He nacido en una Ciudad muy bella
de la Provincia de Buenos Aires, Argentina y creo que llegó el momento de cambiar mi vida.
Luego de pensar mucho tiempo antes de tomar esta decisión, se que comenzaré un
largo peregrinar por Ministerios , oficinas, Consulados y tantos otros Entes
gubernamentales que me acerquen a la puerta de entrada a este …mi hermoso país.
Vivo en Argentina y decidí que me
quiero radicar en Argentina y autoproclamarme Ciudadano Argentino porque hasta la fecha solo me consideran “Habitante”
de esta tierra bendita. A partir de ahora, lucharé por tener los mismos derechos
que tienen quienes ingresan por las fronteras de Argentina, sin documentos,
trabajo, lugar donde vivir y algún papel que explique los motivos que lo han traído
a estos valles de ilusión.
No tengo planes (trataré de
conseguirlos), no tengo vivienda (lucharé por lograrla) y si veo que cuesta mucho,
me involucraré con las gloriosas organizaciones sociales que harán posible
convertirme en “ocupa” de algún terrenito que tiene propietario y paga sus
impuestos pero que aún no cuenta con el capital suficiente para construir su casita.
Una vez adentro del terreno levantaré una vivienda con palos y bolsas de
residuos y llamaré al Fiscal para reclamar por mi situación de indigencia y la
obligación que tiene el Estado Argentino de brindarme (como indica la
Constitución) la protección y cuidados para
una vida sana. Al tiempo nomás ya llegará la solicitud de agua corriente, luz,
pavimento, Escuela para mis niños, garrafa solidaria, pañales, preservativos,
televisión digital, futbol y automovilismo gratis para todos, plan PROGRESAR (no
se para que pues si hasta hoy mis hijos más grandes ni estudian ni trabajan,
con el subsidio menos ganas tendrán de rezarle a San Cayetano o venerar a
Sarmiento).
En síntesis, últimamente me han
venido unas ganas enormes de ser Argentino pero sin ninguna obligación ante la
sociedad organizada (los otros) y disfrutar de todos los beneficios que hoy me
cuestan diez veces más si lo hago como corresponde, respetando a mis
semejantes, no cortando calles o autopistas, no quemando neumáticos y
contaminando el aire, no tirando a una persona joven minusválida desde un
puente con una altura de 4 metros destruyendo su pierna ortopédica justo en el
momento que intentaba pasar porque llevaba a su esposa embarazada con pérdida a
la Obstetra , no impidiendo el paso de
ambulancias o bomberos ante una emergencia, no robando todo aquello que me
permita venderlo en el acto para lograr comprar “el placer diario”….
Obviamente lo escrito solo se
enmarca en una cruel e irónica burla por todo lo que nos toca padecer a quienes
intentamos sobrevivir en un país maravilloso con todo por hacer si es que
alguien se decidiera a intentarlo.
Un día un Pastor relataba a los
niños que Dios cuando creo la tierra le dio aire puro, agua salada, dulce,
mucho verde, montañas, animales, en fin una maravilla en todo sentido, pero con
un pequeño detalle al final del cuento…no pensó Dios que alguna vez ese planeta
tendría …argentinos….
Al decir de un grande de la
Literatura, el filósofo Marcos Aguinis en “El atroz encanto de ser argentinos”,
responde a una contradicción: ¿Cómo puede ser atroz un encanto? Y es que ser
argentino es una empresa cada vez más difícil. Emociona serlo, pero se sufre
por ello. Hemos atravesado momentos duros y siempre los hemos superado. El
nuevo milenio nos encuentra con las esperanzas debilitadas y nuestra sensación
de incertidumbre ante el futuro está en su punto más alto. Para muchos la
Emigración se ha convertido en el único recurso posible para progresar. Sin embargo,
no dejamos de sentir orgullo por haber nacido en esta tierra”.
Y pensando bien lo mismo debe
ocurrirle a los millones de inmigrantes que han ingresado a nuestro país en las
últimas décadas sintiendo el mismo orgullo que nosotros pero por su tierra.
“Yo
iría tratando bien a los inmigrantes... porque pronto los inmigrantes seremos
nosotros.” Autor anónimo.
(*) Ricardo Bustos - DNI 7788556
- Capioví Misiones
ENVIADO POR SU AUTOR
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