todo ello hay que volver a una auténtica libertad de enseñanza, son ideas
nada nuevas –mi padre se mató por todo ello desde la década del 60, citando a
autores anteriores- aunque casi imposibles de implementar, y por ello aparecen
cada tanto como la gran novedad.
En la circunstancia actual, que
internet sea parte de esas nuevas tecnologías es parte del formato actual de la
propuesta de siempre, y por ello se presentan las aulas virtuales, las clases
por youtube y etc, como la gran panacea que reemplazará a la agotada escuela.
Y, en cierto modo, ya lo están haciendo, de una manera más informal que formal.
Pero cuidado: se tiende a
exagerar, en todo esto, el “nuevo” papel del docente, cuya “novedad” sería prácticamente
su desaparición. Por supuesto que desaparecerá –ya desapareció prácticamente-
el rol “tradicional” del docente, pero las nuevas tecnologías no eliminarán de
ningún modo el papel dialógico y orientador del docente, precisamente como una
guía, un acompañamiento, en todo aquello que el educando vaya viendo en
internet.
Porque al ser humano, la tec no lo guía. Lo que lo guía es
otro ser humano con el cual establecer una auténtica relación de diálogo, de
análisis crítico, sobre el material visto en internet. Ello no es infalible,
claro, pero puede acelerar notablemente procesos de aprendizaje que de otro
modo se volverían más largos y sujetos a errores y malentendidos que se podrían
haber evitado con consejo dialógico. Cuidado, entonces, con que internet se
difunda aún más la pésima idea de que el conocimiento es igual a información,
porque entonces toda la revolución educativa está perdida. Si criticábamos la
educación tradicional positivista porque el alumno se convierte en una máquina
de recibir pasivamente y luego repetir, hay que tener cuidado de que las nuevas
generaciones no endiosen la computadora como el nuevo maestro infalible al cual
hay que escuchar pasivamente y cuyos contenidos hay que repetir sin ningún
proceso de reflexión.
Otro segundo peligro es el olvido
del contacto personal con el docente. Claro que el alumno ya no recibirá de un
supuesto docente lo mismo que está en un texto o video que pueda ver por
internet, pero ello no implica que el docente no estará presente; no sólo por
lo que decíamos recién, sino porque la mirada del yo al tú, la presencia real
interpersonal, jamás puede ser reemplazada, excepto que creamos ahora que el
alumno es el nuevo bebé que sin contacto humano muere por marasmo de manera
cruel. Hay que mirar a los ojos, cara a
cara. El alumno percibe si el
docente lo es, esto es, si se entrega en cuerpo y alma al alumno, si le ofrece
su mirada, su contención, su escucha, y recién allí puede surgir alguna
curiosidad por un tema embebido en la pasión de quien cree en lo que dice. El
alumno necesita indispensablemente afecto y contención, y estamos hablando de
todos los niveles de aprendizaje. Si alguien cree que una máquina puede
reemplazar eso, caerá en un error peor al que quería solucionar.
Por último, no necesariamente toda clase debe ser
dialogar en torno a un texto ya leído: toda clase debe ser diálogo, sí, pero el
diálogo puede incluir una primera parte donde un docente, abierto a la crítica,
exponga un tema y luego sí se someta al diálogo. El tiempo de la exposición del
tema debe ser sólo el suficiente para estimular el debate, y que en ese momento
el docente esté hablando y los alumnos escuchando atentamente, con distancia
crítica, no quiere decir que no haya diálogo, al contrario, es la primera parte
del diálogo.
Cuidado, por ende, con todo esto.
La revolución educativa no consiste en crear nuevos autistas, sino en abandonar
el paradigma de la repetición pasiva para entrar en la creatividad, el
pensamiento crítico y la libertad que permite hacer propio lo que era ajeno. Y
dentro de un contexto de afecto donde hay que poner el cuerpo, el corazón y la
mirada humana irremplazable.(*) http://gzanotti.blogspot.com.ar/ El Dr. Gabriel J. Zanotti, Es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA) y Doctor en Filosofía, por la Universidad Católica Argentina (UCA).Docente, escritor y conferencista internacional
PUBLICADO CON LA AUTORIZACION DE SU AUTOR
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